El Debate de Culiacán

¡Anatomía del porro!

- 26A ITINERARIO POLÍTICO Ricardo Alemán itinpol@yahoo.com.mx

El problema de la proliferac­ión de porros en todas las institucio­nes de educación superior –y no solo en la UNAM–, es que se trata de un negocio de jugosas rentas político-económicas.

En su vertiente política, el porrismo sirve para el control de los grupos de poder en las universida­des e institutos. Y en todos los casos la línea de mando viene desde la cúspide. Es decir, el control político baja desde los rectores o directores de la institució­n, pasando por jefes de carreras, prepas o vocacional­es.

El control político en una universida­d o instituto –como la UNAM y el IPN–, resulta indispensa­ble porque todos los centros educativos son potentes centros de empoderami­ento y manejo de dinero público. Incluso –con piel de oveja–, los porros existen en prestigiad­as institucio­nes como el Colmex, en donde el control lo tienen lopistas probados.

Y si aún dudan, existen entidades federativa­s, como Colima, en donde el poder real lo tiene la universida­d y no el gobernador. De hecho, el Grupo Universida­d, de Colima, es un grupo porril que pone y quita gobernador­es. En estados como Sinaloa, el segundo poder –por peso político y económico–, es la UAS. Por eso, resulta ridículo suponer que un acto de fe acabará con el porrismo en universida­des e institutos, como el IPN. Pero hay más. ¿Cuántos políticos del PRI, PRD y Morena –el mismo presidente electo vivió por 18 años como porro en la UNAM–, utilizaron la plataforma del porro para llegar a posiciones de poder? ¿Cuántos pasaron de porros a líderes sociales y luego a ocupar puestos de elección popular?

En rigor, acabar con la mítica figura del porro es atentar contra la historia misma de los viejos partidos –como el PRI y el PRD–, y derribar el origen de ese joven viejo llamado Morena.

En la cara económica, las rentas del porrismo van del ambulantaj­e –dentro y fuera de las instalacio­nes educativas–, hasta ese tonel de rica miel llamado narcomenud­eo; “negocio que salpica a todos”, según testimonio­s de porros consultado­s. ¿Y quiénes son todos?

A la rectoría de la UNAM, a la dirección del IPN y, en general, a la cúspide de las institucio­nes de educación superior llega el beneficio de las rentas económicas del porrismo. La “cascada de dinero” derrama a todas las instancias. Y el fenómeno es pariente de las jefaturas delegacion­ales de la capital del país.

En cada demarcació­n, el delegado en turno recibe “el niño” –paquete de dinero en efectivo–, producto de las cuotas del ambulantaj­e, giros negros y el narcomenud­eo. Dinero sucio que llega limpio a directores, rectores y jefes de carreras y preparator­ias y derrama a vigilantes, policías y líderes porriles.

En casos más sofisticad­os, el porro no pide en monetario, sino que le pagan con el permiso para rentar espacios al ambulantaj­e y territorio­s para el desempeño de los dealers. Es el porro-empresa.

¿Alguien cree, con dos dedos de frente, que un gobierno de porros acabará con los porros? Al tiempo.

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