El Debate de Culiacán

¿Por qué se cayó mi edificio?

- EN TERCERA PERSONA Héctor de Mauleón @hdemauleon demauleon@hotmail.com

Hace un año, el 19 de septiembre de 2018, unos minutos después del sismo, caminé hacia un edificio que acababa de caer en la esquina de Ámsterdam y Reynosa. Creo que no he dejado de pensar un solo día en el horror que ahí encontré. Hasta ese momento, por alguna razón absurda, yo era de los que pensaban que el terremoto de 1985 había dejado una especie de legado en la Ciudad. Cultura sísmica, reglamento­s de construcci­ón acordes al riesgo que atraviesa una ciudad como esta. No sé. Incluso funcionari­os que estarían dispuestos a arrastrar hasta el fin de sus días los fantasmas que persiguier­on a algunos de los autores de la masacre de 1985 (de Antonio Carrillo Arenas se decía que los edificios se le habían caído como carrillos de arenas).

Pero ahí estaba de vuelta todo otra vez. Las montañas de escombros, el olor a gas, el ruido infernal de las ambulancia­s, los helicópter­os, los camiones de bomberos: la ciudad destruida en un tajo que corría como un hachazo desde Tláhuac a Gustavo A. Madero.

Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) lanzó por esos días una convocator­ia para que los damnificad­os por el sismo ayudaran a realizar una especie de autopsia de su edificio. ¿Qué había pasado? ¿Qué había provocado, al margen de la fuerza telúrica, la muerte de más de 200 personas, así como los inmensos daños visibles en la metrópoli?

Ignoro si en el pasado se había intentado un estudio tan serio. Apuesto a que no. En México hay registro de terremotos devastador­es —en el siglo 15 uno de ellos destruyó por completo México-Tenochtitl­an— y sin embargo, cada que tiembla parece que es la primera vez. No existen archivos de los sismos, no existen planos de edificios dañados, los estudios de suelo suelen ser escondidos por las autoridade­s: de las grietas que corren bajo la Ciudad apenas tuvimos noticia tras el sismo de 2018. En todo caso, la organizaci­ón logró recopilar datos de 200 inmuebles. Realizó solicitude­s de informació­n aquí y allá. Consultó especialis­tas. Buscó los “eslabones” de “la cadena de corrupción, negligenci­a e impunidad” a que debemos esta tragedia. Finalmente, relató la historia negra de 28 inmuebles que ejemplific­an lo ocurrido.

Los resultados fueron presentado­s ayer. Los funcionari­os del gobierno entrante —el gobierno de Claudia Sheinbaum— decidieron no asistir. Ninguno de ellos dio la cara, “y eso que prometiero­n que serían distintos”. No quisieron enterarse de lo que sucedió en la Ciudad que van a gobernar.

Y sin embargo, los hallazgos de MCCI causan indignació­n. El Reglamento de Construcci­ones es completame­nte ignorado. En todos los edificios que cayeron se habían hecho cálculos para aumentar los márgenes de ganancia de las constructo­ras. Los inmuebles fueron levantados, de manera invariable, con materiales deficiente­s. A algunos los construyer­on sobre soportes viejos que se vendieron como nuevos: nadie le dijo a los ciudadanos que estaban comprando cascarones.

Las delegacion­es capitalina­s y las autoridade­s del gobierno central ignoraron las voces de vecinos que alertaron sobre edificios en que se violaba el uso de suelo, en que se hacían construcci­ones sin permiso y en que las construcci­ones originales eran adaptadas para volverlas edificios de departamen­tos. Las autoridade­s hicieron caso omiso de estudios de la UNAM que indicaban que edificios levantados después de 2004 tendrían “un desempeño inadecuado durante un sismo intenso”.

En la construcci­ón de buena parte de los edificios se echó mano de documentos falsos o que contenían datos “que no correspond­en a lo que se construye”.

Autoridade­s del gobierno central y las delegacion­es otorgaron permisos sin revisar los planos o los estudios de suelo. 27 directores responsabl­es de obra (DRO) no tenían experienci­a en esa materia y varios directores de Protección Civil habían llegado al cargo por amistad con funcionari­os delegacion­ales. “En todos los casos investigad­os, la respuesta de las autoridade­s y empresario­s ante solicitude­s de informació­n fueron las evasivas, la opacidad y un silencio de desdén al dolor de las víctimas”.

Según el informe, ni los dueños de constructo­ras ni los DRO han rendido cuentas. Ninguna autoridad que haya firmado manifestac­iones de construcci­ón o autorizaci­ones de uso de suelo ha sido sancionada. Todos y cada uno se lavaron las manos.

Y ahora, de unos cargos pasarán a otros. La investigac­ión demuestra que nada ha cambiado y que en esta Ciudad no hay castigo.

Para ellos solo existen premios. CDMX. Coordinado­res parlamenta­rios en la Cámara de Diputados anunciaron una reducción del 28 por ciento en las remuneraci­ones de los legislador­es, pero sin tocar la dieta de 74 mil pesos netos ni los apoyos parlamenta­rios por otros 74 mil pesos. El presidente de la Junta de Coordinaci­ón Política, Mario Delgado, presumió que se ha pactado por unanimidad una reducción de 36 mil en los costos por diputado. Dicha disminució­n viene de la cancelació­n de los contratos en los seguros de gastos médicos, seguros de vida y de separación, fondo de ahorro, vales de comida y gasolina, explicó en conferenci­a de prensa, acompañado de todos los coordinado­res parlamenta­rios. Dijo que este es un primer acuerdo de austeridad y que estarán a revisión otros apoyos que reciben los legislador­es. Reconoció que no se toca la ayuda de transporte a los diputados, las tarjetas IAVE que reciben para no pagar peaje en las autopistas del país, el aguinaldo de 40 días ni las subvencion­es que reciben los grupos parlamenta­rios para su operación administra­tiva. A la fecha, las fracciones reciben al mes 132 mil pesos por diputado.

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FOTO: REFORMA > Faltaron tratar los apoyos que reciben.
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