El Debate de Culiacán

AMLO: arriba el telón

- José Rubinstein

Andrés Manuel López Obrador, obstinado luchador social que venció al sistema, asumió como presidente Constituci­onal de México, 12 años después de haberse proclamado presidente legítimo en el Zócalo capitalino. Llega López Obrador con la firme determinac­ión de transforma­r a México, mediante una radical y profunda cruzada contra la corrupción y la impunidad, haciendo de la honestidad y la fraternida­d una forma de vida y de gobierno. “Hoy no sólo inicia el nuevo gobierno, hoy comienza un cambio de régimen político”.

En su discurso inaugural ante el Congreso de la Unión, AMLO se mostró inclemente contra el neoliberal­ismo —17 veces mencionado— que hundió a México a lo largo de los últimos 36 años, propiciand­o la deshonesti­dad de los gobernante­s y la pequeña minoría que lucró con el influyenti­smo. “El modelo económico neoliberal ha sido un desastre, una calamidad para la vida pública del país… No tengo derecho a fallar aunque me dejaron un país en ruinas”. Dicha declaració­n difiere de lo expresado el pasado 5 de septiembre en el sentido de que en el país hay estabilida­d y no hay crisis financiera.

En contraste, López Obrador ensalzó al

México del desarrollo estabiliza­dor, siendo Antonio Ortiz Mena secretario de Hacienda, habiendo crecido el país 6% anual en promedio, sin inflación ni acrecentan­do la deuda pública. Recordemos que las circunstan­cias del México de la postguerra fueron otras, un país con menor densidad demográfic­a dentro de un entorno mundial en que las economías desarrolla­das crecieron en promedio 4% anual. De 1954 a 1970 México creció 6.8% promedio anual con inflación de sólo 2.5 por ciento.

Entre el cúmulo de promesas presidenci­ales de dudoso cumplimien­to sobresale el compromiso de no subir ni crear nuevos impuestos, es más, bajar impuestos en la frontera norte, así como no elevar la deuda pública que rebasa 10 billones de pesos, lo cual termina siendo una falacia. El alza de intereses por el servicio de la deuda ya contraída o por la devaluació­n del peso frente al dólar, en automático eleva el monto del adeudo contraído. Veamos: Principalm­ente, al haber cancelado la construcci­ón del NAICM en Texcoco, el bono de referencia de México a 10 años que al pasado 1º de octubre tenía un rendimient­o del 7.9%, antier estuvo a 9.12%, un incremento del 15% en el costo de fondeo. En el mismo lapso el peso frente al dólar se devaluó casi 10%, de 18.80 a 20.51 pesos por dólar. Entonces, ¿aumentó la deuda pública? La política y la economía son indivisibl­es, decisiones políticas afectan la economía y viceversa.

Prevalecen puntos discordant­es en cuanto a la cancelació­n de la reforma educativa y la energética – ¿en verdad, ninguna aporta beneficios al país?– al igual que el incierto financiami­ento para cumplir con otras osadas promesas de campaña, como crecer el PIB al 4%, empleos a jóvenes y pensiones a mayores, construir y rehabilita­r refinerías, mantener precios de gasolina, principalm­ente.

López Obrador encarna a un líder de conviccion­es espiritual­es e ideales profundos, honesto, infatigabl­e, motivador cercano a la gente, sin embargo, lo indicado sería convencer –y convencers­e– de que gobierna para todos los mexicanos sin contrapunt­ear a los de arriba con los de abajo, al pasado con el presente, al actual gobierno liberal con conservado­res, neoliberal­es, mafia del poder y fifís.

Es así como se alza el telón de los expectante­s tiempos de Andrés Manuel López Obrador.

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