Carlos Corrales, un tiburón le hizo herirse los pies
HISTORIAS Y AVENTURAS…
En el campo pesquero El Castillo la escasez de agua se ha convertido en un problema añejo, no hay autoridad capaz de enfrentar y resolver el caso.
Carlos Corrales López fue un amigo y padre ejemplar, de esas personas que ojalá y todos fuésemos como él, amistoso, alegre y trabajador, amaba su profesión, originario de Cosalá, pero radicado en Culiacán, recién rindió tributo a la madre tierra. Lo conocimos gracias a Armando López, abrazamos la misma profesión: La comunicación y nuestro amor al periodismo, la radio y la televisión, poseía un especial don que era su voz, la cual empleaba para armar llamativos anuncios de tiendas comerciales.
Un fin de semana en los ochenta, nos fuimos de pesca a Topolobampo donde nos embarcamos en un yate muy viejo de nombre Mar de Cortez de la familia Balderrama, el humo del motor a diésel se regresaba a la cabina y casi nos asfixiaba. La captura fue mala, por ello nos anclamos junto a la isla Farallón donde las cristalinas aguas y el veraniego calor incitaron a Carlos Corrales a lanzarse un clavado, apenas iniciaba el nado cuando Armando López, parte de aquel viaje, gritó: “Tiburón a la vista”. Carlos estaba pesadito, y nadó raudo y veloz hasta la embarcación, mas no podía subir, sus pies tocaron el fondo del casco que estaba lleno de pequeños chivires (conchas puntiagudas) y por la desesperación se cortó y expulsó sangre, estaba a punto de desfallecer. Logramos subirlo a cubierta y Armando le aclaró: “Nombre, Carlos, no había tiburón, era solo una broma”... ¡Qué golpe tan duro!