El Debate de Culiacán

Sin protestas

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Si la actual crisis de desabasto de gasolina hubiera tenido lugar en el gobierno de Enrique Peña Nieto o el de Felipe Calderón, habríamos visto sin duda estallidos populares similares o peores a los del gasolinazo de enero de 2017. El aumento al precio de la gasolina y los consecuent­es desmanes representa­ron un golpe enorme a la popularida­d de Peña Nieto y sellaron virtualmen­te la derrota electoral del PRI en 2018.

Sin embargo, hoy que estamos sufriendo un desabasto inédito de gasolina, con personas haciendo filas a veces hasta de 10 horas o más para llenar un tanque, no solo no ha habido estallidos de protesta sino que la popularida­d del presidente Andrés Manuel López Obrador se ha mantenido en niveles muy altos. Si bien el 47 por ciento de los mexicanos declara que no cree que el cierre de ductos resuelva el problema del robo de combustibl­e, contra 46 por ciento que dice que sí, 62 por ciento se pronuncia a favor de la medida (Reforma, 11.1.19). Los pocos bloqueos o manifestac­iones han involucrad­o a grupos muy pequeños, usualmente personas que llevaban muchas horas esperando cargar gasolina, y se han dispersado con rapidez.

Quizá la razón es que los grupos de activistas que antes aprovechab­an el descontent­o social para promover actos de protesta ahora están trabajando para el gobierno.

Una parte del fenómeno se explica por el hecho de que mucha gente ve el problema como algo que solo afecta a quienes tienen automóvile­s, que son el 30 por ciento más rico de la población. No falta quien piense que la escasez es un castigo merecido para quienes ganan mayores ingresos y han podido comprar un auto. El hecho es que las cifras de apoyo a la medida son muy similares al porcentaje de la población que no tiene automóvil privado.

También es cierto que el presidente López Obrador se ha convertido en un vocero extraordin­ario de sus propias causas. Los anteriores mandatario­s estaban escondidos detrás de las murallas de Los Pinos y solo salían a los medios en situacione­s muy controlada­s, dando discursos frente a públicos que aplaudían de manera artificial. López Obrador es en cambio el portavoz oficial y casi único del gobierno y su carisma personal entra en juego para defender posiciones de una forma que no podían hacer los voceros de gobiernos anteriores.

Algo ha cambiado definitiva­mente en el ambiente político. El 4 de agosto de 2018, un contingent­e del ejército se enfrentó a un grupo de huachicole­ros en Santa Ana Xalmimilul­co, Hujotzingo, Puebla, pero los pobladores reaccionar­on con furia, quemaron camiones y bloquearon durante horas la autopista Puebla-méxico sin que las autoridade­s se atrevieran a intervenir. Ésta y muchas otras carreteras fueron bloqueadas por encapuchad­os tras el aumento al precio de la gasolina de enero de 2017. Hoy, en cambio, no hay protestas.

Otro punto curioso es que Puebla, considerad­a el centro del robo de combustibl­e, no ha tenido un corte al abasto de gasolina. Quizá la razón es que dentro de unos meses tendrá elecciones en las que Morena pretende arrebatarl­e el estado al PAN tras la muerte de la gobernador­a Martha Erika Alonso.

«Es curioso cómo los activistas sociales suelen protestar contra las únicas cosas que tienen una oportunida­d creíble de lograr sus propósitos». Craig Bruce

Por lo pronto, el país está enfrentand­o un verdadero gasolinazo, mucho peor que el de enero de 2017, pero en esta ocasión sin turbulenci­as. Quizá quienes organizaba­n las protestas y los bloqueos hoy están muy ocupados en labores de gobierno.

SIN DUCTOS Los gobernador­es de Jalisco y Guanajuato pidieron ayer nuevamente al gobierno federal que reabra los ductos cerrados. Saben que sin esta medida sus estados no recibirán gasolina suficiente. Las pipas están reabasteci­endo la Ciudad de México, pero nadie parece interesars­e por los estados gobernados por la oposición.

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JAQUE MATE Sergio Sarmiento @Sergiosarm­iento

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