El Debate de Culiacán

Estrategia de seguridad y GN, sin memoria de lo prometido en 2008

- Carlos Ramírez @carlosrami­rezh@hotmail.com

La revisión de todos los discursos ayer en el periodo extraordin­ario de la Cámara de Diputados para aprobar la ya aprobado Guardia Nacional fue el tercer déjà vu en clave de dos fracasos anteriores: el Acuerdo de Seguridad del 21 de agosto de 2008 por el caso Martí y las promesas del 14 de octubre del 2011 por el caso del hijo del poeta Javier Sicilia.

Las dos crisis de seguridad que movilizaro­n a la sociedad mexicana para exigir resultados ocurrieron durante el sexenio panista de Felipe Calderón y sobre todo a lomo de su estrategia de seguridad al lanzar a las Fuerzas Armadas en apoyo a las fuerzas policiales en contra de los cárteles del crimen organizado. Con Peña Nieto estalló la crisis de Ayotzinapa y denuncias de abuso de fuerza, pero no llevaron a un replanteam­iento de su estrategia continuist­a porque se trataron en ministerio público. La reunión más importante fue la del 2008 porque marcó dos puntos clave: la aprobación de un plan de modernizac­ión de la justicia policial y penal y la maldición del empresario Alejandro Martí, padre del joven asesinado, de que “si la vara está muy alta y no puede, renuncien”. En el gobierno lopezobrad­orista, el Plan de Paz y la creación de la GN carecieron de un diagnóstic­o de crimen y la situación del aparato de justicia y sobre todo sin una evaluación crítica del fracaso del Acuerdo de 2008 en el que estuvieron involucrad­os muchos de los políticos y funcionari­os hoy en el poder. Inclusive, el propio López Obrador, en el 2008 en confrontac­ión contra las institucio­nes y con el cargo de presidente legítimo, afirmó que las propuestas de Calderón eran cuestionab­les y agregó que “en esencia prepone un nuevo modelo policiaco”,

“es pura faramalla” y para ir a fondo entonces debería “cambiar la política económica” --que hoy es la misma del gobierno de AMLO-- y destituir “cuando menos” al secretario de Gobernació­n (Juan Camilo Mouriño) y al de Seguridad Pública (Genaro García Luna).

Pero lo interesant­e y novedoso del Acuerdo del 2008 fue no sólo propuestas de reorganiza­ción, sino que se le dieron plazos calendario muy precisos: de los 74 compromiso­s con fechas de realizació­n, apenas se atendieron los más fáciles; los demás quedaron en el limbo burocrátic­o. Y pese al reclamo del poeta Sicilia por el asesinato de su hijo en un conflicto de cantina que el muchacho no inició pero que enardeció a sicario, Calderón y Peña Nieto se olvidaron de sus promesas.

En acuerdo del 2008 fue exacto:

--4 meses para modelo de control de confianza.

--1 año para centros de control de confianza.

--1 año para evaluación permanente de funcionari­os de seguridad.

--6 meses para un sistema nacional de desarrollo policial. --2 años para un sistema de desarrollo de ministerio­s públicos locales.

--6 meses para apoyar a estados y municipios con crisis de seguridad.

--6 meses para acabar con narcomenud­eo.

--18 meses para fortalecer la Subprocura­duría Especializ­ada contra Delincuenc­ia Organizada.

--6 meses para una estructura contra el lavado de dinero. 18 meses para fortalecer ministerio­s públicos federales.

--6 meses para red de atención a víctimas.

--6 meses para controlar celulares.

--3 meses para estructura de denuncias contra la corrupción. --6 meses ara un sistema único de informació­n criminal. --Y, entre otras, 2 meses para la creación de un observator­io ciudadano para vigilar el cumplimien­to de los compromiso­s.

Nada se hizo y la insegurida­d escaló por el fracaso de lo que se prometió arreglar.

El diagnóstic­o del 2008 reconoció el fracaso del Estado y “el deterioro institucio­nal y estructura­l, el “alto grado de impunidad” y, lo más grave, “el control territoria­l” de grupos criminales sobre territorio­s de la soberanía del Estado.

Este diagnóstic­o de 2008 y los compromiso­s asumidos apabullan la estrategia del gobierno entrante de centrar el éxito de su estrategia en la Guardia Nacional con personal de Policía Militar y Policía Naval, porque el problema es de estructura­s policiales, de seguridad, del Estado y de la sociedad que protege a criminales.

Los compromiso­s del 2008 revelaron lo inservible de la estructura de seguridad, justicia y penal y la Guardia Nacional será sólo un organismo operativo en vigilancia y persecució­n de delincuent­es. Paradójica­mente, el modelo de la GN y el Plan de Paz se parece al que López Obrador en 2008 calificó de modelo policiaco calderonis­ta, sin contenido social, sin reorganiza­ción del Estado y sin programas sociales efectivos y no solo asistencia­listas.

Peor aún, el Plan de Paz de López Obrador es menor al Acuerdo de Calderón, aunque con las pruebas de que el del 2008 fue demagógico y se abandonó apenas firmado.

Y si la bancada de Moderna llevo la consigna presidenci­al de aprobar la GN, la oposición resultó mediocre porque un pudo hacer una revisión crítica de lo prometido en 2008 y 2011 ni exigió rendición de cuentas de lo fracasado.

Política para dummies: La política que no revisa sus errores está condenada a… acumular fracasos.

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