RCP, UNA SENCILLA TÉCNICA QUE PUEDE SALVAR VIDAS EN RIESGO
El técnico en urgencias médicas enseñó a EL DEBATE los pasos a seguir exitosamente para aplicar reanimación cardiopulmonar a una persona inconsciente
Al suceder una emergencia cardiaca, o paro cardiaco, lo esencial es el tiempo de reacción de las personas que rodean a quien sufrió este percance. El tiempo es oro, y más en una situación de crisis sanitaria como la que se experimenta actualmente, abundó ayer el técnico certificado en urgencias médicas básicas, Martín Roberto López López, durante una entrevista transmitida en vivo por periódico EL DEBATE (en el link bit.ly/38taqkl).
Cuando una persona colapsa, se abre una ventana de hasta 4 minutos con la reanimación cardiopulmonar o cardiorrespiratoria (RCP), que son vitales para auxiliarle sin que sufra daños, ya que en ese lapso pueden agotarse las reservas de oxígeno y las neuronas pueden empezar a morir en el cerebro.
«Después de esos cuatro minutos en que no se atiende al paciente, por cada minuto siguiente es el equivalente a un 10 por ciento de fallo neurológico, es decir, que tal vez podamos recuperar a la persona de ese paro cardiaco, la saquemos adelante, pero su calidad de vida se verá afectada».
Asimismo, las consecuencias de un paro cardiaco serían una reducción en la capacidad motriz, pulmonar, o que incluso la persona no pueda ya deglutir sus alimentos. Funcionamiento
Cuando se aplica la RCP a una persona inconsciente, cada vez que se comprime el pecho, manda la sangre que hay en el corazón al cerebro; cada vez que descomprime o suelta la mano, el corazón se vuelve a llenar de sangre, ya que es una bomba.
«Las manos van a ejercer el bombeo, entonces, mandan sangre al cerebro y vuelve a llenar el corazón. Esto nos permite que se triplique la posibilidad de que una gente sobreviva en lo que llega la ayuda de un profesional, es decir, ya pediste al servicio de médico de urgencia, la ambulancia, y, mientras, este simple hecho nos ayudará a tener la posibilidad de salvar una vida, multiplicada por tres veces».
Esta estrategia se puede emplear con cualquier persona que esté inconsciente, afirmó López López.
«Toda persona que está inconsciente, que no respira, estamos hablando de un paro cardiaco; esto es desde los lactantes, hasta los adultos, y es una maniobra que todos debemos de saber hacer en nuestra casa», agregó. Paro e infarto
La diferencia entre un paro cardiaco y un ataque cardiaco radica en que el corazón tiene un sistema eléctrico y otro de irrigación sanguínea. El infarto es una enfermedad que da durante muchos años, es una enfermedad cronicodegenerativa. «Las arterias tienen un grosor, una elasticidad y un recubrimiento. A través de los años, la mala alimentación, el no hacer ejercicio y los factores de riesgo van engrosando las venas y cubriéndolas de grasa. Cuando aumenta la presión, la sangre empieza a rasgar las arterias, lo que deriva en la formación de coágulos». López apuntó que los coágulos o plaquetas, si se quedan en el corazón, obstruyen la irrigación y se les llama infartos.
«Los síntomas de un infarto son dolor intenso en el pecho, un peso fuerte, puede doler un brazo o los dos, sudoración, mareos, vómito. Científicamente esta comprobado que van a avisar con seis u ocho horas de anticipación». En cambio, el paro cardiaco es el cese de la actividad eléctrica del corazón. Ejemplificó que el cuerpo es como un árbol de Navidad, cuando se conecta la serie de luces, empieza la actividad; pero si se interrumpe la corriente, suceden las fallas.
«Cuando esa electricidad no para o no sigue
su ritmo normal, es el paro cardiaco». Explicó que, al menos en el norte de Sinaloa, de acuerdo a su experiencia profesional, una ambulancia tarda alrededor de 8 minutos o más en llegar al lugar donde fue requerida.
«El tiempo es la regla de oro: cuatro minutos tiene de soporte el organismo para responder a esta situación. Si estamos hablando de que la ambulancia tardó ocho minutos en llegar, esta persona tiene una probabilidad de recibir el 40 por ciento de daño neurológico, ya que se pasaron con cuatro minutos».
Convocó a las escuelas a formar parte de este proyecto, ya que es completamente gratis.
«A un niño de entre 3 y 6 años, las investigaciones nos dicen que le puedes meter toda la información, por lo que si le enseñas lo hábitos de lavarse las manos, de una alimentación sana, eso le va a durar toda la vida. De los 6 a los 9 años, el niño razona, entonces, le enseñas los cuidados del organismo, estas técnicas de RCP y lo vas midiendo. Eso es investigar». u Los pasos
Recalcó que la RCP consiste en colocar las manos en el centro de la persona afectada, se pone una mano encima de la otra y se empieza a comprimir y descomprimir la zona.
«Este detalle tan sencillo nos va a permitir que se triplique la probabilidad de éxito a la hora de salvar la vida de una persona. Ya pedimos la ambulancia, viene en camino, y traerá un aparato llamado desfibrilador».
Recalcó que, de acuerdo a una legislación vigente en el Diario Oficial de la Federación (DOF), debería haber desfibriladores automáticos en los lugares públicos, dispositivos sencillos que permiten salvar vidas.
«Todo esto viene de una cadena de supervivencia. El primer eslabón es llamar, que es cuando se reconoció que la persona está inconsciente y que no respira. Hay que llamar al 9-1-1, entonces empiezas a comprimir y ahí está el segundo eslabón. Si no sabes, el radioperador tiene toda la capacitación, es gente muy preparada, y te va a dar todas las indicaciones. El tercer paso es la llegada del desfibrilador, ahí se da la descarga sólo si se necesita. Algunos son automáticos y ellos te dicen después de evaluar a la persona si se requiere la descarga, son aparatos muy seguros». Finalmente, y lo más deseado en estas emergencias, es la llegada de la ambulancia y la hospitalización de la persona.
«Son eslabones, una cadena de acciones». El contacto
En este orden de ideas, Roberto López López aclaró que simplemente con las manos hasta un niño o niña puede aprender a salvar una vida. Es por ello que desarrolló el curso de reanimación cardiopulmonar Niños Reanimando México, en colaboración con Instituto Nacional de Cardiología, programa gratuito donde las y los directores pueden entrar a la plataforma en línea (disponible en www.lopezgalvezasesores.com y en el correo electrónico info@lopezgalvezasesores.com), llenar un formato con la información del centro escolar y tener acceso a este programa didáctico.
«La idea es saber qué tanto sabe el niño. El 80 por ciento de los paros cardiacos ocurren en el hogar. Lo que hacemos normalmente es que la gente llora, grita, se les olvida el número de emergencia, que es el 9-1-1, y empieza a correr el reloj, no hay marcha atrás con este tiempo».
Si llega a detectarse en la vía pública o en el hogar a una persona colapsada, lo primero es constatar su condición, si respira o está consciente.
Acto seguido, se deberá marcar a emergencias y dar inicio a la reanimación o solicitar indicaciones al operador para llevarla a cabo, mismos que tienen la capacitación para llevar a cabo este soporte.
«La palabra mágica en estos casos es decir al operador que la persona está inconsciente, que no respira. El radioperador, en sus protocolos de atención, sabe que es una situación que pone en riesgo una vida, y de inmediato despacha la ambulancia. Hay que hacer hincapié en que el radioperador preguntará la ubicación, la urgencia y si sabe dar RCP, si no sabe, le orientará, ellos tienen la capacitación para hacerlo».