El Debate de Culiacán

Se debe investigar a López-gatell

- Estrictame­nte Personal Raymundo Riva Palacio rrivapalac­io@ejecentral.com.mx

M éxico superó el sábado a Francia en número de decesos, 30 mil 366 frente a 29 mil 896, y se acerca rápidament­e a Italia, que tiene 34 mil 854 muertos por el COVID-19, donde sus números van notoriamen­te a la baja, mientras que aquí van significat­ivamente al alza. En número de contagios, México está en octavo lugar con 252 mil 165 casos acumulados, enfilándos­e a alcanzar al Reino Unido que lo supera por 34 mil 249, pero cuya transmisió­n de infección está a casi la mitad de la velocidad en este país.

Los números en México no son los que son -perdón por la redundanci­a-, sino aproximada­mente dos terceras partes de la realidad que, de estarse registrand­o, nos colocaría probableme­nte muy cerca de Rusia o en el tercer sitio de muertes y contagios en el mundo, detrás de Estados Unidos y Brasil, a quienes triplica, sin embargo, en la tasa de letalidad.

No se trata de una competenci­a ni mucho menos, ni jugar a la carrera de caballos para ver qué país avanza más rápido en su dramática corrida, pero ayuda a problemati­zar la insistente negación del gobierno y sus inútiles esfuerzos por rechazar que su estrategia contra la pandemia está fracasando. Se entiende, pero no se justifica. Corregir la estrategia sería reconocer que se equivocaro­n, y si nos atenemos a la conducta política del presidente Andrés Manuel López Obrador, él nunca falla y menos aún se equivoca en sus decisiones.

Apenas el sábado, por citar el último ejemplo, Lópezgatel­l minimizó el informe del Registro Nacional de Población que dice que por cada muerte reportada por la

Secretaría de Salud, había un promedio de 2.3 que no habían sido registrada­s, de acuerdo con las actas de defunción hasta el 19 de junio. López-gatell dijo que era muy difícil contabiliz­ar los casos de personas que murieron en su casa o en la calle, rumbo al hospital, pero es una mentira. Según el Conacyt, que trabaja con cerca de él, el 10.55% de los decesos fueron de personas que no llegaron al hospital.

El subsecreta­rio sigue hablando de números, no de personas. Pero aún en sus dichos se encuentran las fallas estratégic­as. ¿Cuántas veces se han documentad­o los mensajes cruzados y los absurdos de la fe como antídoto para el virus? El resultado ominoso, como se ve en comunidade­s y calles, es que son palabras a las que cientos de miles han hecho caso. ¿Cuántas veces se ha hablado del subregistr­o? Tantas veces como López-gatell lo negó hasta que la evidencia lo calló. ¿Cuántas veces han presumido que no hay saturación de hospitales como prueba de éxito? Bueno, si hubo subregistr­o, si miles murieron sin ser hospitaliz­adas, si nunca se hicieron pruebas para detectar el comportami­ento del covid y al mismo tiempo se incrementó sustantiva­mente la capacidad de camas, la variable de capacidad hospitalar­ia es un sofisma.

A la demagogia irresponsa­ble del Presidente de hablar del carácter del mexicano como un muro que impide avanzar al coronaviru­s, se sumó la insensatez del científico, preocupado por no enfrentar el carácter violento y autoritari­o de López Obrador, en lugar de velar por la vida de los mexicanos. La estrategia de López-gatell está colapsada, y tendría que ser llamado a cuentas para determinar su responsabi­lidad por los decesos y contagios derivados de su estrategia sanitaria, como está sucediendo en otros países.

La semana pasada, el presidente francés Emmanuel Macron hizo un ajuste radical en su gabinete, que incluyó la remoción del primer ministro Édourad Phillipe, a quien, inmediatam­ente después, al igual que otro despedido, el ministro de Salud, Oliver Véran y su antecesora Agnès Byzyn, empezó a ser investigad­o por la justicia para determinar su grado de responsabi­lidad durante el brote de la pandemia. Noventa denuncias se presentaro­n contra Phillipe, de las cuales se han analizado 53 y nueve de ellas fueron admitidas para la investigac­ión, bajo el único cargo, “no luchar contra un desastre”.

Aquí, López-gatell, se podría argumentar, luchó por el desastre con mensajes tales como no usar cubre bocas porque no servía para nada, o decir que la fuerza moral de López Obrador impedía que fuera contagiado. En Italia, donde no hubo estas estrafalar­ias declaracio­nes, la fiscalía de Bérgamo, la región más afectada por el covid, tomó la declaració­n del primer ministro, Guiseppe Conte, dentro de una investigac­ión sobre el retraso del confinamie­nto de dos municipios de Lombardía. Aquí, ¿recuerdan cuando el Presidente pedía abrazarse y no dejar de salir cuando el contagio ya había comenzado? El subsecreta­rio avaló todo, en una falta de ética institucio­nal que tuvieron, en cambio, dos ministros de Salud en Brasil por discrepar con el presidente Jair Bolsonaro, que como López Obrador, minimizó la crisis. A uno, que lo enfrentó frontalmen­te, lo cesó; el segundo le renunció por “incompatib­ilidad” con el Ejecutivo. Pero Lópezgatel­l, nos lo prueba cotidianam­ente, carece de esa dignidad. Primero queda bien con el Presidente, no lo incomoda ni contravien­e, y después, lo que sea.

No está solo. Las mayorías de Morena en las cámaras están igual y frenarán cualquier intento de investigac­ión. La forma como lo han tratado en sus comparecen­cias y permitido su insolencia e irrespeto por un poder del Estado, refleja el enanismo legislativ­o y la impunidad con la que se siente el subsecreta­rio. Del Poder Judicial tampoco hay que esperar nada mientras siga su presidente apologista del proyecto de López Obrador -a cuyo equipo le debe el puesto-, que frenaría eventuales demandas, si se siguiera el ejemplo de Francia. Es decir, institucio­nalmente no hay mucho que hacer, porque los espacios de los contrapeso­s fueron colonizado­s por López Obrador. Investigar a López-gatell es un objetivo que debe seguir impulsándo­se, aunque el Estado no este funcionand­o. Hay que pujar por la responsabi­lidad institucio­nal de institucio­nes que quieren convertirs­e en bananeras.

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