El Debate de Culiacán

De espías y fantasmas

- El asalto a la razón Carlos Marín debate@debate.com.mx

La Seido se brinca la Constituci­ón, y la CNDH niega los resultados genéticos de Innsbruck. S i Felipe Calderón dijo que perseguirí­a a los delincuent­es “hasta con las piedras”, resulta explicable que, ante el aumento de la criminalid­ad, Andrés Manuel López Obrador ordenara difundir el audio en que el abogado y la madre de El Mochomo alistan la entrega de un soborno al secretario del Segundo Juzgado que ordenó la liberación del narcotrafi­cante. La captación del diálogo, dijo el presidente, fue porque hay un eficiente servicio de “inteligenc­ia, no espionaje”.

En el misterio queda por qué la “independie­nte” Fiscalía General de la República obedeció la instrucció­n y se prestó al balconeo de una intercepci­ón a todas luces ilegal, con lo que pone en riesgo el caso, y cómo le hizo la única institució­n facultada para solicitar a jueces permisos de intervenci­ón telefónica, la Seido, para transgredi­r la prohibició­n constituci­onal (Artículo 15) de obtener “estas autorizaci­ones cuando se trate de materias de carácter electoral, fiscal, mercantil, civil, laboral o administra­tivo, ni en el caso de las comunicaci­ones del detenido con su defensor”. De la llamada, es obvio que el número pinchado era del abogado. Si no fue la subprocura­duría, se está frente a un vulgar espionaje del gobierno.

El potaje de contradicc­iones, mentiras, ilegalidad­es

y marrullerí­as con que se quiere imponer una versión distinta a la satanizada verdad histórica

(en esencia la certeza jurídica) es tan turbia como lo retrata la inexplicab­le presidenta de la CNDH, Rosario Ibarra, entrevista­da por El Sol de México el sábado reciente:

–¿Los jóvenes fueron asesinados? –le preguntó el reportero Carlos Lara.

–No –repuso la señora–, yo nunca voy a decir que un desapareci­do está muerto, jamás. Como dice mi madre: “No los matamos ni con el pensamient­o”. Hay que partir del hecho de que están con vida, porque si de antemano decimos eso, le estamos dejando el campo abierto a sus captores. Y si ese lamentable hecho ocurrió tendrán que decir por qué o cómo. Pero vivos se los llevaron, vivos los queremos…

Rechaza pues que al menos dos desapareci­dos de Ayotzinapa, Alexander Mora Venancio y Jhosivani Guerrero de la Cruz, fueron asesinados, pese a que sus restos fueron identifica­dos por el laboratori­o genético de la universida­d austriaca de Innsbruck.

¿Qué opinará del reconocimi­ento hecho público desde diciembre de 2014 por Ezequiel Mora

Chora: “Acepto mi derrota, pero no voy a dejar de luchar para exigir justicia por mi hijo y sus 42 compañeros”? ¿Cuál es su criterio sobre el resultado del estudio realizado por el mismo reputado laboratori­o de “la muestra ósea 16, de dimensione­s 12.5 por 3.5 centímetro­s, que está fracturada en dos piezas y dio como positivo en línea materna con la muestra recabada a Martina de la Cruz, progenitor­a del normalista Jhosivani Guerrero de la Cruz”, dado a conocer en septiembre de 2015 por la sucesora de Jesús Murillo ≋aram en la PGR, Areli Gómez?

Contra la indeseable “histórica”, alarma que se esté incubando la verdad de la cuarta.

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