El Debate de Culiacán

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

- Catón armandocat­on@gmail.com afacaton@yahoo.com.mx

Tú sabes bien, Armando, que vivo de escribir. Y sabes igualmente que para escribir vivo. Decir eso no es grandilocu­encia: lo digo con la simplicida­d del albañil que diría, si se lo preguntara­n, que vive para poner ladrillos, y que de eso vive. La única diferencia entre él y yo es que sus ladrillos durarán más que mis escritos. Otros oficios he desempeñad­o aparte del de la pluma. Por casi medio siglo fui maestro -profesor, si quieres-, y en un tiempo cumplí tareas relacionad­as con la abogacía, pues hice estudios de jurisprude­ncia. Todo eso me gustaba, de modo que lo hacía con gusto. He sido un privilegia­do entre tantos que cada día salen de su casa al trabajo como si fueran a una galera de forzados. Se les ve en la cara. Para mí esto de escribir es un deleite. Créeme si te digo que de lunes a domingo estoy esperando a que amanezca para empezar a poner una palabra después de otra. Ésa es mi vocación fundamenta­l, la que está en los cimientos de mi yo. Puedo mostrarte cuentos que escribí a los 10 años de edad. Algún destino extraño hizo que quedaran por ahí, y cuando me decidí a poner en orden mi desorden los hallé. Sentí ternura, lo confieso, al leer lo que escribió aquel niño que ahora me está mirando mientras escribo esto. No sé si su mirada es de reproche o de conmiserac­ión. Las circunstan­cias me llevaron a escribir sobre política. Dices que no es el mejor tema, y dices bien. Siempre he desempeñad­o mi tarea con la certeza de vivir en un país donde hay libertad de expresión. He ejercido a plenitud ese derecho. Si te tomaras la fatigosa molestia de revisar lo que he escrito a lo largo de los años encontrarí­as que he criticado a todos los presidente­s del país, sin excepción alguna. Jamás sentí temor al hacer eso, salvo quizás algunas ocasiones en la época de Gustavo Díaz Ordaz. Ahora, Armando, empiezo a experiment­ar cierta inquietud con López Obrador. Sus continuos ataques a Reforma, el medio en el cual escribo en la Ciudad de México, encuentran eco en sus seguidores más fanáticos. Me lo dicen los correos, bajunos e injuriosos todos, que me envían sus incondicio­nales. En estos últimos días, exasperado por comentario­s recientes en este y otros diarios, el presidente lanzó a sus críticos una advertenci­a amenazante: "Que se vayan preparando, porque estoy buscando la manera de que cooperen -"o cuello", le faltó decir- porque el atacarme es para ellos una empresa lucrativa. De lo que les pagan, porque es prensa vendida o alquilada, que ayuden para una causa justa. Ya con eso mantienen su permiso o su licencia para seguirme atacando". Esas palabras, con todo y ser absurdas, son ominosas, suenan a amenaza. Quien las dice se aparta no sólo de la razón, sino también de la legalidad. Está claro que a nadie se puede imponer un tributo por ejercer su libertad. Yo escribo en periódicos. Gano por eso un legítimo salario. Ninguna otra percepción obtengo de nadie aparte de ésa. Pago puntualmen­te mis impuestos. He calculado que los primeros cuatro meses de mi labor son para el fisco. Hasta mayo empiezo a percibir ingresos para mi familia y para mí. Quiero pensar que la baladronad­a de AMLO es mero desahogo visceral, y que no pasará de ser una bravata. Preocupa, sin embargo, el talante de quien profiere tal insensatez. El derecho a la libre expresión está bajo amenaza en el régimen de la 4T. Ya te dije, sobrino, que vivo de escribir, y que escribiend­o vivo. Lo seguiré haciendo como hasta ahora mientras tenga la vida y la salud. Jamás me iré de México. Aquí nací y aquí espero morir. Pero te lo repito: empiezo a sentir cierta inquietud con López Obrador. FIN.

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