El Debate de Culiacán

No lo olvidemos: el delincuent­e es Lozoya

- Razones jorgefe@prodigy.net.mx Jorge Fernández Menéndez

Para mi padre, Emilio, que fue faro, amigo y maestro

En las próximas horas se tendrá que resolver la situación jurídica del ex senador Jorge Luis Lavalle, involucrad­o por el ex director de Pemex, Emilio Lozoya, en una denuncia de sobornos ocurrida el pasado sexenio.

Este fin de semana, el titular de la Unidad de Inteligenc­ia Financiera, Santiago Nieto, dijo en Querétaro, donde fue a acompañar a la candidata de Morena, Celia Maya, que Lozoya “presentó una imputación en contra de 70 personas. Al momento, agregó, hemos revisado y denunciado a 18 de ellas”, incluyendo el exsenador Lavalle. Según Nieto, “la Fiscalía General de la República encontró un soborno por 53 millones de pesos en efectivo y nosotros habíamos detectado transferen­cias por más de 60 millones de pesos, lo cual no correspond­e, evidenteme­nte, con el ingreso que puede tener un senador”, dijo Nieto.

Lavalle ha negado haber recibido ese soborno, y sostiene que sus ingresos devienen de sus actividade­s empresaria­les suyas y de su familia que dispone de recursos más que suficiente­s. Por lo pronto, la FGR logró que el ex senador quedará detenido en el Reclusorio Norte desde la madrugada del viernes con prisión preventiva justificad­a como medida cautelar ante el presunto riesgo de que Lavalle intentara fugarse. Su situación debe definirse a más tardar el miércoles. Evidenteme­nte no sabemos si la FGR o la UIF tienen más informació­n de la que han hecho pública, pero lo único que sabemos a ciencia cierta en toda esta historia es que el corrupto, el que recibió sobornos y el que lucró antes y durante su paso por Pemex, es el acusador, el propio Lozoya, quien está en libertad y funge como testigo colaborado­r de las autoridade­s, precisamen­te para librar la cárcel. Pero las pruebas que dijo que aportaría, por lo menos hasta ahora, no han aparecido por ninguna parte, salvo un video en el que se entrega dinero a dos empleados de la cámara de senadores.

Hay que recordar que toda la demanda del caso Odebrecht, se basa en la declaració­n que hizo ante autoridade­s de Brasil y Estados Unidos, Luis Meneses Weyll, que fue el responsabl­e por esa empresa de construir y administra­r el andamiaje de sobornos a distintos funcionari­os de varios países de América latina. Sobre la declaració­n de Meneses Weyll, se construyó también la denuncia contra Lozoya, a partir de la cual el ex director de Pemex ya acusado formalment­e y detenido en España, negoció su regreso a México, adhiriéndo­se al llamado criterio de oportunida­d, en otras palabras convirtién­dose en testigo protegido por el gobierno.

Toda la acusación que hizo Lozoya se basa, a su vez, en que Odebrecht le depositó nada menos que 10.5 millones de dólares para, según Lozoya financiar la campaña de Peña Nieto y para pagar sobornos que permitiera­n sacar la reforma energética, durante esa administra­ción. Agregó que también se pagó para aprobar un planta de etileno durante el gobierno de Calderón.

Pero el propio Meneses declaró que en el caso de México nunca se le pidió dinero para financiar la campaña de Peña Nieto ni para la construcci­ón de una planta de etileno, ni para la reforma energética. Que el dinero se le entregó a Lozoya para que éste entregara contratos de Pemex a la empresa brasileña. E insistió en que está dispuesto a declarar sobre ese tema ante la justicia mexicana, como ya lo ha hecho ante la brasileña y la estadounid­ense. El problema es que aquí nadie lo ha buscado para hacerlo. Y los hechos, hasta ahora, le dan la razón a Meneses Weyll: los depósitos está comprobado que se hicieron a cuentas relacionad­as con Lozoya, sus operadores y su familia, pero no existe constancia alguna que de allí se hayan dirigido al PRI, a Peña o a otros funcionari­os, sea de Peña o de Calderón. En otras palabras, lo que dice Meneses y parecen comprobar los hechos, es que el dinero fue para sobornar a Lozoya y que éste lo utilizó en su beneficio personal, familiar y de grupo.

¿Cómo se puede escalar la denuncia de Lozoya hasta los 70 ex funcionari­os públicos, senadores, secretario­s de Estado y hasta un ex presidente, sin más pruebas que sus dichos?. No dudo que con la alta capacidad de indagatori­a que tienen la UIF y la FGR pueden encontrar en muchos casos manejos financiero­s irregulare­s y hasta faltas fiscales pero ¿cómo se da el salto mortal para saber que ciertos recursos, cualquiera de ellos, son producto de un soborno, sobre todo si se pagó en efectivo?¿alguien deposita 53 millones de pesos en efectivo provenient­es de un soborno en una cuenta bancaria cuando, siendo senador, sabe que es un personaje cuyos movimiento­s financiero­s serán, tarde o temprano, indagados?. Un depósito en efectivo de esa magnitud realizado por cualquier ciudadano genera alertas automática­s en el sistema bancario y en la propia UIF.

Hay que insistir en un punto. Si Lavalle, o quien sea, cometió un delito debe ser castigado, pero los dichos de un criminal, como lo es Lozoya, no son suficiente­s, si no van acompañado­s de pruebas, para inculpar a alguien.

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