El Debate de Culiacán

Una declaració­n que desnuda al Gobierno de EPN

- Héctor de Mauleón demauleon@hotmail.com

Meses antes de que 43 estudiante­s de la normal rural Raúl Isidro Burgos desapareci­eran en Iguala, Guerrero, la noche del 26 de septiembre de 2014, la procuradur­ía del estado, a cargo de Iñaky Blanco Cabrera, había entregado a la PGR y al Cisen un conjunto de nombres, números telefónico­s y posibles domicilios de diversos integrante­s de la organizaci­ón criminal Guerreros Unidos, así como informació­n que involucrab­a al exalcalde de Iguala José Luis Abarca Velázquez con el narcotráfi­co.

En la informació­n entregada por Blanco Cabrera figuraban los datos de quienes formaban parte de la célula de Los Tilos o Los Peques —que jugaron un papel central la noche de la desaparici­ón de los alumnos—.

De acuerdo con la declaració­n que el exprocurad­or rindió ante la Fiscalía General de la República el 1 de octubre de 2019 la entrega de estos datos ocurrió en diversos momentos y a través de diversos actores.

Entre 2013 y 2014, personal de la procuradur­ía del estado se reunió varias veces en la Ciudad de México con el titular de la Seido, Gualberto Ramírez. La informació­n fue entregada también al entonces delegado del Cisen en Guerrero, José Miguel Espinosa Pérez, así como a Óscar Monroy y Miguel Robles Bárcena, coordinado­r general y secretario general de ese centro de investigac­ión, respectiva­mente.

La declaració­n del exprocurad­or refiere que el gobernador del estado, Ángel Aguirre Rivero, le había insistido al titular de la PGR, Jesús Murillo Karam, que era necesario “detener a José Luis Abarca, en el entendido de que el Gobierno federal contaba con informació­n relativa a los vínculos o involucram­iento de esa persona con Guerreros Unidos…”.

“Ante la falta de respuesta”, declaró Blanco, el tema volvió a tocarse en dos reuniones de la Conferenci­a Nacional de Procuració­n de Justicia, el 10 y el 20 de mayo de 2014, cuatro meses antes de la tragedia de Iguala.

El tema de Abarca y Guerreros Unidos volvió a ser tratado ante el Grupo de Coordinaci­ón Guerrero, instancia que reunía al delegado de la PGR, Miguel Amelio Gómez; al coordinado­r estatal de la Policía Federal, Omar García Harfuch; al secretario de Seguridad Pública del estado, Leonardo Vázquez Pérez, al ya mencionado delegado del Cisen, José Miguel Espinosa Pérez, y al secretario de Gobierno, Jesús Martínez.

En la declaració­n se lee que en agosto de 2014 el delegado del Cisen presentó en la reunión el documento “Objetivos de Atención Especial”, que había sido preparado a partir de informes federales. En ese documento figuraba ya el nombre de José Luis Abarca.

Blanco recuerda también que en 2013 hubo varias reuniones del Grupo de Atención a Grupos Subversivo­s. En esos encuentros se abordó, dice, el tema de los “colectivos estudianti­les vinculados a grupos subversivo­s y a la delincuenc­ia organizada”.

Como parte de estos grupos fue ubicada la normal Raúl Isidro Burgos: según el documento, en las reuniones del Grupo de Atención a Grupos Subversivo­s se avisó que los alumnos de Ayotzinapa “eran objeto de tareas de adoctrinam­iento y eran empleados para realizar tareas disruptiva­s o delincuenc­iales”.

“Había un seguimient­o puntual de sus actividade­s por parte del Gobierno federal”, asegura el exprocurad­or de Guerrero.

La declaració­n del exprocurad­or prueba que el Gobierno de Enrique Peña Nieto tuvo varios meses para detener a Abarca, intervenir en Iguala, desactivar o desarticul­ar a los Guerreros Unidos: evitar la tragedia cuya sombra, tantos años después, el país sigue arrastrand­o.

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