Ley de conservación de la energía
En 1785, Antoine Lavoisier, químico francés, enunció la ley de conservación de la materia, que dice: “La masa total en un sistema permanece constante, es decir, la masa consumida de los reactivos es igual a la masa de los productos obtenidos”. Pero miles de años antes los filósofos griegos ya sostenían el principio de que un ente no puede desaparecer en la nada, sino solo transformarse. Actualmente se sabe ya que toda materia es energía, por lo cual se enuncia también como ley de conservación de la energía, diciendo que “la energía no se crea ni se destruye, solo se transforma”. Si bien es cierto que la descubrió el hombre y que se le ha considerado una ley de la física y de la química, también es cierto que todo el universo es energía, tanto lo visible como lo invisible, por eso puedo asegurar que es una ley natural o cósmica que rige en todo lo existente, y que bien vale la pena conocerla, ser consciente de ella y aplicarla para beneficio nuestro. Debemos comprender que la energía nunca se puede crear ni destruir, solo puede cambiarse en otra forma. Ejemplo claro es cuando la energía eléctrica se transforma en calor en un calentador o en movimiento en un motor; o cuando la energía del agua al agregarle calor se convierte en vapor; la energía de un cuerpo puede transferirse a otro, de tal modo que sigue en el universo. Podremos así entender que la energía de nuestro cuerpo permanecerá por siempre en el universo, pero solo cambiando de forma o de lugar. Lo mismo aplica para la energía de nuestros sentimientos de amor u odio, bondad o maldad, cuyos efectos prevalecerán.