Una maravilla

Para beneficio de todos, los jóvenes abundan en nuestro país. Son cerca de treinta millones de acuerdo con el Inegi y representan casi un 25 por ciento de la población total. Su edad va de los 15 a los 29 años y reflejan el entusiasmo, el vigor, el ímpetu y la seguridad en el futuro próximo. Están en lo que antes se decía con cierto romanticismo, la edad de oro. Por todas partes aparecen y para fortuna de nosotros, los que ya hace tiempo pasamos por ahí, estos muchachos tienen más oportunidades de estudiar, trabajar y descansar con mayor facilidad que nosotros. Gracias a las redes pueden llamarse ciudadanos del mundo como se anhelaba hace dos o tres décadas. Esta cuota de jovialidad permite seguir pensando en la posibilidad de un mejor destino tanto para ellos y su descendencia así como para los que nos quedamos observando con cierta dosis de envidia sus formas de convivencia, interacción y comunicación. Atrevidos, alegres y visionarios, gran parte de ellos se preocupan realmente por los que les va a tocar vivir mañana y sus prioridades poco a poco dejan de ser egoístas y personales para transformarlas en plurales y sociales. La juventud es una enfermedad que se cura con el tiempo, dijo alguien por ahí… ojalá que sigamos observando muchos pacientes con ese trastorno por muchos años más para que nos sigan contagiando con su energía vital, pues ser joven es un privilegio, y ser un joven decidido a ser mejor adulto, eso ya es una maravilla.