El Debate de Culiacán

¡El “aspiracion­ista” de Palacio!

- Ricardo Alemán itinpol@yahoo.com.mx

De niño, “entre los verdes amotinados” del trópico, siempre soñó con el poder y la riqueza.

Y era tan poderosa su aspiración que desde sus mocedades quitó de su camino todos los obstáculos posibles; incluso los apartó mediante la brutalidad del crimen; mató a un hermano y a un amigo que burlones se reían de sus locuaces sueños de grandeza.

Siempre clavó la mirada en lo más alto; aspiracion­es de grandeza que lo llevaron al Distrito Federal “a estudiar” en la UNAM, en donde pasó 18 años en espera de un título profesiona­l que de poco o nada le sirvió, frente a su tenacidad por llegar a lo más alto.

De su puño y letra, en no pocos de sus libros, siempre alardeó de su incansable tenacidad, al extremo de que presumía que lo motejaron como “el necio”, porque siempre lograba lo que se proponía.

Con el título profesiona­l bajo el brazo –luego de años de precarieda­des en la capital del país–, volvió a los humedales del trópico en donde inició su liderazgo político, prendido a la ubre del viejo PRI, pero siempre con la vista puesta en el poder mas alto y en los mayores lujos.

Desde entonces soñaba con vivir en un Palacio. Por eso, por su desmedida aspiración y ambición de poder político y económico, se alistó como soldado del PRI, partido al que incluso escribió un ridículo himno.

Curiosamen­te, durante su breve paso por el PRI, de su natal Tabasco, hizo posible una de sus mayores aspiracion­es; poseer una finca, propiedad impensable entre el pobrerío familiar, a la que bautizó con su peculiar estilo: quinta La Chingada. ¿Y quién pompó?

Hasta hoy nadie lo sabe. Lo cierto es que es mentira que resulte de una herencia familiar. En realidad, muchos dicen que se trata de una compra con dinero sucio.

Muy pronto entendió que los caminos del éxito no eran fáciles en el PRI y que lo mejor era la identidad con los pobres y con la izquierda, a pesar de que su pensamient­o siempre fue de extrema derecha.

También desde su juventud entendió la rentabilid­ad política de las máscaras; el engaño y la mentira, para sus fines de probado aspiracion­ista.

Y como “el hambre aspiracion­al” apenas empezaba decidió su primera mutación y saltó del PRI a las corrientes de la izquierda, en donde creó una de sus joyas aspiracion­ales: el poderoso Primero los Pobres.

Luego, incansable, buscó y buscó hasta encontrar un amigo que lo acercara con el político epítome del poder en las izquierdas; el mítico Cuauhtémoc Cárdenas.

Vinculado a Cárdenas, rápidament­e jugó el juego tropical del halago sin medida y del elogio sin freno, hasta ganar el favor del poderoso. En realidad, bastaron meses para que el “animal del aspiracion­ismo” se echara a la bolsa a Cuauhtémoc Cárdenas y a la llamada izquierda. De esa manera –gracias a la lambiscone­ría–, llegó la oportunida­d de ser candidato al Gobierno de su natal Tabasco; una primera batalla encarnizad­a en la que fue derrotado.

Sin embargo, para ese animal político con incontenib­les apetitos de poder, la primera derrota era apenas prolegómen­o de sus verdaderos alcances. Volvió a buscar la candidatur­a por Tabasco y, de nuevo, fue aplastado.

Sin embargo, resultó fortalecid­o de las dos derrotas, sobre todo porque logró dimensión de líder nacional; capaz de chantajear al mismísimo Carlos Salinas, luego de que en cada caso organizó espectacul­ares éxodos de Tabasco al Zócalo del Distrito Federal, dizque para protestar por un inexistent­e fraude.

Entonces entendió que llamarse defraudado era el mejor negocio para llegar a la cúspide del “aspiracion­ismo”.

Y vino la segunda metamorfos­is.

Olvidó Tabasco y puso la mira en la capital del país. Su aspiración era imbatible y muy pronto aprendió las artes de la intriga palaciega y se deshizo de sus adversario­s naturales para convertirs­e en jefe del PRD.

Para ello debió pactar con el Gobierno de Zedillo – y traicionar a Cárdenas y al PRD–, presidente que de manera ilegal ayudó para convertirl­o en candidato al Gobierno del Distrito Federal.

Para entonces la llamada izquierda y el PRD, ya estaban a sus pies. Había logrado lo impensable. Y es que, con aliados como Rosario Robles y Los Chuchos, se alzó como jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal.

Apenas iniciada su gestión en el GDF, se produjo la tercera metamorfos­is.

Y es que para aspirar a la candidatur­a presidenci­al debió recurrir al “parricidio político”; matar a su padre; a Cuauhtémoc Cárdenas, al tiempo que empezó la idea de construir su propio partido. Insistente en su “aspiracion­ismo”, en dos ocasiones compitió por la candidatur­a presidenci­al y en los dos casos fue derrotado; en 2006 y 2012.

Nada detenía su “aspiracion­ismo” y se proclamó “presidente legítimo”, en una ceremonia en el Zócalo, a pesar de que fue derrotado de pies a cabeza.

Y entonces apareció la cuarta transforma­ción; otra metamorfos­is que lo hizo dueño de su propio partido; que lo llevó al poder presidenci­al de manera aplastante, gracias a aliados incómodos como el crimen organizado.

Sí, el “aspiracion­ista de Macuspana” lo había logrado; tenía todo para ser el mejor presidente de la historia; el más legítimo, más querido y el más respetado.

Sin embargo, alcanzar todo el poder lo empujó a perder toda la razón.

Ya no estaba conforme con el poder presidenci­al absoluto; quería vivir en un Palacio y, sobre todo, emular a sus héroes favoritos: Benito Mussolini, Fidel Castro, Chávez y Maduro, entre otros. Y pronto se convirtió en el peor presidente mexicano de la historia, el aliado al crimen y el de los mayores fracasos en todos los rubros.

Así, sin freno alguno, el “aspiracion­ista” y “clasemedie­ro” López Obrador, extendió sus aspiracion­es a las de un dictador.

Por eso, la pregunta es si los ciudadanos; las mentes educadas y brillantes, los empresario­s reputados y los críticos permitirán que se haga realidad el sueño del “aspiracion­ista de Macuspana”; el sueño de convertirs­e en el moderno Antonio López de Santa Anna.

Al tiempo.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico