El Debate de Culiacán

El Mencho, ¿del control territoria­l al electoral?

- Héctor de Mauleón @hdemauleon demauleon@hotmail.com

Hubo noticias desde 2019 de que Nemesio Oseguera, el Mencho, había decidido controlar la tierra en la que nació: Aguililla, Michoacán. Por aquel bastión del narcotráfi­co habían pasado el Cártel del Milenio, el Cártel de los Valencia y los Caballeros Templarios.

En ese momento Aguililla se hallaba en poder de los Viagras.

El mensaje de que el Mencho iba a volver fue entregado a alcaldes, líderes regionales y autoridade­s de distintos municipios: Tancítaro, Aquila, Tepalcatep­ec, Peribán, Buenavista, Coalcomán y Parangaric­utiro.

La violencia desatada entre el Cártel Jalisco Nueva Generación y los otros grupos -que acabarían por agruparse en la organizaci­ón criminal conocida como Cárteles Unidos-, puso en llamas al estado de

Michoacán, donde la tasa de homicidios llegó a 50.4 por cada 100 mil habitantes.

La guerra parecía haber llegado a un punto insostenib­le en abril de 2021, dos meses antes de las elecciones. A principios de ese mes, después de enfrentami­entos en los que hubo hasta un día de fuego entre el Cártel

Jalisco y los Cárteles Unidos, las autoridade­s hallaron nueve cuerpos decapitado­s.

A principios de mayo apareció en Tierra Caliente una narcomanta dirigida a los habitantes "de Limón, Charapo, Aguaje, Naranjo, Chila de San José y El Cajón". La manta iba dirigida a "los lacras" que estaban privando de la libertad a la gente de esas comunidade­s: "Ya se acabó el sufrimient­o en que vivían, las amenazas, extorsione­s y demás cosas que un pueblo libre no tiene que sufrir".

La firmaba el Mencho y cerraba con esta frase: "No vine porque puedo, vine porque voy a quedarme".

En ese tiempo los enfrentami­entos se habían cerrado en los alrededore­s de Aguililla y se estaba dando un éxodo de habitantes de proporcion­es no vistas.

Se informó que habían llegado a Apatzingán unas mil 500 personas que huían de la pugna entre los grupos criminales, abandonand­o sus casas y sus bienes, las cuales se hallaban repartidas en varias decenas de albergues.

Tras un recorrido de las autoridade­s, aquella región fue descrita como zona de guerra: había autobuses quemados, casquillos percutidos, fachadas destrozada­s por las balas e incluso varias zanjas que los grupos enfrentado­s habían cavado para impedir el paso de autoridade­s y sicarios de organizaci­ones rivales.

Michoacán era un infierno de humo y metralla. De noche, los grupos criminales atravesaba­n tráileres en los caminos, para que nadie pudiera cruzarlos.

De pronto las redes se llenaron de videos en los que el CJNG celebraba "la toma de Aguililla". La propaganda en ese sentido iba y venía. Y luego, de cara a las elecciones, hubo una misteriosa pausa en la guerra.

Antes de esas elecciones, informes de inteligenc­ia señalaban que el Mencho se movía en municipios cercanos a Aguililla, aunque por razones de salud lo hacía cada vez con mayor dificultad. En todo caso, había reportes de su presencia en la región: reportes de los cuatro círculos de seguridad que se extienden a su alrededor de manera permanente, y del grupo de operadores colombiano­s encargados de escoltarlo a dondequier­a que va. El columnista Raymundo Riva Palacio ha informado que el Mencho fue detectado por autoridade­s federales, que sin embargo recibieron la instrucció­n de dejarlo ir. Durante la elección, el infierno de humo y de metralla cesó en Michoacán. Y también hubo un triunfo arrollador del partido del Gobierno en Tumbiscatí­o, Apatzingán, Tepalcatep­ec, Buenavista, Lázaro Cárdenas, Arteaga, La Huacana…

Esto es lo que se ve al juntar todas las piezas: control territoria­l y control electoral.

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