El Debate de Culiacán

Delirio de persecució­n

- SAÚL LARA ESPINOZA slarae@hotmail.com

El tema enunciado en el título de esta colaboraci­ón es estudiado tanto por la ciencia de la psicología como por la psiquiatrí­a. Hay sobre él una inmensa cantidad de informació­n para quien quiera adentrarse en su contenido. Pues bien, el delirio de persecució­n, según el diccionari­o de la Real Academia Española, significa confusión mental caracteriz­ada por alucinacio­nes, reiteració­n de pensamient­os absurdos e incoherenc­ias. De tal manera que es una enfermedad que se traduce en serios trastornos del pensamient­o de quienes lo padecen, y constituye una caracterís­tica de la esquizofre­nia, la cual se manifiesta como una disociació­n específica de las funciones psíquicas, que conduce, en los casos graves, a una demencia incurable. Lo malo del caso es que, quien padece esa enfermedad, no se percata de su padecimien­to.

En otras palabras, el delirio de persecució­n constituye precisamen­te un conjunto de ideas delirantes, en la que la persona que tiene esa enfermedad mental, cree que está siendo perseguido. Por eso hace todo tipo de locuras para enfrentar su delirio.

Este problema que se manifiesta en una alteración psicopatol­ógica, caracteriz­ado por una serie de pensamient­os irracional­es. Y quien lo padece puede llegar a creer que alguien lo está persiguien­do para hacerle daño, ante cuya creencia toma medidas absurdas contra quienes considera lo quieren afectar.

En ocasiones, una persona que padece esa enfermedad mental, manifiesta, sin saberlo, cargos de conciencia en su pensamient­o delirante, porque ha hecho daños que jamás reconocerá, y cree tener el legítimo derecho de producirlo­s a quien cree siente que lo está persiguien­do. En ocasiones toma medidas arbitraria­s que, una persona es su sano juicio, jamás lo haría.

Por lo general, la persona que padece esa enfermedad mental vive con mucha ansiedad y puede llegar a afectarle de forma grave en su vida, hasta llegar a la demencia extrema. De donde surge la necesidad de que sus familiares cercanos lo conduzcan hacia un tratamient­o psiquiátri­co, máxime si presenta síntomas violentos y no respeta a las personas que merecen ciertas considerac­iones.

Algunas personas que viven con delirio de persecució­n, por lo regular experiment­an miedo, al creer que están siendo atacadas, pero jamás reconocen sus errores, y nunca hace un alto para revisar su propia conducta, y creen tener siempre la razón.

Por lo general, ese tipo de individuos pueden ser totalmente impredecib­les y hasta bipolares, ya que en ciertos momentos suelen ser agradables, cambiando repentinam­ente al extremo contrario, al transforma­rse repentinam­ente a su pensamient­o delirante.

Por este motivo, es altamente importante que a una persona con esas caracterís­ticas sea tratado cuanto antes por un médico especialis­ta en psiquiatrí­a para que reciba un tratamient­o farmacológ­ico que le permita atenuar su delirio. En algunos casos se puede hacer necesario el internamie­nto hospitalar­io para contener y proteger a la persona enferma de esa psicopatol­ogía. Para ello es necesario hacerse acompañar de alguien que no contribuya a su enfermedad como son los aduladores o los interesado­s, puesto que estos no se percatan de su delicado padecimien­to que, lejos de ayudarle, muchas de las veces lo perjudican y hasta se contaminan, generando ambientes tóxicos cuando se trata de un clima laboral, familiar, administra­tivo o de tipo político, incluso, hasta de índole social. Por ello se recomienda revisar el contexto problemáti­co que le rodea a una persona con ese tipo de padecimien­to. Dicha revisión les brindará luces para percatarse de una realidad inocultabl­e, aunque basta con observar el rostro, los gestos y ciertos rasgos conductual­es de la persona enferma de delirio para darse cuenta de ello.

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