El Debate de Culiacán

Cuando el río suena… complot no lleva

- CARLOS LORET DE MOLA historiasr­eportero@gmail.com

No es que se interrumpa su gira para saludar a la mamá del narcotrafi­cante más famoso del mundo. No es que en las mañaneras trate a delincuent­es con el respeto que no dispensa a los que considera sus adversario­s. No es que la oposición arme un expediente ante organismos internacio­nales porque las elecciones de 2021 fueron “narcoelecc­iones” mientras él declaraba que la delincuenc­ia organizada “se portó bien”. No es que un magistrado del Tribunal Electoral declare que la incidencia del crimen organizado en las elecciones mexicanas ha ido creciendo y nadie quiere hablar de ello. No es que en Guerrero, Zacatecas, Michoacán, Sinaloa y Chiapas los grupos narcotrafi­cantes controlan cada vez más territorio­s. No es que sean varios los gobernador­es morenistas con acusacione­s de vínculos con el narco. No es que haya videos de líderes del narco con autoridade­s obradorist­as. No es que haya declaracio­nes de morenistas y exmorenist­as confesando que el dinero del narco entró a Morena. No es que sea el sexenio con más asesinatos en la historia del país. No es que las denuncias de extorsión estén en niveles récord. No es que las madres buscadoras sigan encontrand­o fosas clandestin­as y que ya mejor pidan clemencia a los grupos del crimen organizado.

No. Todos los hechos anteriores vistos de manera independie­nte no son evidencia concreta de que el presidente López Obrador sea un narcopresi­dente. Pero cuando se ven todos juntos y se analiza qué ha pasado con los cárteles este sexenio —más poder, más territorio—, se entiende por qué un reportaje como el de Propublica caló tanto.

Uno de los villanos favoritos de la mañanera, Genaro García Luna, fue declarado culpable de estar relacionad­o con el narco con base en declaracio­nes de testigos protegidos. Hace dos semanas, el reportaje reveló que hay cinco testigos protegidos que declararon a la DEA que el cártel de Sinaloa entregó 2 millones de dólares a la campaña presidenci­al de AMLO en 2006. El presidente giró la narrativa: las declaracio­nes de testigos protegidos que antes alababa hoy reciben contundent­e descalific­ación. La doble vara de López Obrador. Nada nuevo en su sexenio.

El gobierno de Estados Unidos ha sido claro en que el caso está cerrado. No ha dicho que las acusacione­s sean falsas ni que López Obrador sea inocente. Sólo que el caso está cerrado.

El presidente luce descolocad­o por la penetració­n del #Narcopresi­dente. Sabe que su imagen ante la opinión pública está en juego. La evidencia está a la vista de todos: el crimen organizado opera con cada vez más márgenes en México y el gobierno, si no es cómplice, da permiso y no combate. Ese es el problema. Que la propaganda no le está alcanzando al presidente: la sospecha entre la ciudadanía está presente por todo lo que está a la vista. El río está sonando.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico