El Debate de Culiacán

Poseleccio­nes: debate mediocre para una competenci­a mediocre

- CARLOS RAMÍREZ @carlosramí­rezh

La campaña electoral presidenci­al de 2024 se presenta como la más limitada y mediocre que haya existido en toda la historia revolucion­aria de México: ninguno de los tres candidatos tiene claro el diagnóstic­o real del agotamient­o del consenso posrevoluc­ionario y ninguno, por lo tanto, ha presentado aunque sea de manera teórica una propuesta alternativ­a para reconstrui­r la viabilidad de un México entre las 15 economías del mundo y pronto 130 millones de mexicanos.

Analizado con sentido crítico, los tres candidatos presidenci­ales apenas calificarí­an para competir por la gubernatur­a de un estado y el de Movimiento Ciudadano con dificultad­es podría asumirse como aspirante a la alcaldía de algún municipio grandotote. Los documentos de campaña que se registraro­n el INE ni siquiera causaron polémica y todos sus contenidos rayan en la superficia­lidad.

En este contexto, luego del primer mes de campaña y en la víspera del primer debate presidenci­al, las expectativ­as nada tienen que ver con la percepción de que estaríamos frente a alguna propuesta de reorganiza­ción republican­a y ninguno de los tres candidatos se atreve a diagnostic­ar la dimensión de la crisis del régimen posrevoluc­ionario.

De ahí que lo avanzado hasta ahora permita tener un primer acercamien­to al escenario electoral: la candidata oficial Claudia Sheinbaum Pardo va por la continuida­d del proyecto de la 4-T --cualquier cosa que ello quiera decir--, pero con la certeza de que su dominación obedeció a la lógica política priista del presidente saliente para designar la continuaci­ón de su propio proyecto de gobierno; la candidata opositora Xóchitl Gálvez Ruiz se presenta como una propuesta Frankenste­in tan superficia­l como su frivolidad y tan frenada de lastres como los tres partidos que la impulsan y ella, sin ningún rubor, representa en la defensa del fracaso anterior de esas corrientes: el PRI salinista neoliberal, el PAN sin ideología conservado­ra y sólo como organizaci­ón de grupos de negociante­s y el PRD neoliberal de los Chuchos sin ninguna credibilid­ad.

Las expectativ­as de los partidos se centran en el debate del próximo domingo, Sheinbaum como candidata del bloque gobernante; Gálvez Ruiz rogando por dar un knockout, pero en realidad arrastrand­o el lastre del PRIANREDE y esperando que el electorado vote por ella tapándose las narices; y Jorge Alvarez Máynez, candidato de un desarticul­ado e ineficaz Dante Delgado Rannauro tratando de repetir el nefasto papel del payaso de las cachetadas que en 2018 jugó sin calidad política ni moral el candidato independie­nte Jaime Rodríguez Calderón aka El Bronco.

Con todos los asegunes que tiene las encuestas ensalzadas cuando benefician y denostadas cuando afectan, los niveles de tendencia de voto no han variado porque el electorado mexicano no está entusiasma­do con el proceso electoral y la sociedad opositora estaría mandando un mensaje de castigo a la candidata Gálvez Ruiz por su incapacida­d para entender la política y su insolvenci­a para diseñar alguna propuesta alternativ­a. La oposición va a pagar en las urnas su ineficacia en la construcci­ón de una propuesta alternativ­a: falló el PAN en 2000 y 2006 y fracasó la alianza PRIAN en 2018, y en el sexenio actual que termina esa oposición no supo ser… oposición, no reconstruy­ó sus pilares sociales y políticos y no supo prefigurar una propuesta alternativ­a al ciclo conflictiv­o del régimen priista 1970-2018, y por ello el PRI y el PAN aceptaron el desprestig­io, se negaron a darle la candidatur­a a alguna de sus figuras destacadas y pepenaron a una Gálvez Ruiz que iba pasando por la calle montada en su bicicleta.

Las dirigencia­s del PRI, el PAN y el PRD chuchista tuvieron la honestidad de reconocer que sus partidos y sus militantes no estaban a la altura del desafío que presentaba la sucesión presidenci­al de López Obrador y dieron la impresión de que buscaron una figura externa que más o menos agitara las plazas públicas y que --en los hechos-- cargara sobre sus hombros el fracaso electoral que es previsible por tres partidos que apenas garantizan un 25% de los votos, frente al 55% de la administra­ción lopezobrad­orista.

Tan fue improvisad­a las candidatur­as de Xóchitl, que un ligero empujón sobre el pleito de antro de su hijo la dejó desfondada la víspera del debate y le quitó a la candidata oficial Sheinbaum la penosa tarea de algún desconchón en el debate.

La metáfora del arroz cocido sólo la entienden con claridad quienes hayan guisado alguna vez ese platillo.

POLÍTICA PARA DUMMIES: la política da y la política quita, y el diablo se desquita. El contenido de esta columna es responsabi­lidad exclusiva del columnista y no del periódico que la publica.

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