Xóchitl Gálvez, buena candidata, pero muy mal acompañada
Los partidos políticos y los dirigentes de los mismos que postularon a Xóchitl Gálvez Ruiz como candidata a la Presidencia de la República, gozan de muy mal prestigio. Aunque en su momento, el PRI, el PAN y el PRD fueron partidos exitosos. En el caso del PRI, su deterioro y debacle se suscita en dos momentos. El primero durante el gobierno de Miguel de la Madrid Hurtado, en el que se manifiestan profundas fracturas en dicho instituto político; principalmente por el abandono de la línea política revolucionaria y la profunda selectividad con que se distribuyen los incentivos selectivos, que excluyen a los grupos identificados fuertemente con el proyecto histórico de la revolución mexicana., es decir, los grupos populares, los campesinos y la clase trabajadora.
Por lo que toca al segundo momento, éste se da con el arribo a la presidencia de la República con Carlos Salinas De Gortari, que va a significar el resquebrajamiento de la coalición dominante y la construcción de una nueva agrupación distinta, completamente comprometida con el nuevo proyecto del gobierno y con escasa militancia partidista o representatividad política. Lo cual implicó el desplazamiento de una gran cantidad de líderes y grupos y, por tanto, de las alianzas con ellos, lo que hacía posible el control, la gobernabilidad y la estabilidad política.
El primer momento es producto del abandono de la línea política revolucionaria. Las principales fracturas que se dan en el PRI son propiciadas por el enfrentamiento de dos proyectos políticos distintos: el histórico revolucionario que pretende devolver al PRI y al Estado su carácter reivindicatorio y de compromiso social. Y el otro proyecto, el neoliberal, comprometido con la modernización del país a través de una completa integración de la economía nacional a los procesos de globalización mundial. Que más que ser una exigencia histórica, constituye una exigencia de los grandes y poderosos grupos financieros y comerciales nacionales y extranjeros.
Este antagonismo va a resolverse en favor de éste último proyecto mediante la salida del partido de un fuerte contingente priísta que pasa a la oposición. Y a través del nombramiento como candidato a la presidencia de la República de un miembro de la nueva élite política de aquel tiempo, identificado con éste proyecto y con los grupos económicos que lo sustentan: Carlos Salinas de Gortari.
A partir del momento en que este último personaje mencionado toma posesión como Presidente de la República, su tarea primordial se centró en implementar una nueva línea política, esto es, el proyecto neoliberal que, por carecer de base social y atentar contra el desarrollo armónico de la economía, encuentra fuerte oposición en la sociedad, en el partido y al interior de la propia clase dominante. Básicamente, porque sustenta su existencia en el abandono del Estado benefactor e intervencionista de amplio contenido social. Por su parte, el Partido Acción Nacional (PAN) tiene la brújula perdida y surgen múltiples divisiones políticas en su interior, que marcan una crisis que dura varios años. Los problemas van más allá de la gresca pública que se suscita entre el expresidente Felipe Calderón y los panistas cercanos a Ricardo Anaya, el último candidato presidencial del partido blanquiazul. Y también es más grande que el agujero cada vez más difícil de tapar que tiene el partido en la Ciudad de México.
El error estratégico del PAN en la Presidencia de la República, con Fox y con Calderón, se localizó en la decisión de aprovechar en su beneficio el sistema político priísta erigido sobre la fuerza institucional del presidente de la República y el dominio político del partido– Estado. Sin embargo, la institución presidencial quedó irreversiblemente debilitada en términos de hegemonía política, puesto que la fuerza priísta no descansaba solo en la dependencia del presidente de la República, sino en su dominio orgánico y territorial.
Por su parte, en el PRD con los famosos “Chuchos” le dieron en la torre a este partido político. El tiro de gracia se lo fue dando poco a poco Andrés Manuel López Obrador, durante el proceso de formación del llamado Movimiento de Regeneración Nacional, cuyo grueso de su militancia proviene del PRI, PAN y PRD, incluido el propio presidente de la República y sus seguidores.
Dichos partidos políticos PRI, PAN y PRD, ahora son dirigidos por tres personajes de pésimo perfil, como son: Rafael Alejandro Moreno Cárdenas, Marko Antonio Cortés Mendoza y Jesús Zambrano Grijalva respectivamente, quienes se han convertido en los sepultureros de sus respectivos institutos políticos que, sumadas a las ambiciones personales de muchísimos de sus miembros que emigraron a Morena sin rubor, ni escrúpulo alguno, mucho menos sin convicción efectiva a los principios e ideología postulada por sus anteriores y actuales institutos políticos. Ello, cual camaleones que cambian de color. Ni modo, los actuales dirigentes del PRI, PAN y PRD, son los que acompañan a Xóchitl Gálvez Ruíz. En verdad muy mala compañía.