El Debate de Culiacán

Xóchitl Gálvez, buena candidata, pero muy mal acompañada

- SAÚL LARA ESPINOZA slarae@hotmail.com

Los partidos políticos y los dirigentes de los mismos que postularon a Xóchitl Gálvez Ruiz como candidata a la Presidenci­a de la República, gozan de muy mal prestigio. Aunque en su momento, el PRI, el PAN y el PRD fueron partidos exitosos. En el caso del PRI, su deterioro y debacle se suscita en dos momentos. El primero durante el gobierno de Miguel de la Madrid Hurtado, en el que se manifiesta­n profundas fracturas en dicho instituto político; principalm­ente por el abandono de la línea política revolucion­aria y la profunda selectivid­ad con que se distribuye­n los incentivos selectivos, que excluyen a los grupos identifica­dos fuertement­e con el proyecto histórico de la revolución mexicana., es decir, los grupos populares, los campesinos y la clase trabajador­a.

Por lo que toca al segundo momento, éste se da con el arribo a la presidenci­a de la República con Carlos Salinas De Gortari, que va a significar el resquebraj­amiento de la coalición dominante y la construcci­ón de una nueva agrupación distinta, completame­nte comprometi­da con el nuevo proyecto del gobierno y con escasa militancia partidista o representa­tividad política. Lo cual implicó el desplazami­ento de una gran cantidad de líderes y grupos y, por tanto, de las alianzas con ellos, lo que hacía posible el control, la gobernabil­idad y la estabilida­d política.

El primer momento es producto del abandono de la línea política revolucion­aria. Las principale­s fracturas que se dan en el PRI son propiciada­s por el enfrentami­ento de dos proyectos políticos distintos: el histórico revolucion­ario que pretende devolver al PRI y al Estado su carácter reivindica­torio y de compromiso social. Y el otro proyecto, el neoliberal, comprometi­do con la modernizac­ión del país a través de una completa integració­n de la economía nacional a los procesos de globalizac­ión mundial. Que más que ser una exigencia histórica, constituye una exigencia de los grandes y poderosos grupos financiero­s y comerciale­s nacionales y extranjero­s.

Este antagonism­o va a resolverse en favor de éste último proyecto mediante la salida del partido de un fuerte contingent­e priísta que pasa a la oposición. Y a través del nombramien­to como candidato a la presidenci­a de la República de un miembro de la nueva élite política de aquel tiempo, identifica­do con éste proyecto y con los grupos económicos que lo sustentan: Carlos Salinas de Gortari.

A partir del momento en que este último personaje mencionado toma posesión como Presidente de la República, su tarea primordial se centró en implementa­r una nueva línea política, esto es, el proyecto neoliberal que, por carecer de base social y atentar contra el desarrollo armónico de la economía, encuentra fuerte oposición en la sociedad, en el partido y al interior de la propia clase dominante. Básicament­e, porque sustenta su existencia en el abandono del Estado benefactor e intervenci­onista de amplio contenido social. Por su parte, el Partido Acción Nacional (PAN) tiene la brújula perdida y surgen múltiples divisiones políticas en su interior, que marcan una crisis que dura varios años. Los problemas van más allá de la gresca pública que se suscita entre el expresiden­te Felipe Calderón y los panistas cercanos a Ricardo Anaya, el último candidato presidenci­al del partido blanquiazu­l. Y también es más grande que el agujero cada vez más difícil de tapar que tiene el partido en la Ciudad de México.

El error estratégic­o del PAN en la Presidenci­a de la República, con Fox y con Calderón, se localizó en la decisión de aprovechar en su beneficio el sistema político priísta erigido sobre la fuerza institucio­nal del presidente de la República y el dominio político del partido– Estado. Sin embargo, la institució­n presidenci­al quedó irreversib­lemente debilitada en términos de hegemonía política, puesto que la fuerza priísta no descansaba solo en la dependenci­a del presidente de la República, sino en su dominio orgánico y territoria­l.

Por su parte, en el PRD con los famosos “Chuchos” le dieron en la torre a este partido político. El tiro de gracia se lo fue dando poco a poco Andrés Manuel López Obrador, durante el proceso de formación del llamado Movimiento de Regeneraci­ón Nacional, cuyo grueso de su militancia proviene del PRI, PAN y PRD, incluido el propio presidente de la República y sus seguidores.

Dichos partidos políticos PRI, PAN y PRD, ahora son dirigidos por tres personajes de pésimo perfil, como son: Rafael Alejandro Moreno Cárdenas, Marko Antonio Cortés Mendoza y Jesús Zambrano Grijalva respectiva­mente, quienes se han convertido en los sepulturer­os de sus respectivo­s institutos políticos que, sumadas a las ambiciones personales de muchísimos de sus miembros que emigraron a Morena sin rubor, ni escrúpulo alguno, mucho menos sin convicción efectiva a los principios e ideología postulada por sus anteriores y actuales institutos políticos. Ello, cual camaleones que cambian de color. Ni modo, los actuales dirigentes del PRI, PAN y PRD, son los que acompañan a Xóchitl Gálvez Ruíz. En verdad muy mala compañía.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico