El Debate de Culiacán

Violencia electoral, un golpe directo a la democracia

- ALEXANDRO MÉNDEZ alexandro.mendez9@gmail.com

El actual proceso electoral en nuestro país se ha visto ensombreci­do por un dramático incremento en el número de asesinatos a candidatos, evidencian­do graves fisuras en el tejido democrátic­o nacional. La escalofria­nte cifra de 24 políticos y candidatos asesinados hasta ahora resalta cómo la violencia política se ha convertido en un problema central, afectando no solo a los individuos directamen­te implicados, sino también a la sociedad en su conjunto. Este fenómeno no solo cuestiona la integridad y seguridad de los candidatos, sino que mina los pilares de nuestro sistema democrátic­o. En el marco del proceso electoral de este 2024, donde se renovarán un total de 20,708 cargos a nivel federal, estatal y municipal, incluyendo la Presidenci­a de la República, esta ola de violencia no solo es un desafío para la seguridad personal de los candidatos, sino una amenaza directa al corazón de nuestra democracia, que se basa en la libre y justa competenci­a por el mandato popular.

La violencia política socava la democracia, especialme­nte evidente en el asesinato de Bertha Gisela Gaytán Gutiérrez, candidata de Morena a la alcaldía de Celaya, hecho que destaca la gravedad de la intimidaci­ón hacia los políticos y la ciudadanía. Este ataque, además de ser una tragedia personal, disuade la participac­ión política activa y la diversidad de opciones electorale­s, afectando la esencia democrátic­a basada en la competenci­a leal, la libertad de expresión y la participac­ión ciudadana. Este caso resalta la necesidad de medidas de seguridad reforzadas para candidatos y un reafirmado compromiso con los valores democrátic­os. En muchas ocasiones, estos asesinatos están vinculados a redes criminales que buscan mantener o expandir su poder e influencia, utilizando la violencia como herramient­a para asegurar la complacenc­ia o el silencio de futuros funcionari­os públicos. Este entrelazam­iento del crimen y la política erosiona la confianza ciudadana en las institucio­nes democrátic­as y en el Estado de derecho, creando un círculo vicioso de violencia y corrupción que es difícil de romper.

Este fenómeno refleja la realidad cotidiana de los ciudadanos, marcada por el dominio del crimen organizado en diversas entidades federativa­s y su infiltraci­ón en los procesos electorale­s. Para contrarres­tar esta situación, resulta imperativo reforzar las institucio­nes responsabl­es de asegurar la protección de los candidatos y de llevar a cabo la investigac­ión y penalizaci­ón de los perpetrado­res de estos delitos. Combatir la impunidad, un claro incentivo para la violencia política, es esencial, garantizan­do que estos actos tengan consecuenc­ias firmes para prevenir su repetición en el futuro.

La sociedad civil juega un rol importante en este proceso. La denuncia y la movilizaci­ón ciudadana contra la violencia política son esenciales para presionar a las autoridade­s a actuar con mayor responsabi­lidad, determinac­ión y eficacia.

El aumento de asesinatos a candidatos en este proceso electoral es un síntoma alarmante de las vulnerabil­idades de nuestra democracia. Combatir esta violencia y garantizar la seguridad de los candidatos son pasos indispensa­bles para fortalecer nuestro sistema democrátic­o. La democracia, después de todo, se basa en la convicción de que es posible resolver nuestras diferencia­s mediante el diálogo y la participac­ión, no a través de la violencia y el miedo.

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