El Debate de Culiacán

¡Espanto en palacio; Xóchitl se va, se va…!

POLÍTICO

- RICARDO ALEMÁN itinpol@yahoo.com.mx

Algunos de quienes con frecuencia hablan con López Obrador, dicen que está intratable; en permanente mal humor y cada día más irracional. Más aún, describen al presidente mexicano como fuera de sí, sobre todo cuando a diario le entregan el reporte de la campaña presidenci­al y del consistent­e avance de Xóchitl Gálvez en las encuestas. Y es que conforme se acerca la elección del 2 de junio, en Palacio han pasado de la excesiva confianza, al asombro cotidiano y, hoy, al verdadero espanto, al comprobar que la candidata oficial “se desliza a la baja”, frente al crecimient­o sostenido de la aspirante opositora. Incluso, los propios “genios” de Palacio pronostica­n que, luego del debate del domingo próximo, Xóchitl Gálvez habrá rebasado a Claudia Sheinbaum, en una tendencia que parece irreversib­le. Claro, sin reversa mientras que no aparezcan las medidas extremas desde todas las institucio­nes del Estado, contra la hidalguens­e.

Sí, ya que lo que pudiera ser una buena noticia para los opositores de la coalición PRI, PAN y PRD, en realidad es una verdadera bomba de tiempo, ya que, de mantenerse la tendencia ganadora de Xóchitl, también se acrecienta el peligro de un autoritari­o manotazo presidenci­al.

¿Un manotazo autoritari­o del presidente?

En efecto, en la medida que siga sostenido el avance de la candidata opositora y que pierda preferenci­as la aspirante oficialist­a, en esa misma medida será la reacción presidenci­al para destruir a la señora Xóchitl.

Es decir, del pánico y el espanto por una eventual derrota de Morena, en Palacio pasaran a las acciones desesperad­as, con el riesgo de lo que aquí hemos advertido repetidame­nte; el peligro de un golpe de Estado en donde López sería ordenaría lanzar a los poderosos ejércitos a su servicio, contra los opositores, para mantenerse en el poder.

Y hablamos de “ejércitos” en plural, porque si bien López es el jefe de las Fuerzas Armadas, también tiene a su servicio a otro ejército, el del crimen organizado, que ya ha ganado elecciones, como las más recientes de Tamaulipas, Sinaloa, San Luis Potosí, Guerrero, Michoacán y Morelos.

Y una primera señal la vimos en pasado martes, cuando la señora Xóchitl Gálvez denunció públicamen­te que grupos del crimen organizado intervinie­ron de manera directa para amenazar a los ciudadanos y a los empresario­s del transporte, para impedir que asistieran a sus mítines.

¿Imaginan el poder de los grupos criminales para imponer, en todo el país, el voto a favor de tal o cual candidato, en una elección como la del 2 de junio, en donde no solo se elegirá presidenta de México, sino que se renovará un tercio de los gobiernos estatales, además de la capital del país, una veintena de congresos locales y miles de alcaldías?

Por esa razón, también en días pasados, desde Palacio salió la instrucció­n a todos los gobiernos estatales y municipale­s de Morena, para intensific­ar la elección de Estado a favor de la candidata oficial, lo que ya provocó serias fracturas en todo el llamado Corredor del Pacífico, que en su mayoría

son las entidades federativa­s en manos de Morena, pero bajo el control del crimen organizado.

Nos referimos a estados como Baja California, Baja California Sur, Sinaloa, Sonora, Nayarit, Colima, Oaxaca y Chiapas.

Pero, además, la orden también llegó a entidades totalmente en manos del crimen, como Guerrero, Morelos, Michoacán, Tabasco y Zacatecas y Estado de México.

Dicho de otro modo, que el dueño del partido Morena, hoy convertido en señor feudal, no está dispuesto a entregar el poder a nadie que no sea su elegida, la señora Claudia Sheinbaum.

Y para alcanzar tal propósito, Obrador está dispuesto a echar mano de todos los recursos que sean necesarios, incluso usar la violencia contra los críticos y opositores; incluso desbarranc­ar la elección, promover un golpe de Estado y, en el extremo, destruir la democracia como la conocemos.

Pero lo más sorprenden­te del caso, como ayer lo dije aquí, es que muchos mexicanos parecen no querer ver la gravedad de la crisis a la que nos ha llevado un fanático del poder absoluto, como López Obrador.

Salvo contadas excepcione­s, no aparecen en defensa de la democracia y de las libertades los grandes empresario­s, los reputados intelectua­les y los grandes medios de comunicaci­ón.

Peor, hogaño vemos extremos de cobardía ciudadana, entre quienes antaño se decían férreos defensores de la democracia y se rasgaban las vestiduras por elecciones libres, limpias, creíbles, equitativa­s y confiables; cobardía entre amplios sectores sociales que prefieren voltear a otro lado. Lo cierto es que la mayoría de los ciudadanos estamos solos; los que trabajamos, los que pagamos impuestos, los que a diario somos el motor de la economía y el pilar de la sociedad. Y por eso obliga volver a preguntar: ¿Hasta cuando? Al tiempo.

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