Resultados de la seguridad alimentaria en el contexto del libre comercio
Antes del TLCAN, la economía de México estaba prácticamente cerrada al exterior y lo mismo pasaba con los alimentos, el concepto de seguridad alimentaria estaba determinado por la necesidad de producir internamente los alimentos que la población demandaba, lo que implicaba que prácticamente, el comercio internacional era muy limitado tanto en las importaciones como en las exportaciones.
A partir de la apertura comercial en 1994, México cambió las reglas del juego abriendo la economía al resto del mundo, principalmente a Estados Unidos y Canadá, estableciendo una serie de políticas públicas en el caso de la agricultura para darle gradualidad a los impactos de la apertura, sobre todo en los sectores que se consideraron menos favorecidos con el TLCAN, como es el caso de los productores de granos.
Esta situación se ve reflejada claramente en la evolución de la balanza comercial agropecuaria y agroindustrial de México, que es un indicador que refleja el resultado de la diferencia entre lo que México exporta de alimentos y lo que importa para complementar sus necesidades alimentarias, y donde se expresa el crecimiento de las exportaciones a tasas de dos dígitos, en productos como tequila, cerveza, aguacate, berries y hortalizas principalmente, de tal manera que hasta el 2015 el saldo de la balanza comercial con respecto al resto del mundo resultó positiva.
Este superávit se incrementó hasta llegar a un máximo en el 2020 y reduciéndose en los últimos tres año en un 45 por ciento como consecuencia del mayor crecimiento de las importaciones de granos con respecto a las exportaciones.
En el 2023 se exportaron casi 52 mil millones de dólares y se importaron poco más de 44 mil millones de dólares, con un superávit de 7 mil 576 millones de dólares. Actualmente México es el séptimo país exportador de alimentos en el mundo y éstas superan las divisas obtenidas por ventas de productos petroleros y el turismo extranjero. En lo que respecta a las importaciones, principalmente de granos, también crecieron de forma importante a pesar de las políticas compensatorias, donde prácticamente se manifiesta un estancamiento de la producción de acuerdo con las cifras que se expresan en la comparación de los censos del 2007 y 2022, por lo que estamos importando cada vez más granos con una reducción significativa en el índice de seguridad alimentaria de tal manera que ya para el 2024 se estima, agravado por la sequía, una dependencia del 50 por ciento de las importaciones.
Como se puede observar, el resultado de la seguridad alimentaria en el contexto del libre comercio con tratados como el T-MEC está ligado a la complementariedad de las economías de los países participantes en este tratado, donde nosotros exportamos más en función a productos donde tenemos una mayor potencialidad como los mencionados, e importamos de Estados Unidos y Canadá sobre todo granos como maíz amarillo, trigo panificable, oleaginosas y frijol, donde tenemos menor potencial productivo. Por lo tanto, si queremos mantener la soberanía alimentaria, debemos tener como propósito las recomendaciones de la FAO, la cual indica que debemos producir al menos el 75 por ciento de nuestros requerimientos para no estar sujetos a los vaivenes de los mercados y de las crisis internacionales como pasó con la emergencia sanitaria del covid y los conflictos bélicos.