Los Tigres del Norte: América nació libre, el hombre la dividió
Un museo para consagrar su historia, una historia de gente del pueblo y, a la vez, una forma de escribir Sinaloa, porque nuestro estado también se escribe versificando sus cantos y su música tal como lo hacen los Tigres del Norte. Dicho por Carlos Monsiváis: “son una clara manifestación de la cultura popular (…) cronistas en un coro testimonial”. Jorge, Hernán, Eduardo, Luis y Óscar, dignos representantes de Sinaloa y de México, trascienden fronteras en su canto como Los Tigres del Norte, agrupación que se forja en suelo rural, con huellas maternas en La Nanchi, de niños van a la escuela y crecen en Rosa Morada, Mocorito. Los Tigres del Norte nacen en 1968. De Rosa Morada salen cuatro jóvenes, llegan a Los Mochis, tienen como primer escenario la Cenaduría Samy de esta ciudad, luego continúan a Mexicali para después cruzar la frontera hacia Estados Unidos, dicho esto por Hernán Hernández Angulo en la inauguración del Museo.
Cito a Hernán: “… venimos de gente que trabajó, que luchó a diario en el campo, yo creo que esa es la raíz que traemos, por eso cuando uno logra algo lo disfrutas más y lo gozas más, eso te hace ser más humilde; pensar más en la gente que trabaja, la gente que todos los días está ahí luchando por su familia, es la gente que debe merecerse el respeto, (nosotros) salimos de Rosa Morada. No teníamos nada como lo que está pasando hoy (refiere lo que han logrado). Siempre hemos sido unas personas leales y agradecidos con los que nos ayudan y los que han estado presentes con nosotros (…) nos fuimos cuatro personas, aún no éramos Los Tigres del Norte y somos tan productivos que regresamos ochenta de familia, así son los sinaloenses”.
De este discurso cabe hacer una valoración: la cuna la llevan dentro, les palpita en el alma el sentido de pertenencia a la comunidad rural, a la gente, reivindican sus raíces, son portadores de la cultura de la bondad: “en el mundo hay gente buena y gente que te ayuda”; por derecho propio, se asumen como representantes de Sinaloa, de México, de su pueblo. Desde su música y su canto manifiestan una actitud crítica ante la historia, la política y la geografía impuesta por el mercado mundial. Su música y su canto significa hilvanar la utopía de un mundo mejor para millones de personas que ejercen el derecho a la migración; constituye, además, cultivar la espiritualidad de todos esto seres humanos en ruta por el mercado del trabajo para combatir los infortunios y desdichas allende fronteras: “… yo no crucé la frontera, la frontera me cruzó, América nació libre, el hombre la dividió / ellos pintaron la raya para que yo la brincara, y me llaman invasor…”. En honor a su trayectoria y reivindicación de la cultura popular sinaloense, el pasado 8 de mayo se inauguró en Mocorito el Museo “Los Tigres del Norte”, se abrió la puerta negra, se rompieron los tres candados con los que permanecía cerrada para inaugurar el Museo que consagra la historia de Los Tigres del Norte, orgullo de La Nanchi, de Rosa Morada, de Mocorito, de todo Sinaloa, orgullo de México; cronistas de la migración, de nostalgias, rupturas culturales, de amores y desamores, de alegrías y tristezas, de dolor y lágrimas, de denuncias contra la corrupción y de traiciones a la patria; la gente — el pueblo, palpita en los corridos y canciones de Los Tigres del Norte.
Las letras de Los Tigres del Norte reiteran que la humanidad nace migrante, que la migración es un derecho histórico, constituye un derecho humano, derechos negados por el mercado mundial, propiamente por el capitalismo.
Para la música no hay fronteras, Los Tigres del Norte son un ejemplo combatiente, un ejemplo de amor humano, “amar es combatir”, dijo Octavio Paz, la música de estos artistas palpita en el alma, de paisano a paisano: “…desafiando fronteras / defendiendo el honor / he pasado la vida explorando otras tierras para darle a mis hijos un mañana mejor”.