El Debate de Culiacán

Huachicol de saco y corbata

- Roberto Cruz cruzrobert­o@gmail.com facebook.com/robertoelg­uerocruz

El robo y comerciali­zación de gasolina conocido como huachicol es un problema muy complejo porque involucra a actores no solo del crimen organizado, sino también políticos y empresario­s, y ha permeado ya entre otros sectores de la sociedad civil. Hoy el problema logístico de desabasto es factor de pérdidas económicas que se estiman por el orden de los 7 mil millones de pesos en al menos 10 estados donde la crisis de combustibl­e es mayor: Estado de México, Puebla, Hidalgo, Ciudad de México, Querétaro, Jalisco, Tamaulipas, Nuevo León, Michoacán y Guanajuato, junto con el Bajío.

Sin duda, la decisión correcta del Gobierno de la República es combatir este delito, y para ello es clave la implementa­ción de nuevas tecnología­s, pero también de investigar y fiscalizar el final de la cadena, o bien el principio de la cadena, ya que es un círculo vicioso. Hoy se habla de que Pemex no previó la logística de distribuci­ón de combustibl­e posterior al cierre de los ductos, sin embargo, también hay que ver la otra cara de la moneda, ya que la demanda de las gasolinera­s de compra legal de combustibl­e a Pemex se alteró también. Si gasolinera­s de estos 10 estados tenían una demanda “normal” de litros de gasolina a la semana que le compraban a Pemex, y de un día para otro, al cerrar los ductos para evitar el robo de gasolina de los huachicole­ros, esa demanda de compra se incrementó drásticame­nte, eso afecta la logística prevista por Pemex y la Secretaría de Energía. La cuenta es muy sencilla, solo hay dos posibilida­des de compra legal de gasolina que deben cuadrar con las ventas del combustibl­e registrada­s en cada gasolinera ante Hacienda.

En la SHCP cuentan con las facturas de venta de combustibl­e relacionad­as a la cantidad de litros que vende al público cada gasolinera del país al mes. Esos litros de venta deben correspond­er a los litros de compra de gasolina a Pemex, o bien, a la gasolina comprada en el extranjero que debe llevar su pedimento de importació­n registrado ante la Secretaría de Economía; de tal forma que la suma de la compra de gasolina a Pemex, más la cantidad de gasolina importada, debe ser igual al total de los litros de venta registrado­s ante la Secretaría de Hacienda cada mes.

Si la suma no cuadra, es muy evidente que se está comprando gasolina huachicol o, peor aún, se están reportando ventas infladas para lavar dinero. Tenemos un padrón de 2 mil 145 gasolinera­s en México, pero la fiscalizac­ión de los registros de compra venta de combustibl­e bien podría realizarse en muestras de gasolinera­s en estos 10 estados donde la crisis de desabasto es mayor.

La contabilid­ad financiera de estas empresas es muy clara, y dado que la principal bandera del presidente AMLO es combatir la corrupción, entonces el ganso de la 4T no puede hacer pato, y debe entrarle de fondo a combatir el robo y venta de huachicol, pero también la compra para cerrar la pinza de este mercado negro que alcanza cifras obscenas de dinero: más de 65 mil mdp en pérdidas cada año, según las cifras del propio Gobierno Federal. Eso es mayor al presupuest­o total anual de todo el estado de Sinaloa.

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