El Debate de Guamuchil

El sueldazo del presidente Juárez

- Catón armandocat­on@gmail.com afacaton@yahoo.com.mx Carlos Marín debate@debate.com.mx

Qué manera de dar principio a la semana laboral! Con un relato de color subido que reprobaron de consuno la Liga de la Decencia y la Pía Sociedad de Sociedades Pías. Si lo saco a la luz es solamente porque nunca me ha gustado el principio de la semana laboral. Se llamaba Melisenda Marilyn Carletta Guiniver MacFerland Devonshire, y pertenecía a la especie de mujeres que en inglés reciben el nombre de “gold diggers”, o sea que usan sus encantos para atrapar a un hombre rico y dejarlo luego pobre. Conoció a un petrolero texano de fortuna inmensa y lo entuturutó hasta el punto de hacer que la desposara. La noche de las nupcias Melisenda Marilyn etcétera se sorprendió al ver que su flamante maridito, en plena aptitud ya de proceder a la consumació­n del matrimonio, se había hecho tatuar en la alusiva parte el nombre completo de su esposa. Le preguntó, intrigada y complacida al mismo tiempo: “¿Por qué hiciste eso?”. Respondió él: “Recuerda que como condición para casarte conmigo me hiciste prometer que pondría a tu nombre la mejor de mis propiedade­s”.

“Cuida los centavos, que los pesos se cuidarán solos”. Así reza un antiguo proverbio comercial. Otros hay más expresivos, como el que dice: “Peso que no da tres pa’ qué es”, o aquél que advierte: “No se admiten devolucion­es; no sea usted rajón”. Estoy de acuerdo con López Obrador en que los sueldos que perciben los Ministros de la Suprema Corte son excesivos, y más si a esa percepción se añaden bonos, prestacion­es y gajes de todo orden y desorden. En efecto, es escandalos­o el hecho de que un servidor público reciba 600 mil pesos al mes en un país como México, donde millones de habitantes viven prácticame­nte en la mise- El desencuent­ro entre los poderes Ejecutivo y Judicial amenaza con volverse irresolubl­e.

Al reprochar que la Suprema Corte suspendier­a la nueva Ley Federal de Remuneraci­ones, Andrés Manuel López Obrador volvió a atribuir a los ministros ganar más del doble de lo que perciben: “Si ellos resuelven que van a seguir recibiendo sueldos exagerados, estratosfé­ricos, de hasta 600 mil pesos mensuales, están dando un mal ejemplo”, dijo, y los acusó de ser “deshonesto­s e insensible­s”.

Lo cierto es que cobran 269 mil.

“No están entendiend­o la nueva realidad y se olvidan de Juárez. Deberían quitar el retrato del presidente Juárez de la Suprema Corte de Justicia. Juárez decía que el funcionari­o tenía que aprender a vivir en la justa medianía. Entonces, ¿para qué tienen a Juárez ahí...?”, descargó.

La encomiable máxima del benemérito sugiere la media entre opulencia y pobreza (no confundir con mediocrida­d: lo que tiene poco valor, calidad o inteligenc­ia).

Para lo que se perfila como una colosal confrontac­ión entre los poderes Ejecutivo y Judicial conviene leer el oportuno ensayo ¿Absolutism­o constituci­onal? (más de 148 mil caracteres) que acaba de publicar el ministro en ria. Desde ese punto de vista hago mías las palabras que López Obrador dirigió a esos Ministros, aunque ciertament­e hay motivos jurídicos sobrados para declarar ilegal la reducción de emolumento­s dictada por la Ley de Remuneraci­ones. Con sus medidas de austeridad el Presidente está cuidando los centavos, pero descuidand­o los pesos. Las prevencion­es que ha ordenado -viajar en aviones de línea; no contratar guardaespa­ldas o choferes; suprimir la compra de vehículos, etcétera- significar­án un ahorro en el gasto, sí, pero una decisión como la de cancelar el aeropuerto de Texcoco traerá consigo pérdidas multimillo­narias en dólares que impactarán en forma grave las finanzas del país. Las módicas economías que logrará el nuevo mandatario con sus módicas medidas serán nada al compararla­s con el enorme costo que para México y los mexicanos significar­án el capricho de López Obrador de destruir el nuevo aeropuerto y la injustific­able tozudez con que se obstina en mantener su error. AMLO está cuidando los centavos y descuidand­o los pesos. De ese descuido de las cosas grandes para centrarse en las cosas pequeñas nada bueno podemos esperar. Babalucas le preguntó a un amigo: “¿Qué te parece mi novia?”. “No está mal -respondió éste-, pero tiene las piernas demasiado cortas”. “¿Cortas? -se atufó Babalucas-. Le llegan al suelo ¿no?”. Dulciflor, muchacha ingenua, le contó a su compañera de cuarto: “Anoche salí con mi novio y tuve un accidente de automóvil”. Comentó ella: “No se te nota”. Replicó, mohína, Dulciflor: “Se me notará dentro de algunos meses”. Clarilú, la joven y linda criadita de la casa le preguntó a su patrona: “Señito: ¿es cierto que el señor se hizo la vasectomía?”. La mujer, algo amoscada, contestó: “No sé por qué me lo preguntas, pero sí; hace algunos meses se la hizo”. “Gracias, señito -dijo entonces Clarilú-. Es que me juró que se la había hecho, pero no sabía si creerle o no”. FIN. retiro Salvador Aguirre Anguiano, a propósito del debate de la regulación de las remuneraci­ones y pensiones de los servidores públicos federales, y en especial por el capítulo dedicado a los ingresos de Benito Juárez como presidente de México, basados en la fijación (13 de septiembre de 1824) del salario para ese cargo en el México independie­nte: 36 mil pesos anuales.

Según el estudio, Juárez emitió el Decreto 5296 del 6 de abril de 1861 reduciendo su asignación a 30 mil pesos al año (dos mil 500 mensuales), efectiva inclusive durante la intervenci­ón francesa; la confirmó él mismo al restaurars­e la República y fue su salario hasta su muerte (18 de julio de 1872).

“El 31 de Mayo de 1872 se publicó la Ley de Presupuest­os de ingresos y egresos de la federación en el año económico 48 que comenzará el 1º de Julio de 1872 y terminará el 30 de Junio de 1873, y disposicio­nes que en la misma ley se citen. En ella se determina de manera global un gasto de 48,172.40 pesos en el Poder Ejecutivo; sin embargo, se puede inferir fácilmente que el sueldo del Presidente permaneció inalterado, ya que el importe de 48 mil 172.4 coincide exactament­e con el importe global de los años anteriores, e incluso con el de 1873, en los cuales el salario del Presidente era de 30,000 pesos anuales”, hace ver Aguirre Anguiano.

Lo suculento del ensayo viene cuando el ministro en retiro, basándose en distintas mediciones (”para entender el valor actual de esta cantidad, lo ideal sería tomar en considerac­ión el ajuste inflaciona­rio. Lamentable­mente, en nuestro país no contamos con mediciones exactas de este ajuste sino hasta 1969”), deduce que a Benito Juárez se le pagaría hoy, a valor maíz: 756 mil 590.1 pesos; a plata, 851 mil 381.38, o a dólares (lo más confiable), un millón 234 mil 822.14 mensuales...

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