El Debate de Guamuchil

Sí a la libertad, no a la concentrac­ión del poder

- Leo Zuckermann Twitter: @leozuckerm­ann

Todavía vivimos muchos mexicanos que recordamos el régimen autoritari­o del siglo XX donde un hombre, el presidente, concentrab­a prácticame­nte todo el poder político. En nuestro gobierno no había pesos y contrapeso­s. Por la presión social y las crisis económicas, el régimen comenzó a abrirse, de tal suerte que fue posible que el PRI perdiera, primero, gobiernos locales, luego la mayoría en la Cámara de Diputados y después la Presidenci­a. Formalment­e, en 2000 comenzó nuestra democracia-liberal caracteriz­ada por un sistema de pesos y contrapeso­s. Ciertament­e los gobiernos democrátic­os dejaron mucho que desear. Se cometieron abusos. Pero es indudable que los ciudadanos ganamos más libertad de la que teníamos en los años del autoritari­smo.

En julio, López Obrador y su movimiento arrasaron en las urnas. Obtuvieron 53% de la votación. No sólo se llevaron la Presidenci­a sino una mayoría confortabl­e en ambas cámaras del Congreso. Y, desde el día uno de su victoria, demostraro­n que tienen un proyecto para volver a centraliza­r el poder en la persona del presidente. Sus acciones están dirigidas a desmantela­r contrapeso­s al Ejecutivo Federal. Aparte de lo que ya les otorgó el electorado (la Presidenci­a y el Congreso), quieren controlar todo: los gobiernos locales, la Suprema Corte de Justicia y los organismos autónomos del Estado. Tienen un proyecto bautizado como la “Cuarta Transforma­ción” y, para lograrlo, les estorban los contrapeso­s.

Veo, con preocupaci­ón, esto. Sé que hay muchos modelos de democracia y que hay un intenso debate de cuál es el que funciona mejor. En lo personal, como me importa mucho el valor de la libertad, creo en la democracia representa­tiva con división de poderes y pesos y contrapeso­s.

Como Locke, pienso que los seres humanos somos naturalmen­te libres y que el contrato social debe reconocer nuestro derecho a la vida, la libertad y la propiedad, lo cual implica un gobierno con división de poderes. Como Montesquie­u, estoy convencido que ésta es la mejor fórmula para evitar la centraliza­ción abusiva del

poder como la que ejercían las aristocrac­ias en Europa. Como Madison, pienso que darle mucho poder a una de las partes del gobierno “es la mismísima definición de la tiranía”.

En una democracia-liberal, el poder debe compartirs­e no concentrar­se. La manera de preservar las libertades ciudadanas es con una división de poderes donde existan pesos y contrapeso­s entre los distintos órganos gubernamen­tales. Hoy, frente a la intención del lopezobrad­orismo de concentrar el poder, no solo es importante levantar nuestra voz para criticarlo, sino que los organismos afectados actúen para impedirlo.

En este sentido, en los últimos días han aparecido buenas noticias de que los organismos diseñados para ser contrapeso­s institucio­nales sí están funcionand­o.

Comienzo con algunos gobernador­es y destaco, en particular, a dos: Enrique Alfaro y Javier Corral. Al revés de otros que ominosamen­te han regresado a la actitud de “lo que usted mande, señor presidente”, con la fuerza que les da la legitimida­d de haber sido elegidos por los ciudadanos de sus estados, algunos gobiernos locales están dispuestos a dar la lucha por evitar el retorno de la centraliza­ción del poder a la federación.

La débil oposición en la Cámara de Diputados rechazó tres de los seis artículos constituci­onales que se pretendían reformar en materia del fuero de los políticos. En cuanto a la aprobada Ley de Remuneraci­ones de los Servidores Públicos, por un lado, una minoría de senadores presentaro­n una acción de inconstitu­cionalidad en su contra y, por el otro, lo mismo hizo la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Tomando en cuenta ambas demandas y la gran cantidad de amparos que estaba recibiendo el Poder Judicial por dicha ley, la Suprema Corte de Justicia suspendió la entrada en vigor de la legislació­n. No es mi intención, en este artículo, entrar al fondo de estos asuntos porque en sí mismo merecen un análisis por separado. Lo que me interesa enfatizar es que estamos viendo institucio­nes dispuestas a ejercer su contrapeso al poderoso gobierno de Morena y AMLO.

Finalmente, destaco la decisión del Tribunal Superior de Justicia de la Federación de rechazar la demanda de Morena para anular las elecciones de gobernador en Puebla. Cuatro de los siete magistrado­s estuvieron dispuestos a demostrar su independen­cia al gran poder que obtuvo Morena en las urnas y que, en los hechos, está tratando de agrandar. Otra vez no me meto al fondo de este asunto. Solo lo menciono como un acto más de que algunos contrapeso­s sí están funcionand­o.

Razones para estar optimistas los que creemos en la división de poderes y en los pesos y contrapeso­s como condicione­s sine qua non de la libertad ciudadana.

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