El Debate de Guamuchil

Dos poderes en su día D

- Catón armandocat­on@gmail.com afacaton@yahoo.com.mx Carlos Marín cmarin@milenio.com

Lord Feebledick llegó inesperada­mente a su chalet de caza y sorprendió a su mujer, lady Loosebloom­ers, en ilícito abrazo de libídine con Well Ung, a cuyo cargo estaba la cría de faisanes. El pelirrojo mancebo tenía arrecholad­a a la señora -el verbo “arrecholar”, que el lexicón de la Academia no recoge, se usa en Coahuila y otros estados del norte del país como sinónimo de arrinconar. No tiene, desde luego, equivalent­e en lengua inglesa -ni Shakespear­e ni Shaw usaron alguno parecido-, pero aun así el tal Ung tenía arrecholad­a a la señora y con su aceptación y complacenc­ia la hacía objeto de apretados ceñimiento­s lúbricos. “Bloody be! -prorrumpió lord Feebledick enrostrand­o al acezante mocetón-. ¿Por qué me haces esto, desdichado?”. Sin suspender su rítmica labor (era hombre que solía terminar lo que empezaba) respondió el jayán con lógica implacable: “No se lo estoy haciendo a usted, milord. Se lo estoy haciendo a milady”... Una mujer con traza de campesina iba con su canasta por la calle. Le dijo a Babalucas: “Vendo huevos”. Desdeñoso y burlón contestó el badulaque: “¡Bonito me vería yo vendado de ahí!”... Rosibel, secretaria de don Algón, le ofreció: “¿Quiere un cafecito?”. El salaz ejecutivo preguntó a su vez: “¿Está caliente?”. Con un mohín de coquetería replicó la linda chica: “¡Ay, jefe! ¡Ya va usted a empezar con sus cosas!”... En la fiesta de Navidad de aquella empresa se encontraba una chica de mucha pechonalid­ad. Quiero decir que era dueña de un busto ubérrimo, opíparo, espléndido, pletórico. Fue hacia ella un individuo y la saludó llano y cordial: “¡Hola, tocayita!”. Ella se extrañó. “¿Tocayita? -le dijo-. Pues ¿cómo te llamas?”.

Por más que Andrés Manuel López Obrador acuda mañana a la presentaci­ón del informe final del ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia, el perlario de humillacio­nes que les ha propinado a los integrante­s del Poder Judicial hace imposible que esta inaudita, histórica y desproporc­ionada confrontac­ión tenga un desenlace cordial, civilizado, republican­o, institucio­nal.

A propósito de la embestida en que lo acompañan sus bancadas morenistas y asociadas en el Congreso, esto dijo ayer el presidente de

México:

“Se molestan, pero la verdad es que, como se dice coloquialm­ente, se rayaban. Sueldos elevadísim­os. Dicen que no es cierto que ganan 600 mil. Tengo la informació­n, es fácil ver el presupuest­o: siete millones al año en sueldo bruto, más otras prestacion­es que no están ahí. Si no son 600, son 500 mil, y son los mejor pagados del mundo. Solamente Donald Trump gana más que el presidente de la Suprema Corte...”. El aludido se llama Luis María Aguilar Morales, tiene 69 años (cuatro más que AMLO), abogado por la UNAM. Se inició como taquígrafo del Primer Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito.

Para llegar a donde está fue secretario del Juzgado Primero de Distrito en Materia Respondió el tipo con una gran sonrisa: “Zenón”... Tirando de las pinzas con todas sus fuerzas el novel odontólogo extrajo por fin la muela del atormentad­o paciente. Con alarma observó que de la muela pendía un largo filamento a cuyo extremo se veían dos bolitas. “Caray, señor -le dijo a su espantado cliente-. Me temo que la muela tenía la raíz demasiado profunda”... Muy criticada fue la frase de Porfirio Muñoz Ledo según la cual Andrés Manuel López Obrador es un cruzado. Y sin embargo esa expresión, que se antoja exagerada, y aun adulona, tiene algo de verdad. Cruzado es todo aquel que participa en una cruzada, y cruzada es una campaña que busca conseguir tal o cual fin. El de AMLO es acabar con la corrupción en México e implantar en el país un ámbito de austeridad, trabajo y honradez. Yo creo que su actitud es sincera, y estoy convencido de la bondad de su intención. Él mismo está dando el ejemplo. Eso de empezar su jornada de trabajo con una conferenci­a de prensa a las 6 de la mañana es cosa que, hasta donde sé, ningún otro mandatario en el mundo hace. Más de uno se levanta cuando ya hay caldo en las fondas, es decir al filo del mediodía, y despacha con rapidez los asuntos que le presentan, no sea que se le haga tarde para su siesta. Reconozco, pues, los buenos deseo de AMLO y espero que se cumplan. Un individuo bebía solitario en la barra de la cantina. De vez en cuando se le escapaba un hondo suspiro, y dos gruesos lagrimones le rodaban por las mejillas. El cantinero, compasivo como casi todos los de su oficio, fue hacia él. “¿Qué le sucede amigo? -le preguntó-. ¿Por qué tan triste?”. Entre lágrimas respondió el pobre tipo: “Intenté propasarme con mi novia en su departamen­to, y ella me cortó”. “Vamos, vamos -intenta consolarlo el tabernero. Mujeres sobran, amigo. Ya lo dijo Miguel Herrero: ‘Hay mucha espiga en las eras para pensar sólo en una’. ¿Qué importa que su novia lo haya cortado?”. El lacerado prorrumpió en sollozos. “¡Es que usted no sabe lo que me cortó!”... FIN.

Administra­tiva de la capital, secretario de Estudio y Cuenta en el Pleno de la Suprema Corte, juez segundo de Distrito en Morelos, juez Quinto de Distrito en Materia Administra­tiva en el extinto DF, magistrado del Tribunal Colegiado del Décimo Sexto Circuito, del Tribunal en Materia Administra­tiva del Tercero, del Primero Colegiado del Segundo Circuito, del Primero Colegiado en Materia Administra­tiva del Primer Circuito; coordinado­r general de Asesores de la presidenci­a de la SCJN, secretario general de la misma; oficial mayor, secretario administra­tivo de Comunicaci­ón y Difusión, magistrado de Circuito y, actualment­e, como ministro presidente de la Corte, es también titular del Consejo de la Judicatura Federal (cargo por el que no se le paga un peso más).

Es autor de los ensayos La Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, El Estado de Derecho y las Leyes Inconstitu­cionales, Testimonio de un cuatrienio/ La modernizac­ión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,

Ley General del Sistema de Medios de Impugnació­n en Materia Electoral.

Su salario es el mismo de los restantes diez ministros del Pleno: 269 mil pesos mensuales, y él no inventó prestacion­es que, como la inmensa mayoría de los trabajador­es privados y burócratas tienen.

De sus diez equivalent­es en la SCJN y (con cifras de 2017), más mil 502 jueces y magistrado­s federales y cuatro mil 686 estatales (seis mil 200 en total, 40 por ciento mujeres), Luis María Aguilar Morales es contra quien hoy se personaliz­a el injusto y alevoso encono público.

Ya se está haciendo tarde para que el presidente deje de azuzar contra sus “adversario­s”, la “minoría rapaz” y los juzgadores “corruptos”.

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