LA RIQUEZA HISTÓRICA DESTACA EN LA CIÉNEGA DE CASAL
A finales de 1800 destacó como un centro comercial que permitió una gran actividad económica por tierra y mar Además de su historia, este lugar destaca por poser un área de aguas termales, única en su tipo en Sinaloa.
En el municipio de Salvador Alvarado existe una de las comunidades con más historia en la región del Évora, donde además de la icónica hacienda, se encuentra una área natural de aguas termales.
Orígenes.
Se trata de la popular comunidad Ciénega de Casal, ubicada a menos de una hora de la cabecera municipal. De acuerdo al historiador Rafael Chávez, en el año de 1874 Buenaventura Casal adquirió los terrenos de la comunidad, de acuerdo a los archivos notariales. La legendaria haciendaubicada en el centro de la comunidad,era una de las más importantes en la región a finales del siglo 19 y principios del 20. “La importancia histórica de la Ciénega de Casal radica en que se convirtió en un importante centro comercial con una gran actividad económica, derivado de las rutas que se crearon para el intercambio de mercancías tanto por tierra como por mar”, explica el historiador.
Centro comercial. “A decir de las condiciones de los terrenos, el lugar no mostraba atractivo para ninguna clase de explotación. Se encontraba en una de las zonas más áridas del variado contexto sinaloense, aun así, sin que nadie lo predijera, empezó a erigirse como una verdadera empresa, manejándose todo tipo de negociaciones, ya fuera de tipo comercial, agrícola, industrial, inclusive de transporte terrestre. Como haya sido, el 10 de junio de 1874 compra a Lázaro Castro un terreno en 50 pesos, ubicado en la Ciénega 141, lugar desértico e improductivo, con alrededor de 300 habitantes, mucha tierra enmontada y sin agua para una obra de regadio; ahí don Buenaventura Casal probó su suerte”, detalla el historiador guamuchilense, al destacar cómo un extranjero convirtió a la comunidad en un emporio comercial. Memorias.
Pero para conocer más a fondo cómo era la vida de los habitantes ya en la década de 1950, el vecino José Noé Agramón Higuera, de 74 años de edad, compartió sus memorias.
Recuerda que cuando era niño la mayoría de las casas eran de terrado y cercadas con latas. Las familias eran muy numerosas, entre ocho a 15 hijos, siendo la actividad agrícola y ganadera el sustento de la economía. Recuerda los tiempos en que su padre ganaba 20 centavos de salario por día, sin embargo, alcanzaba para alimentar a la familia. Eran las épocas donde se daban buenas cosechas porque las lluvias iniciaban desde junio hasta febrero, “y la alimentación era más sana, no había obesidad”, señala Agramón Higuera.
Vida familiar.
Recordar a las primeras generaciones que habitaron la comunidad es recordar la importancia que tenía la vida familiar y el respeto que prevalecía en la sociedad. Pero también es recordar las formas de convivencia, como las fiestas.
“Como no teníamos un perifoneo, ni la radio, las fiestas que se hacían cada año se anunciaban poniendo una bandera roja en el centro de la comunidad.” Recuerdos que permiten conocer la postal de una época y esa historia que aún se puede palpar en las ruinas que quedan de la hacienda.