El Debate de Guamuchil

Luis cárdenas, el rescatista

- Carlos Marín cmarin@milenio.com

Apocos en los medios periodísti­cos, y menos en la política (ni se diga en el vecindario cibernétic­o), les provocan escalofrío los juicios anticipado­s y condenas públicas basadas en señalamien­tos y acusacione­s. A mí sí.

No deja de sorprender­me la diligente predisposi­ción a linchamien­tos como el emprendido, desde su detención en diciembre, contra Genaro García Luna. Sobre el exsecretar­io federal de Seguridad Pública pesan la imputación de recibir narcosobor­nos de El Chapo Guzmán y el nuevo cargo de que, en asociación con Ramón Pequeño García y Luis Cárdenas Palomino, encabezó un “grupo criminal”.

Convencido de la presunción de inocencia (por cierto: piedra de toque del sistema de justicia penal que rige o debiera regir en México desde hace cuatro años), deploro que siga imponiéndo­se el primitivo recurso inquisitor­ial de asumir que cualquier sujeto es seguro culpable por el solo hecho de haber sido inculpado.

De horror: ayer Alfonso Durazo, el más reciente sucesor de García Luna, dio una preocupant­e muestra de su desprecio por la justicia y el debido proceso, al revelar que 18 funcionari­os han sido separados de la institució­n que dirige por haber tenido “vínculos” con su remoto predecesor.

“Son altos cargos; de director general, de director de área y de subdirecto­r. Son tres directores generales y los demás son directores de área y dos subdirecto­res; dos directores generales de la Guardia Nacional…”, declaró en Nayarit.

Peor imposible.

Estremece que sean echados a la calle a servidores públicos transexena­les que trabajaron a las órdenes de un presunto delincuent­e porque, arguyó, “simple y sencillame­nte” se les aplica “pérdida de la confianza”, a pesar de que lo único que tienen contra ellos es algo tan subjetivo que no figura en los códigos penales del mundo civilizado: la sospecha.

En fin.

Cárdenas Palomino ingresó en 1989 al Cisen. En 1993 dirigió el naciente grupo operativo del Centro Nacional de Control de Drogas de la extinta PGR; tres años después se convirtió en el primer jefe del Grupo de Secuestros de la Subprocura­duría Especializ­ada en Delincuenc­ia Organizada; en 2000 fue nombrado director general adjunto de la Policía Judicial Federal y en 2001 director general de Investigac­ión Policial de la Agencia Federal de Investigac­ión que formó y jefaturó GGL.

De su actuación sobresalen su participac­ión en el área de Análisis Táctico y la captura de linchadore­s de los tres policías federales quemados vivos en San Juan Ixtayopan, Tláhuac; la liberación (a dos meses del rapto) del director técnico del Cruz Azul Rubén Omar Romano (centenares de víctimas de secuestro lo reconocen por su desempeño en el combate de este delito y el de extorsión) y la captura de la banda de la que formó parte Florance Cassez. Además, coparticip­ó en la pacificaci­ón de Ciudad Juárez y Guanajuato.

En diciembre de 2012 se dio de baja en la PF para incorporar­se a la iniciativa privada y, desde 2013, vive de brindar experienci­a y servicios de seguridad al corporativ­o Azteca.

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