DESDE LA CONFRATERNIDAD
Todos, absolutamente todos, de alguna manera estamos constantemente pensando en el futuro.
Ejemplo sencillo y diario es, cuando la ama de casa se prepara a cocinar y se dispone a preparar los alimentos de la familia. Primero, piensa o imagina, el plato humeante, con toda la familia feliz oliendo y mirando el platillo. Así, pues, imaginar el futuro es connatural al humano, ya que en el presente se lucha y trabaja por obtener un sueño, al que llamamos un “mejor futuro”.
Además, algo parecido sucede en los sueños, ya que en todo momento estamos durmiendo en el presente y soñando en el futuro. Los sueños son eso, la materialización de lo no logrado en el presente o en el pasado. En otras palabras: Todo momento de nuestra vida se formula en el presente y se concreta en el futuro, aunque sea con la cabeza en la almohada. La buena noticia es que algunas universidades y escuelas del país ya tienen implementados en sus listas de materias a la Prospectiva, con el fin de estudiar la forma de pensar con metodología científica el pensamiento del futuro. ¡Enhorabuena! Lo cual me hace pensar que es adecuado anotar los temas que más se utilizan en las empresas y en general en la vida cotidiana, para obtener un futuro mucho mejor: Visión sistemática y global, enfoque exploratorio y normativo, metodologías cuantitativas y cualitativas, tecnologías de soporte y vinculación, y por último creatividad. De aquí, podemos decir que el desarrollo de la habilidad del pensamiento prospectivo, que cada día es más necesario, busca generar visiones de largo plazo, para conocer las diferentes corrientes de pensamiento sobre el estudio de los futuros y aplicarlo todo a diferentes ámbitos del conocimiento. Estas habilidades y conocimientos se adquieren a partir de asignaturas como: Visión global y mega tendencias, métodos de pronóstico, modelación, teorías de juegos, estadísticas, etc. La capacidad de desarrollar visiones sistémicas y globales es indispensable ya para entender la complejidad multifactorial de elementos que condicionan y determinan en mayor o menor grado el futuro de un objeto de estudio determinado. Aunque parezca contradictorio, en la escala temporal los estudios de futuros implican un conocimiento profundo del pasado y del presente. Asimismo, si nos ubicamos en el ámbito de las dimensiones, es necesario obtener el conocimiento de lo macro y de lo micro y cómo se influyen en correspondencia mutua. La tendencia actual, en esta época cibernética, es la de enfocar el estudio del futuro más allá de una sola disciplina, para evitar así una visión parcial desde un solo ángulo del conocimiento, o desde uno solo de los actores o pensadores implicados. Y como bien nos confirma la cita de Jim Dator, profesor emérito de la Universidad de Hawái y gran prospectivista, que dice: “para ser un buen futurista se requieren conocimientos de historia, ciencias sociales, ciencias naturales, desarrollo de las ingenierías, filosofía, ética, moral, religiones, leyes, planeación y estética. Sin embargo, y también ante los límites del comportamiento racional, es que Herbert Simon, científico estadounidense, aporta para la prospectiva la importancia de la inteligencia artificial, la psicología de la cognición humana y el procesamiento de listas para entender y simplificar las decisiones y que superen las imperfecciones del conocimiento en los que el ser humano tiene una comprensión fraccionada de las condiciones de la realidad, es así que surge su propuesta de la racionalidad limitada, para realizar una mejor prospectiva. Como veo y creo, la prospectiva siempre se ha dado en el ser humano, solo que hoy en día ya es una ciencia que debemos y podemos aprovechar y perfeccionar en todos los campos desde lo micro a lo macro, desde casa hasta en unas mejores y más eficientes políticas públicas. Es importante decir que algunos de los conceptos de esta nueva disciplina están tomados de la fuente: Manual para el estudio y la construcción del futuro, que coordinaron Guillermo Gándara y Francisco Javier Osorio Vera.