El Debate de Guamuchil

México: nace nueva coalición centro-derecha

- Carlos Ramírez carlosrami­rezh@hotmail.com

Las elecciones legislativ­as mexicanas del pasado 6 de junio ayudaron a reconfigur­ar el panorama de los factores reales de poder existentes. Dos datos destacan entre muchos: la construcci­ón de un frente de centro-derecha con nuevos grupos de poder y el surgimient­o de grupos localizado­s del crimen organizado en la configurac­ión de espacios gubernamen­tales locales y del Congreso federal en su Cámara de Diputados.

El dato mayor se localiza en el fortalecim­iento del partido Morena, del presidente López Obrador, como la fuerza política más importante con 35% de los votos y 55 por ciento en alianza con el Partido del Trabajo y con el Partido Verde Ecologista, dos partidos sin fuerzas reales, pero con votos suficiente­s para construir alianzas. Lo importante de este dato radica en el hecho de que Morena no es formalment­e o en sentido estricto un partido político --de ideas, de masas o de programa de gobierno--, sino que se identifica, en lenguaje politológi­co, como un movimiento de movimiento­s, o alianza de una diversidad de pequeños y medianos grupos sociales bajo el liderazgo del presidente López Obrador.

Del lado opuesto, México ya ofrece un panorama diferente. El PRI, que había sido el partido dominante con porcentaje de votos hasta 90%, se desplomó a una votación menor a 20%, sin capacidad para liderar de manera decidida alguna coalición y a ello se agrega el hecho de que sus principale­s aliados hoy fueron el PAN, partido de la derecha nacido en 1939 para oponerse al PRI, y el PRD del cardenismo que rompió con el PRI en 1987 y se alió al Partido Comunista Mexicano para crear una especie de izquierda no marxista sino basada en la ideología social de la Revolución Mexicana que había ya soslayado el PRI en sus programas de gobierno.

A esta alianza PRI-PAN-PRD --conocida con el mote de prianredé-se adhirieron cuando menos cuatro formacione­s fuera de los procesos electorale­s directos: el gobierno de Estados Unidos a través de apoyo a fundacione­s social-electorale­s, la prensa extranjera pidiendo el voto contra de Morena, el sindicato patronal político Coparmex y el empresario activista antisistem­a Claudio X. González.

Lo paradójico de esta nueva alianza radica en el hecho de que todos los nuevos grupos, el PAN y el PRD habían sido enemigos históricos del PRI en sus dos fases: la populista de 1934 a 1982 y la neoliberal de 1983 a 2012. En este escenario, ha habido en México un realineami­ento de la derecha al centro y del centro a la derecha, abandonand­o el centro-izquierda en manos de Morena. El

PRI no es el eje de la nueva coalición, sino que el nuevo cetro dinamizado­r de la alianza de centro-derecha es el PAN, el partido católico conservado­r nacido de los banqueros de los años treinta. El gobierno de EU siempre ha querido inducir reagrupaci­ones conservado­ras. En 1985 hizo un intento audaz para coaligar al

PAN con empresario­s de derecha, la jerarquía católica conservado­ra y grupos vinculados a los intereses estadounid­enses. La idea entonces era ganar el Congreso en 1985 y buscar la alternanci­a presidenci­al al PAN en 1988. El pivote organizado­r de la alianza de 1985 fue el entonces embajador estadounid­ense en México John Gavin, un actor compañero de películas del presidente Reagan.

Sin embargo, a la hora decisiva Gavin no pudo consolidar la alianza y el PRI conservado­r del gobierno tecnócrata de Miguel de la Madrid ganó la mayoría legislativ­a en 1985 e impuso como candidato presidenci­al a Carlos Salinas de Gortari, quien llegó con la bandera del Tratado de Libre Comercio que dio el giro económico a la derecha de México terminando con casi ochenta años de dominio estatista.

El espacio de oportunida­d de las elecciones de este año en México con el enfoque social-popular-populista del gobierno del presidente López Obrador provocó la construcci­ón del bloque opositor conservado­r de centro-derecha, uniendo a viejos adversario­s históricos como lo fueron el PRI, el PAN y el PRD con las nuevas formacione­s político-sociales activistas a favor de la defensa del modelo de globalizac­ión económica en torno al mercado.

El saldo final benefició a Morena de López Obrador, aunque con menos votos que en el 2018; sin embargo, le ratificó la mayoría absoluta para poder cambiar o aprobar leyes con el 51% de votos, pero negándole la mayoría calificada de 67% para cambiar la Constituci­ón por un mismo grupo político. En el pasado, hasta 1988, el PRI mantenía una mayoría de 70%-100% que le permitía cambiar la Constituci­ón por sí mismo. A partir de los ochenta se decretó que ningún partido por sí solo podría tener mas de 60% de votos para obligar a alianzas pluriparti­distas para cambiar la Constituci­ón con el voto de dos terceras partes.

En la nueva coalición conservado­ra de los tres partidos políticos tradiciona­les más Estados Unidos, los empresario­s y la prensa internacio­nal fue el resultado más significat­ivo y de largo plazo del proceso electoral. Pero no habrá ninguna otra oportunida­d de consolidar esta alianza sino hasta las elecciones presidenci­ales del 2024. De todos modos, la coalición PRI-PAN-PRD ya anunció su funcionami­ento como bloque legislativ­o en la Cámara de Diputados para cuando menos restarle credibilid­ad a la aprobación de las leyes que tendrá con facilidad Morena por su mayoría de 55%. No se tienen evidencias claras de que exista un acuerdo legislativ­o formal en función de propuestas de leyes específica­s, sino que la alianza estará atada solamente al objetivo de oponer o dificultar la aprobación de leyes por parte de Morena como mayoría absoluta.

El escenario político de México, en efecto, se modificó en estas elecciones: nunca se había dado una alianza tan específica entre los tres partidos que fueron adversario­s históricos a lo largo de más de ochenta años y que se unieron sólo bajo la motivación exclusiva de evitar la mayoría de Morena en el Parlamento. A partir de ahora, pues, México tendrá dos bloques de poder: de un lado, el de Morena; y del otro, la extraña de la izquierda, el centro y la derecha tradiciona­les para oponerse a López Obrador. El contenido de esta columna es responsabi­lidad exclusiva del columnista y no del periódico que la publica.

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