El Debate de Guamuchil

Profesión en peligro

- AGUSTÍN GALVÁN elduendeca­llejero@gmail.com @duendecall­ejero

Fue en la ceremonia del Óscar del 2000 cuando Michael Caine obtuvo el galardón por su actuación en Las reglas de la vida. Al aceptar el premio, Caine les dedicó unas palabras a los otros nominados, explayándo­se con uno: Tom Cruise. Palabras más, palabras menos, Caine le dijo que no se preocupara, que aún era joven, que seguro en unos años sería él el que estaría alzando la estatuilla. Aquellos eran los años en los que a Cruise aún le preocupaba su carrera como actor. Algo que, luego de interpreta­r a Les Grossman en la comedia Una guerra de película, ha dejado a un lado para centrarse en su faceta de estrella hollywoode­nse. Y para ello forjó un mito: él es la única estrella que realiza sus propias escenas de riesgo. ¿Y qué es un mito? Pues una mentira. Porque eso de que es la única estrella cinematogr­áfica “viva” que realiza sus propias escenas de riesgo resulta algo exagerado. Eso va desde los tiempos de Buster Keaton, Charles Chaplin o Harold Lloyd; pasando por los años dorados de Jackie Chan, de la oscareada Michelle Yeoh, de Burt Reynolds, de Jean-Paul Belmondo, de Harrison Ford y un largo etcétera en el que también se puede incluir a otra oscareada: Jamie Lee Curtis. Por ello, no debe sorprender que en la cinta Profesión peligro (2024, Estados Unidos), sexto largometra­je del coordinado­r de escenas de riesgo y director David Leitch (1975, Kohler), además de rendirse un apasionado homenaje a esos héroes anónimos que son los dobles de riesgo, también se le de una sonora trompetill­a a Tom Cruise en la figura del narcisista y despótico Tom Ryder (Aaron Taylor-Johnson), estrella que no puede conducir un auto porque se marea, que corre raro, que sostiene sobre sus musculosos hombros a toda la industria cinematogr­áfica. Estrella que está perdida desde hace días en Australia, que es donde se filma una costosa película de ciencia ficción que parece un cruce entre Mad Max: Furia en el camino y Al filo del mañana. Por ello, la histérica productora y agente Paula Wag… ¡Perdón: Gail Meyer (Hannah Waddingham)! Ha decidido “revivir” al exdoble de Ryder: Colt seaver (Ryan Gosling), que se retiró luego de sufrir un accidente que casi lo mata; primero: para que se ocupe de las escenas de riesgo de Ryder, porque nadie como él para mantener vivo el mito de que Ryder hace sus propias escenas de riesgo, y, segundo: para que lo encuentre y lo regrese al set. Porque de no hacerlo, el examor de Seaver, la exoperador­a de cámara que está debutando como guionista y directora Jody Moreno (Emily Blunt), acabaría con su “naciente” carrera cinematogr­áfica por un escándalo mayúsculo. Esa es la ¿premisa?, ¿el pretexto narrativo? detrás de Profesión peligro. Una cinta que en parte es comedia romántica, en parte una efectiva cinta de acción y en total, una demanda porque la Academia de Ciencias y Artes Cinematogr­áficas entre en cordura e incluya una categoría para el mejor trabajo de escenas de riesgo en los Óscares. Cuesta creerlo, pero los dobles de riesgo no son reconocido­s por la industria. Más en los tiempos que corren, en los que su propia profesión está en riesgo pues los productore­s quieren que la tecnología supla a todo lo práctico. Por ello, ese reconocimi­ento sería un aliciente. El colmo sería que, de darse por fin un Óscar al mejor trabajo como doble de riesgo, el primero que lo recibiera fuera: Tom Cruise.

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