Cañedo
Al tomar posesión del Gobierno del Estado de Sinaloa, el 4 de junio de 1877, Francisco Cañedo pronunció el siguiente discurso: “Ciudadanos diputados: La protesta que acabo de prestar ante vosotros los representantes del pueblo sinaloense, me marca los deberes que contraigo en mi administración constitucional, los que si bien son arduos y graves, me es tanto más grato cumplirlos cuanto que están en armonía con mis más sinceros sentimientos y mis más profundas convicciones. A llenarlos con toda religiosidad, me induce además de mis simpatías por este estado, el reconocimiento más profundo de gratitud, pues destituido de todo mérito me he visto proclamado espontáneamente por una gran mayoría de este pueblo, para regir sus destinos en el periodo que comienza; sin que a ello haya contribuido la más ligera presión, ni el aliciente del lucro, porque mi candidatura, como nacida del pueblo, no tenía ni tuvo más apoyo que su soberana voluntad. Envanecido estoy de conducta tan leal y desinteresada. El acto solemne en que me presento se que me demanda daros a reconocer el programa de gobierno que he de adoptar, pero no queriendo cansar por ahora vuestra atención en hacer un análisis completo de la conducta que me propongo seguir, séame al menos lícito aseguraros que la Constitución federal y la del Estado serán la única guía de mis actos administrativos.