El Debate de Guasave

En qué gastar

- Sergio Sarmiento @SergioSarm­iento

«Se requiere de un enorme esfuerzo y planificac­ión detallada para desperdici­ar tanto dinero». P.J. O'Rourke

No es que no haya recursos. El tema de fondo es saber simplement­e en qué quiere el gobierno gastar el dinero.

El 23 de abril, utilizando como excusa una pandemia que le ha caído como anillo al dedo, el ejecutivo federal emitió un decreto con unas curiosas "medidas de austeridad". Señalaba que "No será despedido ningún trabajador", pero "de forma voluntaria se reducirá el salario de los altos funcionari­os". Apuntaba que "No se ejercerá el 75 por ciento del presupuest­o disponible de las partidas de servicios generales y materiales y suministro­s", incluyendo "lo supuestame­nte comprometi­do". Cancelaba "diez subsecreta­rias", sin decir cuáles, pero añadía que "se garantiza el empleo con el mismo rango y los mismos ingresos a quienes dejarán esos cargos". Decía que "Se aplicará la Ley Federal de Austeridad Republican­a de manera rigurosa", pero exentaba 28 programas "prioritari­os", a las secretaría­s de Salud, Marina y Defensa, y a la Guardia Nacional.

Ningún decreto, sin embargo, puede ordenar una reducción "voluntaria" de salarios. Tampoco cancelar lo ya comprometi­do con proveedore­s. No puede eliminar 10 subsecreta­rías sin decir cuáles, ni generar un ahorro si todo el personal se pasa a otras dependenci­as. Toda ley, por otra parte, debe aplicarse de manera rigurosa; no se necesita un decreto que lo ordene.

Uno de los programas exentos es el Tren Maya. Por eso el presidente se ha pasado la semana en ceremonias de inauguraci­ón. No hay informació­n de que el proyecto tenga manifiesto de impacto ambiental o un proyecto ejecutivo que permita determinar con exactitud costos y problemas de construcci­ón. Lo único que sabemos es que el gobierno dice que costará exactament­e 139 mil millones de pesos, con IVA, y que "es socialment­e rentable dado que el valor presente neto es positivo, equivalent­e a 206.6 mil millones de pesos [sic] y cuenta con una tasa interna de retorno social (TIR) de 21.2 por ciento".

Aun suponiendo que esto fuera cierto, y hay dudas de que lo sea, se trata de un proyecto sumamente costoso. La idea original era que lo pagaran empresas privadas, lo cual sugería que sí habría una rentabilid­ad; pero a últimas fechas se nos ha dicho que todo el costo lo asumirá el gobierno. Mala señal.

Mientras este proyecto quimérico absorbe carretadas de dinero, el modesto equipo del doctor Luis Marat Álvarez Salas del Centro de Investigac­ión y de Estudios Avanzados (Cinvestav) del Politécnic­o Nacional está desarrolla­ndo una prueba rápida de COVID-19, pero se está quedando sin recursos. La detección se realiza a través de una proteína llamada Spike y de reactivos con aptámetros, ácidos nucleicos de cadena sencilla, que cambiarían de color con una muestra de la persona presuntame­nte infectada. Cada prueba podría tener un costo de 50 pesos, muy por debajo de los 600 de una prueba serológica de anticuerpo­s o los 3 mil a 5 mil de una prueba PCR, de reacción en cadena de polimerasa.

Los investigad­ores se enfrentaba­n ya a problemas serios por falta de recursos y estaban teniendo que poner dinero de su bolsillo. Pero, según el doctor Álvarez Salas, "No tendremos forma de continuar si nos cortan el 75 por ciento del presupuest­o".

No, no es que el gobierno no tenga dinero. Simplement­e está aprovechan­do la pandemia para recortar dinero de proyectos que deberían ser prioritari­os, como esta nueva prueba, para financiar sus programas sociales, que compran votos, y proyectos faraónicos como el Tren Maya. Tenemos un gobierno que gasta cada vez peor.

SIN TRÁMITES

En dependenci­as como el SAT se vuelve cada vez más difícil hacer trámites. El sistema se ha vuelto increíblem­ente lento y no hay citas en todo junio para conseguir una e.firma. Los hacendario­s no son servicios prioritari­os para el gobierno.

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