Focos rojos
La política, en sus más diversas variantes, continúa dentro y fuera de nuestros hogares a pesar de la pandemia.
Así, el presidente López Obrador mantiene su ritmo de comunicación social a través de la consabida conferencia mañanera, e igual otros actores, afines o no a sus políticas y decisiones públicas. En el caso de sus opositores, es evidente que han crecido en su número, así como en la intensidad discursiva y las acciones mismas de rechazo a su gobierno.
Día a día fluyen mensajes por la redes y parecen imponerse las que le son adversas, junto a otras expresiones que se registran en los medios de comunicación, sobre todo en lo que llamamos el “Círculo Rojo” que conforman intelectuales y académicos con muchos lectores e influencia social. Pero no sólo en esas instancias se advierten protestas y descalificaciones para López Obrador, sino como lo acabamos de constatar con las caravanas de automóviles que sumaron muchas unidades al igual que entidades federativas, por donde transitaron.
Hay también descontento en sectores que se habían mantenido apartados o bien plegados a las
instituciones, como ocurre en el ámbito de la salud, donde tanto doctores y doctoras como auxiliares de enfermería y camilleros, se han visto afectados por falta de instrumentos y equipos de protección para ellos y los enfermos que reciben en los hospitales, además de qué han resentido las palabras ofensivas del propio presidente y de agresiones de algunos ciudadanos.
Si a esto agregamos a empresarios, periodistas o científicos, que entre otros gremios han sido insultados o ignorados en sus propuestas, la polarización ensancha riesgos y peligros para la República, sobre todo en momentos cuando se necesita unidad, armonía, solidaridad y miras elevadas.
Contradicciones y señales encontradas que no nos conducen por buen rumbo, tal como ocurre con el hecho mismo de qué López Obrador anunció ya el inicio de sus giras, justo cuando tenemos el nivel más alto de contagio y defunciones, en lugar de poner el ejemplo y dar un testimonio de coherencia ante la ciudadanía, a la que tanto se le insiste quedarse en casa.
Qué decir de la violencia tan abrumadora e imperante, el desempleo rampante y el aumento de la pobreza.
Todo ha provocado un parteaguas de posiciones antagónicas, que de continuar en esos términos, especialmente de ser ese el perverso proyecto presidencial, puede derivar entonces en un conflicto con saldos tan funestos para la vida institucional. el progreso y el bienestar de la nación, que retrocederíamos décadas respecto a los tan trabajosos avances que hasta ahora hemos logrado y con más inestabilidad, violencia, pobreza e injusticia.