Diócesis de Sonora
Con el fin de normar la vida espiritual en la región del Noroeste, después de la expulsión de los jesuitas, en 1767, por el rey Carlos III de España, el visitador general José de Gálvez propone la erección de un obispado, medida aprobada por Real Orden en 1769 y por el papa Pío VI en 1779. La nueva diócesis cubriría los territorios de California, Sonora y Sinaloa y tendría como sede la ciudad de Arizpe. Sin embargo fue hasta el 15 de marzo de 1790 cuando se expide la Real Orden para que Pedro Galindo, asesor de las Provincias Internas, estableciera los límites de la diócesis, presentando su propuesta el 28 de abril de ese año. Presentado por el rey, como primer prelado, el franciscano Antonio de los Reyes tomó posesión de la Mitra en mayo de 1783. Para entonces, la situación era muy difícil en la región. Según informe del propio De los Reyes, los indios habían abandonado las misiones dedicándose al vicio y a no hacer nada; en los pueblos no había personas ni policías; las iglesias estaban desiertas y los campos sin cultivar. Debido a la lejanía y al constante amago de los apaches, los obispos de la Mitra de Sonora nunca residieron en Arizpe, sino en el Real de Álamos, y más tarde en El Rosario, y en Culiacán a partir de 1797, por ser el centro geográfico de la diócesis. Hay que decir que la salida de los jesuitas de Sinaloa devastó económicamente la región norte.