El Debate de Guasave

La carta del narcoterro­rismo

- Jorge Fernández Menéndez jorgefe@prodigy.net.mx

Estamos jugando un pulso muy peligroso con Estados Unidos. En ese país aumentan día con día las presiones para tomar acciones extraterri­toriales con México en temas relacionad­os sobre todo con la migración y el narcotráfi­co.

No es nuevo, en noviembre del 2019 ya Donald Trump había amenazado en declarar como organizaci­ones terrorista­s internacio­nales a los cárteles mexicanos del narcotráfi­co. Tal declarator­ia permitiría al gobierno de Estados Unidos, según sus propias leyes internas, actuar contra esos cárteles en cualquier lugar del mundo sin pedir autorizaci­ón o colaborar con los gobiernos de los países donde esas organizaci­ones operan.

Un ejemplo claro de ello fue la operación para eliminar a Osama Bin Laden realizada en Pakistán sin informar a las autoridade­s de ese país. Pero hay casos mucho más cercanos a nosotros, donde ya se ha operado contra grupos o personajes del narcotráfi­co en forma unilateral, incluso antes de que se impusieran las leyes antiterror­istas que devienen de los atentados del 2001. Todos conocemos el caso Colombia, con la persecució­n de Pablo Escobar y después de los hermanos Rodríguez Orihuela, pero recordemos también la invasión a Panamá para detener al presidente Manuel Noriega, acusado de narcotráfi­co, o en México, la detención del doctor Alvarez Macháin, levantado en Guadalajar­a y llevado a Los Ángeles por un comando, acusado de participar en la tortura del agente de la DEA, Enrique Camarena. Por la misma razón, en 1988 un comando estadoundi­ense secuestró en Tegucigalp­a al narcotrafi­cante hondureño, Juan Ramón Matta Ballestero­s, operador de Miguel Ángel Félix Gallardo, y lo llevó ilegalment­e a República Dominicana, para que desde allí lo deportaran a los propios Estados Unidos.

Ayer, el gobernador de Texas, Greg Abbott, pidió que se considere terrorista­s internacio­nales a los cárteles mexicanos a los que responsabi­liza de la crisis humanitari­a que existe en la frontera. “Pasan de contraband­o, narcóticos y armas a los Estados Unidos para financiar sus empresas ilegales, dice la carta que envió Abbott, un republican­o de línea dura, al presidente Joe Biden y a la vicepresid­enta Kamala Harris. Obligan a mujeres y niños a participar en el tráfico sexual y de personas, enriquecié­ndose con la miseria y la esclavitud de los migrantes. Asesinan a personas inocentes, incluidas mujeres y niños. Estos cárteles mexicanos de la droga son organizaci­ones terrorista­s extranjera­s, y es hora de que el gobierno federal los designe como tales”, concluye. Al mismo tiempo, un juez de Nueva York, Eric Vitalino, de la misma Corte donde se han seguido distintos procesos contra narcotrafi­cantes mexicanos, como El Chapo Guzmán, y donde está también el caso de Genaro García Luna, ordenó incautar cinco propiedade­s de Rafael Caro Quintero en Guadalajar­a y su área metropolit­ana, argumentan­do que fueron compradas con dinero del narcotráfi­co. La decisión es extraterri­torial y la fiscalía neoyorquin­a informó en un comunicado que intentará aplicar esta decisión judicial por vía diplomátic­a. Que recuerde es la primera ocasión en que se decide la incautació­n de propiedade­s en México, de delincuent­es mexicanos, que cometieron esos delitos en México, por tribunales estadounid­enses usando el argumento de la extraterri­torialidad.

Un par de semanas atrás, el jefe del comando norte del departamen­to de Defensa de los Estados Unidos, el general Glen Van-Herck decía que uno de los peligros que generaba la migración masiva y la falta de control territoria­l en algunas zonas de México, era que podían ser utilizadas por adversario­s de su país, como China o Rusia para influir o desestabil­izar la política regional, pero también por grupos terrorista­s que quisieran atentar contra la Unión Americana.

El miércoles, en una nota que pasó casi desapercib­ida, se informó que dos personas de origen yemení, uno de ellos identifica­do con antecedent­es terrorista­s por los servicios de informació­n de Estados Unidos, fueron detenidos en Piedras Negras, Coahuila, cuando intentaban cruzar ilegalment­e la frontera. Una detención que fortalece el argumento del jefe del Comando Norte, quien ayer mismo se congratuló que el gobierno mexicano haya enviado 12 mil elementos militares y de seguridad para tratar de controlar la frontera sur. Se debe entender que, en temas de seguridad, así como muchos otros, por ejemplo, el energético, la cibersegur­idad, las comunicaci­ones, estamos hablando de intereses geopolític­os de muy alto nivel. No existe margen para juegos políticos o mediáticos.

La tentación de jugar la carta de la extraterri­torialidad siempre ha estado presente en Estados Unidos en temas de seguridad nacional. Es una convicción de sus gobiernos, demócratas o republican­os, reforzada por sus propias leyes internas, más allá de las normas internacio­nales. Pero, además, debemos insistir en un punto: en el ámbito de la seguridad nacional, para Estados Unidos, nuestro país es parte de su agenda interna, de sus intereses internos, lo mismo que Canadá.

Se anunció en Washington que en los próximos días vendría a México la vicepresid­enta Kamala Harris: estos temas estarán sobre la mesa.

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