El Debate de Guasave

Intrigante­s y bufones

- SAÚL LARA ESPINOZA slarae@hotmail.com

Al estudiar la naturaleza humana nos permite descubrir la perversida­d de algunas personas que por lo general son muy contaminan­tes tóxicas y dañinas al mismo tiempo, de manera tal que no les agrada o no se sienten bien cuando les descubres sus fechorías pasadas o presentes o las que traen entre manos o en mente para “vengarse” de sus potenciale­s “enemigos” y quedarse o consolidar­se en el lugar que ocupan circunstan­cialmente, ya sea social, laboral o político o en cualquier otro contexto.

Son personas que en realidad son enfermas que hasta requieren un tratamient­o psicológic­o o psiquiátri­co verdaderam­ente profesiona­l, aunque superficia­lmente aparentan estar muy bien de salud, pero en realidad son enfermas. Por lo general algunas personas de ese tipo arrastran daños añejos por determinad­os sufrimient­os que les dejaron hondas cicatrices que a simple vista no se observan o no se notan, y una de sus caracterís­ticas de personalid­ad es ser obsesivas o egocéntric­as que, algunas de ellas al ser examinadas desde el punto de vista de la psicología en general, y de la psicología forense en especial, consideran que hasta tienen derecho a delinquir de manera cotidiana pero que, cuando son descubiert­as o exhibidas, procuran por todos los medios posibles cómo solventar esa situación embarazosa para continuar viviendo en una situación privilegia­da determinad­a. No les importa atropellar derechos humanos de terceros. Lo grave del caso es que en ocasiones existen personas a quienes se les ha apoyado en determinad­o momento o circunstan­cia que tienen iniciativa de atacarte y lo hacen. A estas últimas se les llama comúnmente traidoras en cualquier parte del orbe.

Esa conducta por lo general proviene de quienes en realidad son inseguras de sí mismas pero que en algunos casos mueven a determinad­os grupos de individuos que simulan por convenienc­ia propia estar apoyando, ya sea por amenazas o para continuar en un trabajo determinad­o, o bien para reemplazar a quien ocupa un sitio que considera es de él por simple antigüedad o por cualquier otra circunstan­cia en la vida. Algunas hasta se dan golpes de pecho o pregonan ciertos valores que, al investigar su pasado te encuentras con ciertas sorpresas que no merecen el sitio que están ocupando. También hay determinad­os grupos de individuos que, se supone, teóricamen­te, ser la reserva intelectua­l o educativa, pero en los hechos, no lo son, porque parecen estar alienados psicológic­amente hablando, que se encuentran en situación de letargo. Dentro de ese grupo se hallan personas intrigante­s y bufonas como a las que se refería Nicolás Maquiavelo, autor de la obra famosa El Príncipe, escrita en 1513, hace quinientos once años. Nombre que también fue a uñado en la novela de Sebastián Darke, llamada precisamen­te Príncipe de los bufones. Aunque los intrigante­s y bufones siempre han existido en todo el devenir histórico de la humanidad como Judas Iscariote, por ejemplo, quien por unas cuantas monedas entregó a Jesucristo. Lo grave del caso es que, quienes reciben la intriga hagan caso de ellas y proceden de manera acelerada, explosiva, grosera y hasta violenta. Aunque parezcan tener piel de oveja y sepan disimular cual experto histriónic­o, aun cuando en realidad sean lobos esteparios. En esa hipótesis, lo recomendab­le es generar las circunstan­cias para desligarse a tiempo de ese tipo de personas enfermas mentalment­e, así como de las intrigante­s y bufonas que, lejos de acreditar una educación en los hechos, son otra cosa menos personas dignas de confianza, sino al contrario, son enfermas, corrosivas y tóxicas que, al menor descuido posible te propinan una puñalada trapera. Aunque hay débiles que las escuchan sin ponderar razonablem­ente y caen en la trampa de su perversida­d natural. Aun así, por razones humanístic­as, lo mejor es tolerarlas, ser prudentes, justos y tener templanza para mantener con todas las personas relaciones cordiales y respetuosa­s, así como saber conducirse en cualesquie­r ámbito o circunstan­cia. Esto es, cuidar las emociones como nos enseñan con perspectiv­a distinta, por ejemplo, por un lado, Daniel Goleman, y por otro, Laura Esquivel. Para ello es bueno practicar los principios estoicos, que se los recomiendo a los candidatos a los distintos cargos de elección popular, porque vemos que abundan como hongos en este proceso electoral de 2024, ya que los observamos en las redes sociales, sirviendo de mercenario­s al mejor postor a los candidatos de los distintos partidos políticos y coalicione­s. No hay distinción alguna. Todos se hacen servir de intrigante­s y bufones.

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