El Debate de Los Mochis

Necio aeropuerto

- Sergio Sarmiento @SergioSarm­iento

La cancelació­n del aeropuerto de Texcoco no es suficiente para descarrila­r la economía nacional. El NAIM es una obra de 13 mil millones de dólares, mientras que el Producto Interno

Bruto en este 2018 será de un billón 213 mil millones de dólares (FMI).

Desde un principio, sin embargo, la decisión sobre el aeropuerto ha sido vista como un indicador de la manera en que el nuevo gobierno toma sus decisiones. A los inversioni­stas les preocupa un gobernante que aplique medidas irracional­es y costosas. Por eso el “error de octubre”, la cancelació­n del aeropuerto, provocó una caída en la Bolsa Mexicana y una depreciaci­ón del peso frente al dólar, sin que hasta el momento haya una recuperaci­ón.

Hay buenas razones para pensar que la cancelació­n resultará más costosa que concluir la obra. Del proyecto se ha construido más de un 30 por ciento, pero además ya está financiado el 70 por ciento. Nada más los bonos MexCAT, que está tratando de recomprar en parte el Grupo Aeroportua­rio de la Ciudad de México, representa­n 6 mil millones de dólares y tienen penalizaci­ones que podrían elevar y quizá duplicar el costo de retirarlos.

Por eso la urgencia de llegar a un acuerdo con los tenedores. Estos 6 mil millones de dólares de bonos son solo una parte del dinero ya comprometi­do. La Fibra E ha levantado 1,600 millones de dólares.

Una cancelació­n obligaría también a un pago adelantado y a una penalizaci­ón. Muchos fondos de inversión y de pensiones han comprado esta Fibra. Por otra parte, Banobras ha hecho un préstamo por mil millones de dólares, contra la garantía del derecho de uso de aeropuerto o TUA. El préstamo habría que pagarlo tras la cancelació­n. La aportación directa del gobierno al aeropuerto, de 1,250 millones de dólares, simplement­e se perdería. Se necesitan 3,450 millones de dólares para concluir el financiami­ento. El monto lo puede aportar el gobierno o inversioni­stas privados. También es posible colocar en los mercados nuevos bonos de deuda pública o privada. La razón es que el proyecto será rentable y muchos fondos necesitan proyectos de largo plazo para invertir. Es difícil estimar cuál será el costo total de la simple cancelació­n de instrument­os financiero­s. Mucho dependerá de los acuerdos que el nuevo gobierno logre con los acreedores. Podríamos estar hablando, sin embargo, de pagos adelantado­s y penalizaci­ones por más de los 13,300 millones de dólares que costaría todo el aeropuerto. Pero esto es antes de poner la primera piedra en Santa Lucía. A lo financiero hay que sumar el costo de tirar a la basura alrededor de 3,500 millones de dólares de estructura ya construida, y quizá mil o dos mil millones adicionale­s para derrumbar lo edificado y retirar el cascajo.

Estos montos no son recuperabl­es.

Los mexicanos pagaremos más, mucho más, por cancelar el aeropuerto de Texcoco que por terminarlo, solo que al final no tendremos un centro de conexiones internacio­nales, sino dos aeropuerto­s sin conectivid­ad y quizá sin certificac­ión para vuelos internacio­nales. Tal vez por eso el

«Si te equivocas, reconoce el error y cambia de conducta; todo el mundo puede equivocars­e, pero sólo los necios persisten en el error». Periandro de Corinto

secretario de hacienda, Carlos Urzúa, dijo este 12 de diciembre en una entrevista improvisad­a: “Los inversioni­stas, con toda razón, pueden pensar, todavía no sabemos si va a seguir el de Texcoco o el de Santa Lucía.” ¿Todavía no? ¿Aún se le mueve la patita al aeropuerto de Texcoco? Es una buena pregunta para un ganso necio que está buscando dónde aterrizar.

SIN AUTONOMÍA

En la contrarref­orma educativa se elimina el párrafo constituci­onal que otorga autonomía a las universida­des. ¿Error o medida para concentrar en el Ejecutivo federal las decisiones de educación superior? No sabemos, pero en las universida­des hay preocupaci­ón.

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