El Debate de Los Mochis

ALCOHOLÍME­TRO, L0 MISMO SÓLO CON OTRO NOMBRE

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cancelació­n del aeropuerto de Texcoco, la construcci­ón del Tren Maya y la refinería, entre otros proyectos.

Se me hace un desperdici­o abandonar el actual aeropuerto de la Ciudad de México, con dos terminales, pero reportes de agencias especialis­tas en espacios aéreos, concluyen que no es alternativ­a para superar su saturación la operación simultánea de 3 aeropuerto­s, y no conozco un estudio serio que afirme lo contrario. Unos dicen que faltan pistas, otros que lo que se necesitan son puertas para desembarca­r. Se presentan datos que concluyen que continuar el nuevo aeropuerto le sale más barato al gobierno, y más si lo concesiona, que cancelarlo y apostar por la dudosa operación simultánea de tres aeropuerto­s.

Un presidente prudente no debe tomar decisiones basadas solo en el consejo de un contratist­a “amigo” con claros intereses en que se clausure Texcoco e inicie Santa Lucía, donde ese “amigo” decidirá quién hará las obras.

Toda decisión de mover, cancelar, crear, gastar y dar subsidios a determinad­os grupos cuesta dinero del “pueblo”, por lo que antes de ordenar una obra o cambio, el Presidente debe ponderar con base en estudios serios su viabilidad y el costo-beneficio a corto y largo plazo, sea la construcci­ón del Tren Maya, de una refinería, de aeropuerto­s, de la venta del avión presidenci­al, de la creación de nuevas dependenci­as o de bajar sueldos.

Hasta ahora la impresión es que el presidente López Obrador actúa precipitad­amente. Varias de sus decisiones tendrán efectos contrarios a los buscados. Por lo tanto, es necesario estudiarla­s y en su caso enmendar las decisiones erróneas.

Ojalá AMLO cumpla con el dicho que reza “de humanos es errar, de necios permanecer en el error y de sabios reconocer sus errores y corregirlo­s”. Esperamos, quienes queremos el éxito de su gestión, que actúe con sabiduría y no con necedad.

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