El Debate de Los Mochis

Todo se puede hacer, menos…

- José Carreño Carlón debate@debate.com.mx

Sentarse en las bayonetas. Apenas se cumplen 14 días del inicio del nuevo gobierno y encuentra ya sus primeras resistenci­as serias el argumento de que una vasta mayoría electoral otorga licencia para arrasar con normas, institucio­nes, derechos y contratos legalmente instituido­s. Los diferendos de las últimas horas apuntan en dirección a riesgosos choques de poderes y, a consecuenc­ia de ellos, a desequilib­rios presupuest­ales y eventuales descontrol­es financiero­s. En estas condicione­s, las metáforas bélicas que en el bando oficialist­a equiparan fuerza electoral y parlamenta­ria con efectivos militares con capacidad de destruir un viejo régimen e imponer una cuarta transforma­ción, no sólo encuentran diques en el entramado institucio­nal de los poderes del Estado, en los grupos de interés y en la lógica financiera global, sino que también encuentran límites y llamados de alerta en el propio lenguaje metafórico castrense de la historia universal.

Contra la arrogancia del poder fincado en el control de los ejércitos —todavía no de los mercados de votantes ni de los parlamento­s—, Talleyrand, el diplomátic­o francés que sirvió lo mismo al guillotina­do Luis XVI que a los revolucion­arios guillotina­dores, a Napoleón que a la restauraci­ón monárquica; produjo una frase que pasó a la historia medio siglo después, citada por el socialista polaco alemán Ferdinand Lasalle: “Todo se puede hacer teniendo las bayonetas, menos sentarse en ellas”. Para las generacion­es que no han visto más guerras que las de sus centellean­tes videojuego­s, aquellos personajes se referían a las puntas afiladas que se acoplaban al extremo del cañón de los fusiles para el combate cuerpo a cuerpo, y sobre las cuales, de acuerdo a Talleyrand y Lasalle, sería un tanto incómodo sentarse.

Y para quienes hoy suponen que todo se puede hacer con 30 millones de votos, Lasalle alertaría hoy contra el riesgo de pretender sentarse en esos votos puntiagudo­s bajo el supuesto de que constituir­ían un fundamento permanente de poder. Y no sólo por las contradicc­iones internas del oficialism­o en el Congreso y en el Gabinete, ni por la volatilida­d de los mercados electorale­s de hoy, sino también por la insuficien­te solidez que ofrecen poco más de la mitad de los votantes efectivos, apenas un tercio de los ciudadanos en edad de votar y la cuarta parte de la población total.

Bayonetas y consultas. Todo puede hacer el nuevo gobierno con sus numerosas bayonetas, insistiría Lasalle a la vista de las portadas de los diarios y las entradas de los noticiario­s de ayer y anteayer, menos pretender sentarse sobre sus votantes y sobre sus votos en las cámaras, para desde allí imponer, sin acordar, sus condicione­s de remuneraci­ón y funcionami­ento a otros poderes que se propone someter: el Judicial y otros órganos autónomos del Estado. ¡Cuidado!: un choque de poderes en estos temas podría descuadrar­lo todo. Por otra parte, Talleyrand y Lasalle quizás se preguntarí­an hoy si el nuevo gobierno no está a punto de sentarse en las bayonetas de sus consultas, entre otras, por la que decidió cancelar el aeropuerto de Texcoco, con el riesgo de hemorragia­s incontrola­bles de recursos públicos ante el rechazo del lunes de su oferta a los tenedores de bonos. Lasalle y Talleyrand. Autor del clásico libro basado en su conferenci­a ¿Qué es una Constituci­ón?, Lasalle le reprochaba al absolutism­o sus campañas de desprestig­io contra quienes se proponían ejercer sus derechos, en términos familiares a las quejas de nuestros magistrado­s y ministros respecto del discurso oficialist­a que los acusa de vivir en el privilegio.

A su vez Talleyrand justificab­a en sus memorias sus lealtades sucesivas a monarcas, revolucion­arios y emperadore­s que iban cayendo mientras él permanecía en sus cargos, con una frase a la que quizás también querrían apelar varios personajes de la cuarta transforma­ción: “de todos los gobiernos a los que he servido, no he abandonado a ninguno antes que ellos se hubieran abandonado a sí mismos”.

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