Asombro y disgusto para el lector
ASOMBRO, al enterarse de cosas desagradables que sucedieron y que ignoraba, y DISGUSTO porque en la escuela le ocultaron esas verdades históricas y le dijeron muchas mentiras, como se ve en lo que dice José Vasconcelos, que fue secretario de Educación Pública en el Gobierno de Álvaro Obregón y también rector de la Universidad de
México: “La revolución llamada de la Reforma” se inicia en 1° de marzo de 1854 con la proclamación del Plan de Ayutla que desconoce a Santa Ana, crea gobierno provisional y convoca una Asamblea Constituyente. El proceso sí era el indicado para sacar a la patria de su angustia.
Pero veamos qué es o qué estaba detrás de tan buenos propósitos aparentes y quiénes eran los hombres que los sustentaban. Para investigar los orígenes tenemos que remontarnos al Plan Poinsett (embajador infernal), uno de cuyos puntos, la toma de Nuevo México, Texas y California, estaba ya consumado. Y quedaba pendiente otro: la destrucción de la Iglesia católica mexicana en beneficio del protestantismo norteamericano, o, como lo dicen los escritores de Estados Unidos, la extensión de la obra de la reforma protestante europea en territorios latinos dominados por el catolicismo. Lo que llamamos nosotros “la Reforma” no es, por lo mismo, otra cosa que un episodio de la guerra religiosa europea de protestantes y católicos, guerra exótica en nuestro medio y que solo fue posible porque previamente nos habíamos convertido en protectorado. Los iniciadores del movimiento ocultaron el carácter de franca guerra contra católicos y la destrucción de la Iglesia, con la máscara del laicismo liberal y los extranjeros se fueron apoderando de las minas, el comercio y las tierras de los mexicanos”.