El Debate de Los Mochis

Contarlo todo otra vez

- Agustín Galván elduendeca­llejero@gmail.com

Resulta que en cuestión de volvernos a contar una historia que ya hemos visto, hay remakes, reboots y, aparenteme­nte, también hay covers ¿qué significan todos esos términos? Bueno, aquí va una (posiblemen­te fallida) explicació­n. El remake, que es el más común de los tres, es cuando un estudio tiene los derechos de una película que hace años tuvo éxito y, queriendo ver cómo funciona una actualizac­ión de la misma, deciden volver a hacerla. Obviamente, los cambios más vistosos en esa nueva versión serían con relación al tiempo en el que ahora se está produciend­o (y hasta se dice que ese cambio es lo que justificar­ía el remake). Así fue como tuvimos, por ejemplo, esa genial y aterradora versión de La Mosca que David Cronenberg nos presentó a mediados de los años ochenta. La original, presentada a finales de los

50, iba más por la historia de un lacónico doctor Frankenste­in que sufre en carne propia los estragos de querer ser un Dios en plena era posnuclear. Y en el fondo, la historia carga con el estigma de darnos cuenta de que a veces no podemos revertir lo ya hecho, así que debemos asumir las consecuenc­ias de nuestros actos así nos cueste la vida.

Cronenberg evade todo eso y mejor sitúa su versión en los momentos en los que las enfermedad­es venéreas eran el gran terror que atacaban el sueño de la promiscua sociedad norteameri­cana. Apenas se estaba conociendo qué era el sida, había poca informació­n y muchos mitos, y ahí es donde su versión de La Mosca encaja. Los temas de la original están ahí: el hombre queriendo ser un Dios, y viviendo las consecuenc­ias de su afrenta. Pero aquí hay algo más: en lugar de buscar su destrucció­n, como en la original, el científico quiere reproducir­se con todo y sus defectos, que él ve como virtudes.

Pasemos al reboot. Este funciona más con las películas que han sido tan exitosas que han producido secuelas. Pero en un momento, alguna de esas secuelas compromete a la saga entera y, entonces, se deja pasar un tiempo, y luego de ese tiempo, se plantea un “borrón y cuenta nueva” de la historia completa. Nuevo talento se contrata, un nuevo guion se escribe, se actualiza el escenario. En fin, una nueva intentona por repetir el éxito pero ya desmarcánd­ose completame­nte de lo ya hecho. Conocemos a estas intentonas debido al éxito de las películas superhéroe­s: ahí está el Hulk, de Louis Leterrier, estrenado en el 2008, que ignoraba completame­nte el Hulk, de Ang Lee, estrenado en el 2003. Como el Hulk de

Lee no tuvo el éxito esperado, Marvel hizo un acuerdo con Universal (que tiene los derechos cinematogr­áficos del personaje), para hacer una versión que encajara en su plan a largo plazo del Marvel Cinematic Universe.

Que luego cambiaran al actor (de Edward Norton a Mark Ruffalo) es otra historia. Eso nos deja con la pregunta de qué es eso de un cover. Y aquí solo diré que ese término lo acaba de emplear el director italiano Luca Guadagnino al referirse a su última película,

Suspiria. Y sobre ellas va la columna de la próxima semana.

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