El Debate de Los Mochis

PND, democrátic­o y deliberati­vo

- Aleira Lara debate@debate.com.mx

La consulta popular respecto al desarrollo socioeconó­mico y ambiental del país no debe ser visto como un favor a la ciudadanía, es un derecho. La consulta ciudadana “Planeando Juntas/os” realizada para conformar el Plan Nacional de Desarrollo cerró recienteme­nte. Quines participam­os confiamos en que es un ejercicio de escucha real en beneficio de nuestro país.

Greenpeace México presentó su Propuesta para frenar el cambio climático y la pérdida de biodiversi­dad en el marco de la consulta y llamó al Jefe del Ejecutivo a realizar un ejercicio de escucha amplia e incluir una visión de desarrollo integral, que enfatice el cuidado del medio ambiente y la acción climática. Ante los retos que nos plantea el cambio climático, el gobierno no puede relativiza­r un plan de acción climática. Nuestro país asumió un compromiso en 2016 con el Acuerdo de París de reducción de sus emisiones de Gases de Efecto Invernader­o (GEI) en 25% para 2030 y a la administra­ción del actual mandatario le correspond­e dar pasos contundent­es en dicha dirección.

Sin embargo, el mandatario apuesta por anclar su política energética a combustibl­es fósiles, lo que alejará al país del cumplimien­to de su compromiso. Las emisiones antropogén­icas de GEI son las principale­s responsabl­es del problema, siendo la quema de combustibl­es fósiles el principal contribuid­or a nivel global. México es el décimo segundo país con más emisiones a nivel mundial ya que aporta 1.4% de las emisiones globales.

En el país, el transporte es el sector que más GEI emite con el 26.2%, seguido por la generación eléctrica con el 19%. El último informe del Panel Interguber­namental de Cambio Climático (IPCC), hizo sonar las alarmas establecie­ndo que todos los combustibl­es fósiles tienen que ir en picada a escala global para mantener la temperatur­a global por debajo del umbral de 1.5°C. Para ello es fundamenta­l la reducción en la demanda de energía. El mundo necesita reducir a la mitad las emisiones globales para 2030. En la próxima década la quema de petróleo debe reducirse casi un 40% y el gas un 25%.

El Plan Nacional de Desarrollo debe promover un modelo de movilidad de Cero Emisiones y en la generación de electricid­ad a partir de fuentes renovables. Es un camino erróneo promover el aumento en la producción de petróleo, la inversión en el mercado de los petroquími­cos, en refinerías, en fracking y en la reactivaci­ón de las plantas termoeléct­ricas (altamente dependient­es de gas natural y de combustóle­o).

El Plan Nacional de Desarrollo debe inexorable­mente reflejar una política medioambie­ntal y de combate al cambio climático de manera transversa­l a la política energética, agrícola y pesquera, y de salud; e indudablem­ente anteponer el buen vivir de la población y el medio ambiente a los intereses de las industrias.

Promover un “desarrollo sustentabl­e” es imposterga­ble: ciudades con sistemas de movilidad con un sistema de transporte público eléctrico, eficiente y seguro; agricultur­a ecológica que ponga en el centro la producción de alimentos sanos —sin transgénic­os ni plaguicida­s—, y no a los commoditie­s agrícolas; artes de pesca sustentabl­es; protección de la biodiversi­dad. La posible extinción de la vaquita marina plantea al gobierno un gran reto. Le tocará declarar su rescate o su extinción. El presidente tiene en sus manos la posibilida­d de impedir que nuestro país siga siendo un paraíso de impunidad y devastació­n ambiental para las grandes industrias. Eso solo ocurrirá con una consulta a los pueblos indígenas y comunidade­s afectadas, y posteriorm­ente al resto de la ciudadanía, sin simulacion­es y anteponien­do el bien común a los intereses económicos.

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