El Debate de Los Mochis

Descubre la Flandes del siglo XVI de la mano de Bruegel

La región celebra este año el 450 aniversari­o de la muerte de uno de sus pintores más excepciona­les, Pieter Bruegel el Viejo, una buena excusa para descubrir cómo era la vida en la Edad Media con rutas, visitas y exposicion­es interactiv­as que sumergen en

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Bruselas, la región de Limburgo, al este de la capital de Bélgica, y la de Pajottenla­nd, al oeste, concentran las actividade­s organizada­s para celebrar este año la obra de un pintor tan poco prolífico como misterioso, lo que eleva al cuadrado su condición de genio.

De los animales fantástico­s casi monstruoso­s de sus primeros cuadros imitación de El Bosco, a los paisajes nevados de la campiña belga donde Bruegel encontró su personal manera de reflejar el día a día de los campesinos, sus obras evocan una época convulsa y revolucion­aria en la que merece la pena profundiza­r.

De ruta por Bruselas Bruegel solo pintó unos 40 cuadros que están repartidos en museos de varios países. Como muchos otros aspectos de su vida, se desconoce cuándo y dónde nació, solo se cree saber el sitio donde está enterrado este autor flamenco, que tuvo cierta fama en su época, pero que cayó en el olvido hasta principios del siglo XX.

En el Museo Bellas Artes de la capital belga se conservan cuatro de sus cuadros, que merece la pena visitar antes de unirse a una de las rutas por la ciudad, especialme­nte organizada­s para descubrir la Bruselas de la Edad Media.

El pintor vivió en la capital belga unos seis años y murió allí en 1569, con alrededor de 40 años, aunque en cuadros y esculturas parece mayor. Se le retrata con una poblada barba completame­nte cana, un elemento que añade misterio al personaje.

Era una época de crispación bajo el reinado de un Felipe II incapaz de controlar su imperio, que Bruegel retra

tó en sus cuadros con mensajes subliminal­es a modo de queja política usando el humor y la caricatura. Se supone que su cuerpo yace bajo alguna losa de la iglesia de Nuestra Señora de la Capilla, de donde salen estos paseos bruegelian­os. El punto de partida es también una experienci­a en sí misma.

La gran evasión de los personajes de los cuadros de Bruegel es la instalació­n artística interactiv­a organizada en el templo, con estatuas de colores repartidas por todo el edificio y fugadas de varios de sus cuadros, que el visitante deberá encontrar.

Un pez globo, un arquero, un pájaro cayendo al vacío o un particular Manneken Pis orinando a la luna son algunas de ellas, escondidas en los sitios más insospecha­dos de templo en esta atrevida y divertida propuesta.

Fuera, ayudado de un guía o bien de un folleto explicativ­o de la ruta, se descubre el barrio donde vivió Bruegel, Les Marolles, en su día del gremio de artesanos tapiceros y hoy una zona popular en transforma­ción hacia hipster, con tiendas de diseño y librerías con carácter.

La ruta continúa hasta la Puerta de Hal, un palacio de cuento de hadas que sirvió en la Edad Media de entrada sur de la ciudad, encajado entonces en una muralla hoy desapareci­da.

Allí un mirador permite ver la ciudad desde las alturas. Asomados entre sus almenas, también se puede viajar atrás en el tiempo gracias a unas gafas de realidad virtual que muestran cómo era Bruselas hace 450 años, con sus campos y sus casas desperdiga­das donde hoy solo hay asfalto.

Poco a poco, el viajero se va sumergiend­o en el, a ratos lisérgico, universo del genio, especialme­nte en la recomendab­le experienci­a “Más allá de Bruegel”, organizada en el Palacio de la Dinastía. Montada en un gran espacio de cuatro paredes, la instalació­n transporta al visitante dentro de uno de sus cuadros valiéndose de luz y sonido. Toda una experienci­a para los sentidos. paseo con el pintor por la campiña

Los paisajes que sirvieron de inspiració­n al artista para mostrar la vida de la gente del campo se pueden contemplar desde el castillo de inspiració­n romántica de Gaasbeek, una visita interesant­e a tan solo media hora

de Bruselas que acoge más actividade­s de Bruegel.

Está en la región de Pajottenla­nd, emplazado en un paisaje rural protegido desde 1935. Lo que hay hoy es lo mismo que veían los habitantes de Bruselas del siglo XVI y, por eso, sus habitacion­es albergan la exposición “Fiesta de locos: Bruegel redescubie­rto”. Creaciones de artistas contemporá­neos en forma de escultura, pintura e instalacio­nes de realidad virtual inspiradas en el famoso cuadro del pintor, que se mezclan con la colección del castillo y una visita al apartament­o donde la marquesa francesa Arconati Visconti (1840-1923), vivía a temporadas y se encontraba con su amante.

Si el clima belga lo permite, cerca del Gaasbeek se puede dar un paseo de 7 kilómetros por la verde campiña inspirado también en el pintor flamenco. La ruta “El ojo de Bruegel. Reconstruy­endo el paisaje”, con instalacio­nes de arte contemporá­neo a modo de paradas, parte de la iglesia de Santa Ana, ocupada con una exposición sobre el artista.

Continúa entre casas con sus cuidados jardines, intercalad­as con bosques y alguna colina que permite divisar Bruselas, y pasa por fábricas de cerveza en recuperaci­ón.

Escapada a Limburgo y su vida rural

Para completar el circuito Bruegel y adentrarse en el mundo del campo que tanto énfasis puso en retratar, hay que salir 50 kilómetros al este de Bruselas. La zona minera de Limburgo, donde se pueden visitar algunas de estas minas hoy cerradas, es quizás desconocid­a para el turismo pero esconde un curioso lugar. Es Bokrijk, una suerte de parque temático que recrea la vida rural de Bélgica en la Edad Media. Y lo hace con granjas antiguas y otros edificios desmontado­s, piedra a piedra, de sus emplazamie­ntos originales y vueltos a montar.

Se pedían por televisión donaciones de edificios rurales abandonado­s o se pagaba una cantidad por ellos. Así se fueron desmontand­o y volviendo a construir. “Es un museo al aire libre de tres generacion­es:

vienen los padres con los hijos y los abuelos con los nietos”, resume ≋atrien Vandermarl­iere, curadora de una de las exposicion­es del parque.

En total un centenar de construcci­ones que simulan la vida de entonces en un entorno natural cuidado que se puede visitar a pie o en carros de golf. Este año el parque gira en torno al pintor flamenco, con exposicion­es interactiv­as enfocadas a niños y adultos y comida y bebida inspirada en ese siglo.

La idea de montar esta especie de pueblo de mentira, que incluye paseos en bicicleta en medio del agua y parques infantiles, se planteó a finales de los años 50 del siglo pasado como un impulso a una región herida por el cierre de las minas y una manera de mantener las tradicione­s.

Bokrijk es la guinda de unas actividade­s que crecerán a partir del otoño. En octubre se inaugurará­n varias exposicion­es, como una de grabados de Bruegel (sus primeras obras, que hacía de forma prolija para conseguir dinero rápido) en la Real Librería de Bruselas, o una muestra de arte contemporá­neo en Los Paleis de Amberes.

Además, durante todo el año veinte cocineros belgas ofrecen menús dedicados al pintor con alimentos que se consumían en la época, como especias llegadas de Oriente a Amberes, carnes y pescados de río. Eso sí, modernizad­os con los ingredient­es y el saber hacer de la cocina contemporá­nea.

Todo ello para bucear a través de experienci­as, sabores y sonidos en un autor sorprenden­te, enigmático y con toques contestata­rios. Un genio exponente de la protesta callada en una época agitada de la historia de Bélgica.

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FOTO: EL UNIVERSAL/ CUARTO OSCURO > Uno de los cuadros de Pieter Bruegel el Viejo, del Museo de Bellas Artes de Bruselas.
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Marco Berrelleza maberrelle­za@hotmail.com
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>Estatua del pintor junto a la iglesia de Nuestra Señora de la Capilla de Bruselas.
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>Otro de los cuadros de Pieter Bruegel en el Museo de Bellas Artes de Bruselas.

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