Nuevo emperador de Japón enfrentará éxitos de su padre
El miércoles, el príncipe heredero Narahuito se convertirá en el 126 ocupante del Trono de Crisantemo desde el año 660 antes de Cristo Sin embargo, además de la parafernalia propia del evento, herederá algo más importante: el respeto que su padre acumuló
Tokio. Cuando el príncipe heredero Naruhito se convierta el miércoles en la 126ta persona en ocupar el Trono de Crisantemo desde el año 660 antes de Cristo, será investido ceremoniosamente con antiguos y resplandecientes atuendos imperiales que incluyen espada y joyas.
µ Respeto del pueblo
Sin embargo, más allá de la parafernalia que acompaña a lo que los japoneses afirman es la monarquía hereditaria continua más antigua del mundo, el nuevo emperador también recibirá una herencia mucho más importante, aunque menos deslumbrante: el profundo y duradero respeto que su padre, Akihito, acumuló durante sus tres décadas de reinado. Replicar el legado de su padre será el mayor desafío de Naruhito.
El aprecio que muchos japoneses sienten por Akihito, de 85 años, estuvo de manifiesto en su última visita oficial al torneo invernal de sumo a principios de este año. La enorme multitud lo ovacionó de pie, vitoreando y sonriendo mientras sostenían a sus bebés u ondeaban banderas.
Sin embargo, Akihito se ganó este tipo de muestras de aprecio con momentos de mucha menor pompa, como su visita en 2011 en la que acudió con un rompevientos y no con su habitual traje hecho a la medida, para ofrecer consuelo a las víctimas de un terremoto y tsunami que desencadenó una catástrofe en una planta nuclear. Al ingresar al albergue de Tokio en el que vivían los damnificados, se arrodilló en el suelo de madera a escuchar las historias de supervivencia y devastación.
µ Carece de poder político “Me siento agradecido, y me ha dado fuerza”, dijo uno de los damnificados tras la visita del emperador.
De acuerdo a la constitución de la posguerra, Akihito carece de poder político, y sus deberes oficiales primordiales son fotografías, visitas ceremoniales y viajes al extranjero, y cada uno de sus pasos en público es cuidado por la agresiva y controladora Agencia de la Casa Imperial.
Sin embargo, a través de su tenaz acercamiento a sus súbditos en Japón, y sus expresiones de remordimiento para con los pueblos de partes de Asia que alguna vez fueron saqueados por las tropas de su padre, Akihito ha redefinido el papel de emperador y, en el proceso, se ganó una popularidad mucho mayor a la de cualquier político electo. “Akihito le deja unos zapatos muy grandes que llenar a Naruhito”, dijo Jeff ≋ingston, director de estudios asiáticos para la Universidad Temple en Japón. “Akihito abrió la puerta, y Naruhito parece en buena posición para continuar con el trabajo. El problema es que uno debe ganarse la autoridad moral; no se recibe”.