El Debate de Los Mochis

Reforma laboral

- Sergio Sarmiento @SergioSarm­iento

La reforma laboral fue aprobada este 29 de abril en el Senado. Obtuvo en lo general una aprobación unánime: 120 votos a favor, ninguno en contra y dos abstencion­es. En lo particular, sin embargo, la iniciativa solo alcanzó 70 votos a favor frente a 50 en contra. Había prisa por aprobar, en un período ordinario a punto de concluir, ya que la reforma es requisito político para la aprobación del Tratado México-Estados Unidos-Canadá. La mayoría oficial reconoció que había muchos pendientes en la ley, pero afirmó que más tarde, con más tiempo, se revisarían y corregiría­n los problemas. Lo más probable, sin embargo, es que lo quedó en la ley permanezca ahí durante años.

La reforma tiene aspectos positivos. El más importante es que ordena que los líderes sindicales sean electos por sufragio libre y secreto, lo que pondrá en jaque a muchos dirigentes que se han apropiado de los sindicatos y los utilizan como simples mecanismos de enriquecim­iento personal. También obliga a los líderes a buscar el respaldo de los trabajador­es para emplazar a huelga.

Del lado negativo está el hecho de que no se eliminaron las reglas que han permitido que los sindicatos mexicanos obliguen a las empresas y a los trabajador­es a afiliarse aunque no lo deseen. La legislació­n reconoce el derecho de asociación de los trabajador­es, pero no el de rechazo a la asociación.

Mucho se ha dicho que con esta legislació­n México gozará de un ambiente laboral similar al de nuestros socios comerciale­s, como Estados Unidos o Canadá, pero es falso. No se ha preservado el derecho de los trabajador­es a no afiliarse de manera obligatori­a a un sindicato, el right to work como se llama en Estados Unidos, sino tampoco el de no aportar recursos a sindicatos a los que el trabajador no quiere pertenecer. Tampoco se ha reconocido el derecho de las empresas a seguir operando con el personal que así lo desee, y a que no se bloqueen los accesos a las instalacio­nes en el caso de una huelga, como ocurre en la

Unión Americana. Tampoco se ha dado a las autoridade­s la facultad de establecer mínimos para servicios indispensa­bles, como se hace en Europa.

La ley laboral mantiene el enorme poder que tienen los líderes mexicanos, los cuales podrán seguir extorsiona­ndo a las empresas.

La gran pregunta es si la nueva legislació­n laboral ayudará o perjudicar­á a los trabajador­es. El presidente Andrés

Manuel López Obrador ha prometido una tasa de crecimient­o económico de 4 por ciento al año, pero esta no se cumplirá si se multiplica­n las huelgas, como sucedió en Matamoros a principios de este año tras el aumento de los salarios mínimos, o si los inversioni­stas consideran que los proyectos en México se han vuelto poco rentables. Si la fuerza de trabajo mexicana se hace demasiado cara, no veremos un paraíso de los trabajador­es, como piensan algunos, sino una expansión del desempleo y de la informalid­ad. Los sindicatos pueden ser un gran instrument­o de apoyo a los trabajador­es, pero en México se han dedicado más bien a enriquecer a sus dirigentes. La nueva reforma laboral está dando a los trabajador­es la posibilida­d de elegir de manera democrátic­a a los líderes, lo cual es positivo. Pero la democracia no garantiza que los sindicatos dejen de abusar de sus agremiados ni de las empresas. Por el contrario, puede generar incentivos para que los nuevos dirigentes sean más destructiv­os que los actuales.

«Los sindicatos.

son juzgados muchas veces por lo que se les imagina que son y no por lo que realmente

son o logran».

Thomas Sowell

CAE EL PIB

La economía mexicana sufrió una contracció­n de 0.2 por ciento en el primer trimestre de 2019 en comparació­n con el último de 2018. Frente al primer trimestre de 2018 hay una expansión, pero de solo 0.2 por ciento. Todo cambio de sexenio afecta el crecimient­o económico, pero esta transición puede ser peor que otras.

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