El Debate de Los Mochis

Miguel vende dulces en las banquetas para sobrevivir

Carece de un gran surtido pero sus ganas de salir adelante son inmensas; a diario camina con sus bolsas por el centro de la ciudad hasta llegar a los rincones donde por años ha ofrecido su dulce mercancía

- ≋Marisela Jolie @debate.com.mx

Miguel Mario Velázquez Delgado, de 73 años, es originario de Los Mochis y vende dulces en el corazón de la ciudad para sobrevivir. Su figura encorvada se percibe a lo lejos y enternece a quienes transitan por el lugar. Y aunque carece de un buen surtido, sus ganas de salir adelante son inmensas.

Dulce mercancía

“Ya tengo mucho tiempo encorvado, así quedó mi cuerpo. Yo creo que por las bolsas que cargo todos los días; llevo conmigo mis dulces, botellas de agua para cuando tengo sed, y a veces alguna frutita”.

A diario camina por las calles del centro hasta llegar a sus puntos de venta, rincones donde ha permanecid­o por años ofreciendo su dulce mercancía. “De 11:00 de la mañana a 1:00 de la tarde, me siento afuera del banco (Banorte), y desde las 3:00 hasta las 6:00 de la tarde me vengo afuera de esta tienda (Elektra). Como en el centro lo que me alcance, tortas o tamales. Después me voy caminando a mi casa para cenar y dormir, para descansar y poder comenzar otro nuevo día”.

Nació en medio de la carencia y estudió hasta la primaria; durante su niñez abandonó las aulas por falta de recursos para empezar a trabajar. “Vendí El Debate, en ese tiempo valía 40 centavos; también vendía revistas y dulces, boletos en los cines que había en aquellos años: el Río, el Venecia, Reforma, Rex. Fui cobrador de una tienda y tengo muchos años vendiendo dulces en el centro”.

Vive con su hermana, su cuñado y sus sobrinos; y entre todos se esfuerzan por tener una vida digna. “Yo no me casé y no tuve la dicha de tener hijo; tengo hermanos y sobrinos nada más. Nos ayudamos entre todos, trabajamos en lo que podemos, para ganarnos la vida”. Además de sus ganancias, don Miguel cuenta con el apoyo que brinda el gobierno federal a los adultos mayores. “Siempre he sido pobre, ahorita vivo del apoyo que me da el gobierno y de lo que gano vendiendo dulces, los días buenos me voy con 200 pesos. Compro diariament­e 150 pesos de dulces, a veces vendo y a veces no, pero todos los días salgo a las calles”.

No está afiliado a ningún tipo de seguridad social, y desde hace años no recibe atención médica. “Me siento un poco enfermo de los ojos, me da comezón; ya tengo varios años sin ir con un doctor, pero gracias a Dios no me enfermo mucho, pero cuando me he sentido mal me han ayudado en la Cruz Roja, el DIF y el Club de Leones también”.

Agradece la solidarida­d y comprensió­n de la gente, que detiene su andar, para acercarse a comprarle dulces o simplement­e, brindarle unas monedas. “Sí me canso cargando las bolsas porque están pesadas, pero trabajo por necesidad, para ayudar a mi hermana y a mi hermano, para que compren alimento, ellos también son pobres; y me gusta lo que hago, toda la gente me trata bien gracias a Dios, me ayudan”.

Sueña con poder asistir una vez más al estadio Emilio Ibarra Almada, para ver jugar a sus ídolos de la Liga Mexicana del Pacífico: Los Cañeros de Los Mochis. “Siempre me han gustado mucho los deportes, pero más el beisbol; antes iba a los juegos de Los Cañeros, pero hace muchos años que no voy, porque cobran más caro, ya no puedo

Lo más gratifican­te de pasar la mayor parte de su vida en las calles es encontrars­e personas que le brinden un gesto amable

comprar un boleto; además, por mi trabajo tengo que estar vendiendo dulces para sobrevivir”.

La fe lo reconforta y asegura, que lo más gratifican­te de pasar la mayor parte de su vida en las calles es encontrars­e personas que le brinden un gesto amable. Una mirada a los ojos, una charla o un abrazo: hacen la diferencia. “Le doy gracias a todas las personas buenas que se han acercado a mí para ayudarme, y no sólo hablo del dinero que me dejan, sino, de los detalles que tienen conmigo, aún sin conocerme. Yo creo en la Virgen y en Dios, les pido que nos ayuden a todos, principalm­ente a la gente más necesitada, a los pobres y a los enfermos”, finalizó.

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FOTO: MARISELA JOLIE > Don Miguel enternece a quien se encuentra a su paso.

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