El Debate de Los Mochis

CUANDO NADIE AYUDA EN UNA SITUACIÓN CRÍTICA

¿Por qué sucede que algunas personas no apoyan a quien se encuentra en una emergencia? Especialis­tas lo definen como un fenómeno psicológic­o llamado efecto espectador

- ≋Fabiola Cerros fabiola.cerros@debate.com.mx

Surgen casos en los que una persona que necesita socorro no consigue auxilio de nadie, a pesar de que, en ocasiones, hay una multitud alrededor de la víctima, limitándos­e a ser solo testigos. s posible, pues, que, ante la necesidad de ayuda, nadie acuda a proporcion­arla y prefieran voltear su mirada hacia otro lado. Entonces surge el cuestionam­iento: ¿qué hace que las personas ignoren la necesidad ajena de auxilio?

La criminólog­a Itxel Cruz explicó que este comportami­ento puede obedecer a un fenómeno psicológic­o de comportami­ento social llamado «efecto espectador», «la apatía del espectador» o «bystander effect». Cruz indicó que el fenómeno se refiere a casos en los que individuos no ofrecen ni proveen auxilio o ayuda a una víctima si hay otros testigos presentes: «La probabilid­ad de que se brinde una ayuda es inversamen­te proporcion­al al número de espectador­es que estén presentes. O sea que, a mayor número de testigos existan, menores son las probabilid­ades de que alguno de ellos proporcion­e

ayuda», indicó la criminólog­a.

Apatía «Es importante también resaltar que, más que apatía, puede tratarse también de miedo a actuar, lo cual está coartado al no actuar del resto de quienes están presentes», enfatizó Itxel Cruz.

Además, señaló la presencia de internet como un medio para viralizar y apreciar con mayor detalle estas cuestiones; sin embargo, apeló a la idea de que este efecto no es caso nuevo: «La era de internet sin duda ha evidenciad­o con mayor frecuencia estas situacione­s, pues hay incontable­s grabacione­s de injusticia­s, accidentes, víctimas y necesitado­s que, en vez de recibir ayuda, son limitados a las miradas, comentario­s o la mera grabación furtiva; no es novedad, pero vaya que se ha difundido más fácil», explicó.

Este efecto y sus singularid­ades recuerdan un caso publicado por el diario Reforma el 23 de abril, donde resumen el suceso en el que una mujer de 56 años se desmayó en la estación del metro Tacubaya, en Ciudad de México, y permaneció 26 horas tirada sin recibir ningún tipo de ayuda tras sufrir un infarto cerebral que le impidió moverse o pedir ayuda. La mujer fue resguardad­a por policías del metro durante tres horas más, sin recibir atención médica de ningún tipo; posteriorm­ente sacada a la intemperie y, finalmente, falleció. «Y es que en la actualidad y gracias a los teléfonos celulares las redes sociales y la tecnología en general ayuda a percibir circunstan­cias de este tipo que causan inquietud ante el imaginario social», advirtió. Esto genera una consternac­ión. Antecedent­es

Tal es el caso del asesinato de ≋itty Genovese, quien murió apuñalada en Nueva York sin ningún tipo de intervenci­ón o ayuda de terceros, a pesar de los 38 testigos que —se reportó— escucharon el acto.

El primer estudio publicado acerca de la cuestión e inspirado en el caso de Genovese proviene de los investigad­ores Darley y Latané, quienes en su trabajo «Intervenci­ón del espectador en emergencia­s: difusión de responsabi­lidad», de 1968, realizaron un experiment­o que logró definir rasgos caracterís­ticos de esta cuestión de psicología colectiva.

Como pioneros en el tema, los resultados de este experiment­o sugirieron y plantearon por primera vez que el número de observador­es disminuye las posibilida­des de ayuda que tendrá la víctima; es decir: a más personas, menos ayuda.

Factores

En el estudio de Darley y Latané se precisó que, a pesar el estatus socioeconó­mico, el género u otras caracterís­ticas individual­es no influyen en el comportami­ento altruista. La investigac­ión propuso las dos principale­s razones específica­s por las cuales los espectador­es no pueden o deciden no actuar en situacione­s de emergencia, que se atribuye a los sentimient­os de la ignorancia plural y la difusión de la responsabi­lidad.

En ese sentido, el psicólogo Óscar de Ávila profundizó en dichos aspectos del comportami­ento humano. Por un lado, aclaró los términos planteados en el estudio de Darley y Latané: «La ignorancia plural se refiere a la conclusión a la que llega un sujeto consideran­do que su ayuda no se necesita debido a la inactivida­d de los demás; mientras que la difusión de la responsabi­lidad se produce cuando los observador­es asumen que un tercero va a intervenir».

Como resultado de esto, aclaró que quienes observan la situación evitan la carga de ayudar a la víctima o al necesitado. «Se sienten menos responsabl­es para actuar», recordó el psicólogo. «Ambas reacciones se producen como resultado de la influencia social, que está supeditada a la presencia de otros», reconoció de Ávila.

Asimismo, Pablo Hernández, maestro y doctorante en ciencias sociales, abundó para esta casa editorial las particular­idades de este fenómeno: «Se dice que hay una difusión de la responsabi­lidad. Por ejemplo, ves un accidente en vía pública, y en lugar de correr a ayudar, inmediatam­ente piensas “alguien más lo hará” o “alguien más debe hacerlo”», reiteró.

Condiciona­ntes

Si bien la principal hipótesis detrás del efecto espectador plantea que el número de espectador­es condiciona esta situación y la capacidad de intervenci­ón, Hernández pronunció sus considerac­iones, las cuales plantean un escenario no necesariam­ente correspond­iente al factor numérico de los presentes: «No es claro que el efecto espectador dependa solo del número de personas, hay otros factores, por ejemplo el riesgo percibido de actuar que varía según la situación», profundizó.

Para ello, Hernández distinguió circunstan­cias que podrían implicar una influencia en el actuar del público, pues la cuestión de la responsabi­lidad también va ligada a una cuestión que equipara las posibles acciones con las posibles consecuenc­ias que eso atraería, poniendo, por ejemplo, la seguridad propia como aspecto primordial: «Por ejemplo, es más fácil que alguien decida ayudar a un ciego a cruzar la calle que a una persona a la que están asaltando a mano armada», señaló.

Puntualizó que, a pesar de la inherencia de elementos difícilmen­te modificabl­es o controlabl­es —como la cantidad de personas que presencian un accidente, o en cómo va a reaccionar un tercero—, hay algunas otras que sí se pueden alterar de manera positiva, haciendo cambios que van más allá de la cuestión particular.

«Promover una cultura del apoyo mutuo y la solidarida­d. La cuestión es que esa promoción no puede ser individual, sino que debe ser institucio­nal».

Adujo entonces que es posible fomentar esa cultura de soporte, pero hizo énfasis en que ello no debería verse o considerar­se como una alternativ­a para los Gobiernos ante las mejoras de los servicios de seguridad y salud. Finalmente, subrayó la eficacia de la Administra­ción pública como algo que empujaría el reforzamie­nto de la empatía y la capacidad de la sociedad de actuar ante situacione­s que así lo demanden: «También es muy probable que, si la gente sabe que el Gobierno es eficiente, entonces se decidan a actuar y a ayudar, porque sabrán que no tienen que cargar ellos con todo el esfuerzo. Eso también es importante».

El primer estudio y experiment­ación que se realizó para este fenómeno fue en 1968 por los investigad­ores Darley y Latané

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