CUANDO NADIE AYUDA EN UNA SITUACIÓN CRÍTICA
¿Por qué sucede que algunas personas no apoyan a quien se encuentra en una emergencia? Especialistas lo definen como un fenómeno psicológico llamado efecto espectador
Surgen casos en los que una persona que necesita socorro no consigue auxilio de nadie, a pesar de que, en ocasiones, hay una multitud alrededor de la víctima, limitándose a ser solo testigos. s posible, pues, que, ante la necesidad de ayuda, nadie acuda a proporcionarla y prefieran voltear su mirada hacia otro lado. Entonces surge el cuestionamiento: ¿qué hace que las personas ignoren la necesidad ajena de auxilio?
La criminóloga Itxel Cruz explicó que este comportamiento puede obedecer a un fenómeno psicológico de comportamiento social llamado «efecto espectador», «la apatía del espectador» o «bystander effect». Cruz indicó que el fenómeno se refiere a casos en los que individuos no ofrecen ni proveen auxilio o ayuda a una víctima si hay otros testigos presentes: «La probabilidad de que se brinde una ayuda es inversamente proporcional al número de espectadores que estén presentes. O sea que, a mayor número de testigos existan, menores son las probabilidades de que alguno de ellos proporcione
ayuda», indicó la criminóloga.
Apatía «Es importante también resaltar que, más que apatía, puede tratarse también de miedo a actuar, lo cual está coartado al no actuar del resto de quienes están presentes», enfatizó Itxel Cruz.
Además, señaló la presencia de internet como un medio para viralizar y apreciar con mayor detalle estas cuestiones; sin embargo, apeló a la idea de que este efecto no es caso nuevo: «La era de internet sin duda ha evidenciado con mayor frecuencia estas situaciones, pues hay incontables grabaciones de injusticias, accidentes, víctimas y necesitados que, en vez de recibir ayuda, son limitados a las miradas, comentarios o la mera grabación furtiva; no es novedad, pero vaya que se ha difundido más fácil», explicó.
Este efecto y sus singularidades recuerdan un caso publicado por el diario Reforma el 23 de abril, donde resumen el suceso en el que una mujer de 56 años se desmayó en la estación del metro Tacubaya, en Ciudad de México, y permaneció 26 horas tirada sin recibir ningún tipo de ayuda tras sufrir un infarto cerebral que le impidió moverse o pedir ayuda. La mujer fue resguardada por policías del metro durante tres horas más, sin recibir atención médica de ningún tipo; posteriormente sacada a la intemperie y, finalmente, falleció. «Y es que en la actualidad y gracias a los teléfonos celulares las redes sociales y la tecnología en general ayuda a percibir circunstancias de este tipo que causan inquietud ante el imaginario social», advirtió. Esto genera una consternación. Antecedentes
Tal es el caso del asesinato de ≋itty Genovese, quien murió apuñalada en Nueva York sin ningún tipo de intervención o ayuda de terceros, a pesar de los 38 testigos que —se reportó— escucharon el acto.
El primer estudio publicado acerca de la cuestión e inspirado en el caso de Genovese proviene de los investigadores Darley y Latané, quienes en su trabajo «Intervención del espectador en emergencias: difusión de responsabilidad», de 1968, realizaron un experimento que logró definir rasgos característicos de esta cuestión de psicología colectiva.
Como pioneros en el tema, los resultados de este experimento sugirieron y plantearon por primera vez que el número de observadores disminuye las posibilidades de ayuda que tendrá la víctima; es decir: a más personas, menos ayuda.
Factores
En el estudio de Darley y Latané se precisó que, a pesar el estatus socioeconómico, el género u otras características individuales no influyen en el comportamiento altruista. La investigación propuso las dos principales razones específicas por las cuales los espectadores no pueden o deciden no actuar en situaciones de emergencia, que se atribuye a los sentimientos de la ignorancia plural y la difusión de la responsabilidad.
En ese sentido, el psicólogo Óscar de Ávila profundizó en dichos aspectos del comportamiento humano. Por un lado, aclaró los términos planteados en el estudio de Darley y Latané: «La ignorancia plural se refiere a la conclusión a la que llega un sujeto considerando que su ayuda no se necesita debido a la inactividad de los demás; mientras que la difusión de la responsabilidad se produce cuando los observadores asumen que un tercero va a intervenir».
Como resultado de esto, aclaró que quienes observan la situación evitan la carga de ayudar a la víctima o al necesitado. «Se sienten menos responsables para actuar», recordó el psicólogo. «Ambas reacciones se producen como resultado de la influencia social, que está supeditada a la presencia de otros», reconoció de Ávila.
Asimismo, Pablo Hernández, maestro y doctorante en ciencias sociales, abundó para esta casa editorial las particularidades de este fenómeno: «Se dice que hay una difusión de la responsabilidad. Por ejemplo, ves un accidente en vía pública, y en lugar de correr a ayudar, inmediatamente piensas “alguien más lo hará” o “alguien más debe hacerlo”», reiteró.
Condicionantes
Si bien la principal hipótesis detrás del efecto espectador plantea que el número de espectadores condiciona esta situación y la capacidad de intervención, Hernández pronunció sus consideraciones, las cuales plantean un escenario no necesariamente correspondiente al factor numérico de los presentes: «No es claro que el efecto espectador dependa solo del número de personas, hay otros factores, por ejemplo el riesgo percibido de actuar que varía según la situación», profundizó.
Para ello, Hernández distinguió circunstancias que podrían implicar una influencia en el actuar del público, pues la cuestión de la responsabilidad también va ligada a una cuestión que equipara las posibles acciones con las posibles consecuencias que eso atraería, poniendo, por ejemplo, la seguridad propia como aspecto primordial: «Por ejemplo, es más fácil que alguien decida ayudar a un ciego a cruzar la calle que a una persona a la que están asaltando a mano armada», señaló.
Puntualizó que, a pesar de la inherencia de elementos difícilmente modificables o controlables —como la cantidad de personas que presencian un accidente, o en cómo va a reaccionar un tercero—, hay algunas otras que sí se pueden alterar de manera positiva, haciendo cambios que van más allá de la cuestión particular.
«Promover una cultura del apoyo mutuo y la solidaridad. La cuestión es que esa promoción no puede ser individual, sino que debe ser institucional».
Adujo entonces que es posible fomentar esa cultura de soporte, pero hizo énfasis en que ello no debería verse o considerarse como una alternativa para los Gobiernos ante las mejoras de los servicios de seguridad y salud. Finalmente, subrayó la eficacia de la Administración pública como algo que empujaría el reforzamiento de la empatía y la capacidad de la sociedad de actuar ante situaciones que así lo demanden: «También es muy probable que, si la gente sabe que el Gobierno es eficiente, entonces se decidan a actuar y a ayudar, porque sabrán que no tienen que cargar ellos con todo el esfuerzo. Eso también es importante».
El primer estudio y experimentación que se realizó para este fenómeno fue en 1968 por los investigadores Darley y Latané